Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

sábado, 30 de mayo de 2015

Las recetas carabobeñas han permanecido ocultas desde la época colonial. Son preparaciones derivadas del sincretismo cultural de una sociedad que ha estado abierta al mar por lo que a sus tierras llegaron extranjeros cargados con sus sabores e ingredientes que se incorporaron a los fogones de ese provincia, protagonista de la historia nacional.

ANIVERSARIO 106 | Carabobo

Los carabobeños esconden sus mejores recetas

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A lo largo de la carretera se encuentran la mujeres meciendo este dulce bizcocho, las panelas de San Joaquín ADOLFO ACOSTA

Las recetas carabobeñas han permanecido ocultas desde la época colonial. Son preparaciones derivadas del sincretismo cultural de una sociedad que ha estado abierta al mar por lo que a sus tierras llegaron extranjeros cargados con sus sabores e ingredientes que se incorporaron a los fogones de ese provincia, protagonista de la historia nacional.

martes 19 de mayo de 2015  12:00 PM
Un misterioso azar provocó que las más exquisitas recetas del prolífico sincretismo gastronómico carabobeño hayan permanecido ocultas, desde la época colonial, en baúles y en la inexpugnable memoria de renuentes cocineros que parecieran integrar una hermandad secreta. 

Incursionar dentro de ese gueto culinario ha sido una titánica tarea que durante casi dos décadas condujeron a Zoraida Barrios y Rafael Cartay hasta el corazón de los más fértiles fogones de la geografía regional. Ambos investigadores tras vencer las atípicas reticencias lograron compilar y mostrar los platos insignias de Carabobo bañados con aromas de comino y laurel que estuvieron condenados al olvido.

Barrios y Cartay tras hurgar en los braseros lograron desempolvar ese sigilo que acompañaba la elaboración de la Sopa de Quimbombó, el Pargo Preñado de Patanemo, el Mero de Borburata, el Quesito Valenciano, la polenta montalbanense y el Majarete de Naranja de Montalbán, entre otros. Estas confidenciales preparaciones se encuentran compendiadas en el libro denominado "El Paisaje en la olla. Cocina y gastronomía de Carabobo".

Zoraida Barrios, devenida en arqueóloga de estufas, cuenta que cuando arribó a Valencia, hace 18 años, proveniente de Caracas, no pudo encontrar algún recetario y al preguntar por la gastronomía carabobeña le dijeron que no había. Desde entonces se dispuso a esculcar debajo del tizne adherido en añejas vasijas que ocultan la mina que pertenece al acervo cultural carabobeño.

En la época colonial africanos, españoles, alemanes, franceses, italianos e incluso rusos trajeron consigo sus vegetales, animales e ingredientes para conformar un singular maridaje junto con el maíz, planta sagrada de los indios Tacarigua, cuyos guisos hoy perduran frente a la vorágine de los enlatados.

PASA RABIA

Zoraida Barrios, directora de "Laurus, Instituto de Estudios Culinarios" explica que en Borburata donde estuvo anclado el puerto más importante de la región, hubo un desarrollo gastronómico significativo, pues en su periferia se establecieron haciendas donde se elaboraban tostoncitos para la exportación. Allí también comenzó la producción del primer ron de los carabobeños conocido como "Cachirí".

Dentro de la dulcería local ocupa un lugar preponderante el denominado "Pasa Rabia", destinado a los niños furiosos, el cual se elabora con batata, leche de coco y papelón. Las viejas cocineras de esas desaparecidas plantaciones se encargaron de preservar platos típicos de la zona como el Quimbombó Porteño, una sopa nacida en Puerto Cabello que contiene quimbombó (fruto originario de África), repollo, pollo desmechado, vinagre, aceite, tomate y perejil.

Barrios sostiene que el plato insignia de la hermosa bahía de Patanemo es el Pargo Preñado de Patanemo que se confecciona con una salsa de camarones y calamares que luego se rellena con el pargo una vez sofrito. Se acompaña con tostones y ensalada de repollo y zanahoria. 

El Funche aliñado es otra joya de la cocina porteña; un delicioso plato que se realiza con harina de maíz amarillo, trozos de jamón, perejil, cilantro, ajo y aceite.

En Conoabito, municipio Juan José Mora, la gastronomía parece haberse estancado, según Zoraida Barrios, pues sus pesquisas no realizaron hallazgos significativos. Sin embargo, Canoabo se caracteriza por una arraigada cocina aunque los lugareños no comparten las recetas con nadie. Allí sus estandartes culinarios son el Guiso de carne de Canoabo, el Potaje de cordero, la Polenta y el majarete de naranja de Montalbán.

En la parroquia Aguirre del municipio Montalbán sus habitantes muestran con orgullo el Asado negro de Aguirre, cuyo sabor es completamente diferente al de otras preparaciones similares. 

En el municipio Miranda destaca el Lomo de cerdo de Miranda que se deslinda de otros porque contiene flores de naranja. En el municipio Bejuma sus lugareños se ufanan de las arepas de maíz pilado selladas sobre una plancha calentada a la leña para luego posarlas sobre la brasa. Tras abombarse suelen rellenarse con huevos, sardinas y frito (asaduras o vísceras de res).

EL QUESITO DE VALENCIA

En la zona de Tocuyito, municipio Libertador, los platos típicos se encuentran ausentes, pero al llegar a la capital carabobeña sus habitantes lucen como bandera una particular polvorosa de pollo, diferente al resto de sus hermanas porque en lugar de ser dulce es salada. Se prepara con harina de trigo y se rellena con guiso de pollo y cerdo. 

El Quesito Valenciano también compite por un sitial de honor, pues sobrevivió a la colonia. Este se prepara con pimentones y cebollas que se sofríen en mantequilla para luego agregarle queso blanco rallado y leche. Luego se refrigera hasta el momento de servir. La sopa de hueso claro y el pastel de fiambre de pavo son otros dos platos representativos de Valencia.

En Güigüe, municipio Carlos Arvelo, la cocina se fundamenta en carne de cerdo, morcillas y chorizos. Las caraotas de Belén causan sensación pues se elaboran con batatas doradas en mantequilla y azúcar. 

La bandera de Naguanagua la conforma el llamado Asado Colonial. Sus cocineras se reivindican el origen de esta preparación que es diferente al Asado negro caraqueño y se dice que el libertador Simón Bolívar tuvo la oportunidad de degustarlo en una cena con oficiales de su ejército en su paso por Carabobo. 

La investigación de Barrios también indica que la Sopa de Cruzado también tiene su origen en esta región y que con ella se alimentaba a las tropas libertadoras.

Los municipios San Joaquín, Guacara y Diego Ibarra poco han aportado al patrimonio gastronómico carabobeño, excepto las conocidas panelas de San Joaquín. 

La culinaria caraqueña es resultado del fenómeno de inmigración que vivió Venezuela desde su independencia, cuando españoles, italianos y árabes fusionaron sus ingredientes, técnicas y recetas con las tradiciones gastronómicas de los mantuanos

ANIVERSARIO 106 | Distrito Capital

Donde el dulce se da la mano con lo salado

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El pabellón criollo en Caracas adquiere sabores diferentes. El dulce gana terreno en las caraotas, algo propio de la región central ADOLFO ACOSTA

La culinaria caraqueña es resultado del fenómeno de inmigración que vivió Venezuela desde su independencia, cuando españoles, italianos y árabes fusionaron sus ingredientes, técnicas y recetas con las tradiciones gastronómicas de los mantuanos. El resultado es esa comida salada con el armónico punto dulce y viceversa: torta de pan con queso blanco, caraotas con azúcar, asado negro con papelón...

martes 19 de mayo de 2015  12:00 PM
Sabores dulces y salados en un mismo bocado definen la gastronomía caraqueña. Una torta de pan mantuana lleva queso blanco, el asado negro se prepara con papelón y a las caraotas negras se les agrega azúcar por encima.

Esa particularidad, según la chef Mercedes Oropeza, hace que la culinaria de la capital venezolana sea más refinada y cosmopolita que la de otras regiones del país. 

La hallaca caraqueña, pone como ejemplo, se diferencia de las demás porque se siente la mezcla de dulce, salado y ácido. Se distingue el papelón, el vino y los encurtidos. "En otros estados también les ponen y no se sienten los picos como aquí", expresa.

Pero no siempre ha sido así. Lo refinado, explica Oropeza, se adquirió en la época del gobierno de Guzmán Blanco, y es el resultado del fenómeno de inmigración que vivió el país desde su independencia.

Españoles, italianos y árabes llegaron a nuestro territorio con nuevos ingredientes, técnicas y recetas que se fusionaron con las tradiciones de los mantuanos. Posteriormente, con el boom petrolero, lo hicieron portugueses y franceses. A todos ellos se les debe la diversidad gastronómica que hoy disfruta Caracas.

"En épocas pasadas, nosotros no teníamos consumo de vegetales. Eso viene mucho después: son los españoles y los italianos quienes traen las semillas y nos enseñan a comer todas esas verduras", dice la chef.

También trajeron aceite de oliva, cebada, vino, trigo, especias, higo, coles y habas.

Muchos de los platos que hoy concebimos como venezolanos tienen un origen extranjero. "Hacemos combinaciones con comidas que llegan, las convertimos en nuestras y no se van más nunca", comenta Oropeza y expone el caso del bienmesabe, dulce con almendras nacido en Andalucía que aquí se prepara con coco porque es más fácil de conseguir.

Además, comenta que el caraqueño no sólo considera que esas recetas le pertenecen, sino que muchas veces las cree superiores a las de cualquier otro lugar. Es capaz de viajar y probar un plato típico de determinado país y compararlo con el sabor que tiene aquí. "Tú te comes una pasta boloñesa en Italia y dices que la que hace tu abuela aquí es mejor", agrega la cocinera. 

Señala también que toda nuestra gastronomía base tiene un sofrito español pero lo que a eso se le añade marca la diferencia.

En este punto coincide con Edgardo Morales, chef del restaurante Café Casa Veroes.

"La herencia de la comida española son los guisos. El proceso es muy largo a una temperatura baja y constante. Eso hace que se suavicen las carnes y que todos esos sabores se amalgamen de una manera especial", expone Morales, quien considera que el asado criollo, la polvorosa de pollo y la polenta caraqueña son platos que no puede dejar de comer quien pase por Caracas.

RECUPERAR TRADICIONES

Antiguamente, en la mayoría de las casas caraqueñas, la preparación del almuerzo se iniciaba a las 8:00 a.m. 

Una cocinera montaba la olla con diferentes aliños que dejaba cocinar a fuego lento impregnando el hogar de un delicioso aroma. La cocina era más casera que la de restaurantes. Aunque la dueña de la casa no tenía mucha participación en el proceso, ella solía decidir el menú del día y en ocasiones preparaba el postre.

La hora de comer, momento en que toda la familia se reunía en la mesa, era sagrado.

Eso ha cambiado. La dinámica actual obliga al caraqueño a preparar sus tres comidas casi siempre con prisa, e incluso para ahorrar tiempo y dinero, acuden a puestos de comida rápida. Perros calientes, hamburguesas, pepitos y papas rellenas reemplazan en días ajetreados los sabores, procesos y disfrute tradicionales.

Morales recomienda que las familias aparten al menos un día de la semana para cocinar todos juntos y transmitir de generación a generación los secretos culinarios de sus antepasados. 

MIRADA INTROSPECTIVA

Por la dificultad de acceder a ingredientes importados, en los últimos cinco años se ha hecho una mirada introspectiva para que la gastronomía caraqueña no decaiga.

Buscar insumos en suelo venezolano, a juicio de Morales, ha sido positivo porque a la gente le gusta, se identifica con la comida criolla. 

También Oropeza comenta "nosotros toda la vida tuvimos acceso a productos importados. Ahora con la crisis, los cocineros hemos visto hacia adentro, le damos más valor a lo nuestro", acota. 

Aunque no sólo los productos importados puede extrañar el caraqueño. También están los autóctonos, como el papelón artesanal que no tiene el mismo sabor que el industrial o el maíz cariaco.

"Hay cosas que se han perdido y varios chefs hacemos el trabajo de hormiguita para traerlos del interior y tenerlos siempre en la carta para tratar de que no se pierda lo típico", cuenta Oropeza.

PARA TODOS LOS GUSTOS

Por ser la capital del país, en Caracas convergen las distintas regiones venezolanas: Occidente, Oriente, los Llanos, los Andes y la Costa, factor que la convierte en la ciudad con mayor variedad gastronómica de Venezuela. Ofrece desde platos tradicionales de cada estado hasta comidas de muchos otros países. 

Desde Palo a pique, pizca andina, cachapa con cochino, mondongo, bollo pelón, carne mechada, pabellón, parrilla y patacón hasta pasticho, arroz chino, pizza, shawarma, tacos mexicanos, sushi, ceviche y paellas se puede consumir en los restaurantes de Distrito Capital.

Lo mismo sucede con los dulces y las bebidas. La oferta incluye arroz con leche, chicha, quesillo, papelón con limón, entre otros.

Las zonas con mayor oferta gastronómica de Caracas son Las Mercedes, Los Palos Grandes, Altamira, La Castellana, El Hatillo y La Candelaria. La capital complace todos los gustos.

La cocina zuliana es tan creativa como cada uno de los habitantes de esta región.

MUNDO GOURMET

Entre patacones, yoyos, tumbarranchos y mandocas, la comida zuliana es sobresaliente

VANESSA BARRADAS |  EL UNIVERSAL
sábado 30 de mayo de 2015  12:00 AM
Maracaibo sabroso
El desarrollo de la gastronomía regional ha aumentado. Varios han sido los cocineros que han venido a Caracas a enseñarnos sobre sus propuestas locales, lo que ha despertado la curiosidad de muchos, incluyéndome, de ir a conocerlas personalmente, en su casa.

Recientemente estuve en Maracaibo y exploré parte de su comida, la real, la que se huele y siente en sus calles. La experiencia fue deliciosa.

Primero que nada, todo lo que dicen de los maracuchos es cierto, son simpáticos, hablan en voz alta, pareciera que cantaran todo el tiempo, y sí, son bastante regionalistas, ¿pero cómo no serlo si de esa manera te enseñan lo mejor de su tierra?

Entre patacones, yoyos, tumbarranchos, mandocas y cepillaos probé la comida de calle. Esas frituras que a cualquiera enamoran de solo mirarlas. Con los cepillaos me refrescaba durante el día. Las hamburguesas tuvieron su lugar también, así conocí Burguermaker, un puesto callejero que se destaca por la manera en que elaboran sus carnes, las mismas son de distintos sabores y se sirven entre panes artesanales de altísima calidad.

Otra propuesta que me encantó fue el restaurante a donde me llevó la cocinera maracucha Ivette Franchi; el lugar, llamado Mcbo Pop, ofrece platos tradicionales pero servidos de una manera moderna. Así encontré el mojito en coco presentado en forma de croqueta cubierta con plátano verde rallado y crocante. En ese mismo sitio me comí la arepa más golosa que jamás haya probado, frita y rellena de lomito; todo el plato estaba cubierto de queso gratinado, y como me dijo Ivette: "La cantidad de queso no se discute en Maracaibo, tiene que ser bastante".

También degusté parte de la alta cocina maracucha y para ello fui invitada por Carlos Hernández, cocinero y miembro fundador del Grupo Occidental Gastronómico, quién además es el gerente de Alimentos y Bebidas del Hotel Kristoff, donde cocina.

La cocina de Hernández es impecable, elegante y llena de sabor.

Parte del menú incluyó platos como canelón de ajoporro relleno de cerdo, berenjenas maceradas por dos meses con salsa barbacoa, ensalada de tomate macerado y palmito, tabule criollo (con cilantro) y mojito de cangrejo, arroz fosforera con escabeche fresco de curbina, y de postre, helado red velvet, chocolate, y mini suspiros de cacao y limón. Quedé extasiada... ¡y feliz!

Mi agradecimiento infinito a Ivette Franchi y a Carlos Hernández, quién junto a otros miembros del Grupo Occidental Gastronómico, me organizaron y llevaron por una ruta gastronómica extraordinaria. La cocina zuliana es tan creativa como cada uno de los habitantes de esta región.

vanessabarradas1@gmail.com

viernes, 29 de mayo de 2015

El cineasta norteamericano Wesley Mortimer Wales "Wes" Anderson (Houston, Estados Unidos, 1 de mayo de 1969) director de cine, guionista, actor y productor de películas, cortometrajes y anuncios. vuelve a estar de estreno...En la capital lombarda Milán, acaba de abrir sus puertas el complejo arquitectónico Milan Fondazione Prada, una antigua destilería de licores que el arquitecto holandés Rem Koolhas transformó en un centro artístico de 19.000 metros cuadrados donde está ubicado el Bar Luce, una cafetería creada por dicho cineasta norteamericano

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Anderson en 2012.

Wes Anderson abre una cafetería en Milán

 En el local domina la exuberancia visual y el particular universo estético del creador de La vida acuática
En el local domina la exuberancia visual y el particular universo estético del creador de La vida acuática
Un atractivo más que gana la capital lombarda para locales y visitantes extranjeros con el Bar Luce, concebida como un homenaje a los cineastas

Luchino Visconti di Modrone, conde de Lonate Pozzolo (Milán, 2 de noviembre 
de 1906 – Roma, 17 de marzo de 1976)

Vittorio Domenico Stanislao Gaetano Sorano De Sica (Sora, 7 de julio de 1901 – 
Neuilly-sur-Seine, Francia, 13 de noviembre de 1974)
    Wes Anderson vuelve a estar de estreno. Pero en este caso no se trata de una película, sino de un emprendimiento de otro tipo. En la capital lombarda acaba de abrir sus puertas el complejo arquitectónico Milan Fondazione Prada, una antigua destilería de licores que el arquitecto holandés Rem Koolhas transformó en un centro artístico de 19.000 metros cuadrados. El centro exhibirá de la colección de Miuccia Prada, directora ejecutiva de la casa italiana, y contará con una sala de proyecciones y espacio para exposiciones de distintas disciplinas. Sin embargo, lo que ha generado mayor repercusión es la apertura, en ese mismo complejo, del Bar Luce, una cafetería creada por el cineasta norteamericano Wes Anderson.
    Según el propio director, la cafetería fue concebida como un homenaje a las películas Rocco y sus hermanos, de Visconti, y Milagro en Milán, de Vittorio de Sica, dos joyas del neorrealismo italiano. Pero es fácil percibir en el local la exuberancia visual y el particular universo estético del creador de La vida acuática.
    Mesas de fórmica color block, extravagante papel pintado, el pinball dedicado al oceanógrafo Steve Zissou (de La vida acuática) y un jukebox lleno de clásicos italianos de los años 50 y 60 como Rita Pavone, Domenico Modugno o Piero Piccioni son algunos de los objetos con la impronta del director.

    Para la carne en vara se pueden usar casi todos los tipos de corte como pulpa negra, ganso, punta, solomo, lomo y costillas, que se condimentan sólo con sal marina.

    ANIVERSARIO 106 | RECETAS

    La carne en vara, receta sencilla y con secretos

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    La madera de las varas debe ser verde para que no se queme CORTESÍA
    martes 19 de mayo de 2015  12:00 PM
    Para la carne en vara se pueden usar casi todos los tipos de corte como pulpa negra, ganso, punta, solomo, lomo y costillas, que se condimentan sólo con sal marina.

    Meytin Tovar Camacho, chef parrillero de Tuparrilla.com explica que a la carne se le coloca la sal y se ensarta en una vara larga de madera, preferiblemente verde. La razón de esto es para que no se queme durante el proceso de cocción. Agrega que se suele dejar prácticamente a la intemperie de un día para otro para que se ablande.

    Las brasas se preparan unas horas antes de cocinar la carne para reunir una gran cantidad de brasas blancas que den una cocción no tan violenta a la carne. Las varas con la carne se colocan a una distancia de unos 80 cms, aproximadamente de las brasas.

    Añade el chef parrillero que normalmente se utiliza madera de teca, tanto para la brasa, que tiene que estar muy seca, como para la vara, que debe estar verde, pero que en realidad se pueden usar varios tipos de maderas como el cedro, el roble o, como suele suceder en buena parte de nuestros llanos, que utilizan la madera que consigan con más facilidad.

    Cuando la carne se va dorando por su exterior se le van haciendo cortes leves en su superficie y se puede comenzar a servir.

    Generalmente se acompañada con casabe, yuca, guasacaca casera, topochos, arepas y un buen ajicero de leche.

    Juan Montemayor es arquitecto y por años ha trabajado en una oficina de proyectos de arquitectura. Pero desde hace 5 años convirtió su gusto por el ají en un emprendimiento que ha dado frutos.

    "Logré hacer de una afición un modelo de negocio rentable"

    Juan Montemayor ideó once productos artesanales teniendo como base el ají

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    Montemayor es conocido como el maestro ajicero GEORGINA SVIEYKOWSKY
    EL UNIVERSAL
    jueves 28 de mayo de 2015  12:00 AM
    Juan Montemayor es arquitecto y por años ha trabajado en una oficina de proyectos de arquitectura. Pero desde hace 5 años convirtió su gusto por el ají en un emprendimiento que ha dado frutos.

    "Este es un asunto que me viene de familia. Mi abuelo era andino, de Chejendé (Trujillo), y de pequeño yo veía como se sentaba a la cabecera de la mesa, con el ajicero en mano, y se lo echaba a la sopa. Él quedaba extasiado, y yo pensaba, aquí tiene que haber una magia, algo que yo no entiendo. Después descubrí que sí, que lo maravilloso del ají es que genera endorfinas, produce una sensación de bienestar y plenitud, como comer chocolate o hacer ejercicio".

    Montemayor tenía sus ajiceros en casa para consumo personal, pero nunca pensó convertirlo en algo comercial, hasta que en una verbena del colegio de su hijo quedaba un quiosco vacío y lo invitaron a participar. "El primer día no vendí nada. Pero el segundo decidí dejar cuatro frascos de picante en el quiosco de las hamburguesas. Para comprar algo tienes que conocerlo. Ese día, de 80 frascos, solo quedaron 10". Comenzó haciendo degustaciones en su casa, primero vendía un frasquito a la semana, luego cinco. El producto fue gustando. El año pasado vendió 8.500 frascos, más de una tonelada y media de ajíes procesados. "Logré hacer de una afición un modelo de negocio rentable, con metas cumplibles.Yo me tracé un objetivo: pagar la educación de mi hijo a punta de vender frasquitos de picante, he logrado costear eso y otras cosas más".

    Para Montemayor, un emprendedor tiene que tener la capacidad de crear, creer en lo que hace y divertirse. Él ha ideado once productos artesanales teniendo como base el ají y piensa que la aceptación que ha conseguido se debe a que hay una parte de él metida en cada frasco. 

    Su emprendimiento tiene también un sentido pedagógico: enseñarle a la gente que hay varios tipos de ajíes con usos exitosos, que es posible hacer un producto autóctono y que el picante no es dolor sino una forma de estimular el paladar. "Cuando es natural y con pocos conservantes la sensación es otra". Los productos Montemayor ofrecen ají dulce, amarillo, verde, rojo, morado. También están los que tienen fondo de fruta: piña, guayaba, ciruela y tamarindo. Más información: en @maestroajicero / montemayor.ccs@gmail.com. DM

    A pocos minutos de Higuerote, pasando Curiepe, se encuentra Birongo, una tierra mágica donde se respira el olor a cacao y el aroma cítrico de la mandarina.

    Birongo: entre el olor del cacao y el aroma cítrico de la mandarina

    Rodeado de colinas, abre los brazos de sus múltiples espacios verdes para recibir a los visitantes.

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    Fábrica de chocolate "Flor de Birongo", donde artesanos convierten el cacao en chocolate (Cortesía)
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    EL UNIVERSAL
    viernes 29 de mayo de 2015  11:10 AM
    A pocos minutos de Higuerote, pasando Curiepe, se encuentra Birongo, una tierra mágica donde se respira el olor a cacao y el aroma cítrico de la mandarina.

    Esta población ubicada en el municipio Brión de la región barloventeña, data de la época colonial, cuando cientos de negros esclavos, quienes lograron escapar de las haciendas cercanas, buscaron refugio en esta tierra para convertirla en su hogar.

    Birongo, rodeado de colinas, abre los brazos de sus múltiples verdes para recibir a los visitantes. Allí tendrás la posibilidad de visitar el sector Salgado, donde podrás recorrer una de las fincas en la que se siembra y cultiva el fruto Theobroma Cacao o "Alimento para los Dioses", mientras conoces la historia de este místico pueblo.

    Como segunda parada obligada, en la entrada del pueblo puedes visitar la fábrica de chocolate "Flor de Birongo", donde artesanos convierten el cacao en chocolate y enseñan a los visitantes a elaborar sus propios bombones.

    Para cerrar el recorrido te invitamos a que visites el sector Pueblo Nuevo, donde podrás relajarte a orillas del río y conocer más del tradicional baño floral junto a la cultura ancestral del Tambor de Agua.

    Con la convicción de "que todo gordo es un ser profundamente deprimido" y la esperanza de sumergiese en un nuevo estilo de vida, una forma saludable de consumir alimentos, Moreno cuenta que descubrió la "Dieta Paliolítica", un hallazgo al cual llegó a través del libro La gordura no es su culpa, del médico venezolano Ludwig Johnson.

    "Las personas deben comer por hambre, no por ansiedad"

    Eleazar Moreno relata que ha bajado 45 kilos comiendo alimentos frescos

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    Su cuenta en Facebook es Pan Paleo Venezuela VICENTE CORREALE
    JULIO MATERANO |  EL UNIVERSAL
    viernes 29 de mayo de 2015  12:00 AM
    Una andana de síntomas "terribles", desencadenados por la diabetes tipo II, bastó para que Eleazar Moreno, ingeniero en sonido, tomara el dominio de su vida, para dar un vuelco a sus excesivos hábitos alimenticios que remontó su humanidad en 165 kilos, un exceso de grasa que lo encuadró dentro de la categoría obesidad mórbida tipo IV, cuya mayor consecuencia fue una catarata metabólica, que le restó calidad en su visión.

    Con la convicción de "que todo gordo es un ser profundamente deprimido" y la esperanza de sumergiese en un nuevo estilo de vida, una forma saludable de consumir alimentos, Moreno cuenta que descubrió la "Dieta Paliolítica", un hallazgo al cual llegó a través del libro La gordura no es su culpa, del médico venezolano Ludwig Johnson.

    "Se trata de una propuesta nutricional, que plantea el mismo esquema de vida de hace 70 mil años, cuando el hombre comía mucha proteína animal y alimentos frescos. Es una proposición que suprime los alimentos procesados, azúcares y harinas, y con la cual he rebajado 45 kilos", dice.

    El destierro de las arepas, pastelitos o productos a base de harina motivó a Moreno a producir su propia "Comida Peleo": panes a base de harinas de avellanas, almendras o nueces y sin azúcar. 

    Aunque comenzó en 2013, siendo una iniciativa netamente personal, para finales de ese mismo año, la producción de panes, horneados en casa, empezó a adquirir las dimensiones de un emprendimiento familiar, que involucra a su madre y a su esposa, para cubrir una demanda de hasta 100 panes por semana.

    En año y medio que suma el proyecto, relata que han diversificado sus productos, pues también producen ghee de aceite (aceite purificado), panes de tubérculos y ponquecitos, además de una salsa a base de tomate para pacientes diabéticos o celíacos. 

    "Cuando se come se debe hacer por hambre, no por ansiedad o porque me duele algo en la mente. La ingesta de dulces, por ejemplo, sube los niveles de serotonina, la hormona de la felicidad, pero es una sensación momentánea. La vida paleo es un autodescubrimiento", agrega a sus 47 años.

    Entre sus panes más demandados están los de platano verde, cacao y batata, y coco y batata, los cuales son distribuidos en Valencia, Barquisimeto, Anzoátegui y Caracas. 

    La dominicana María Marte, al frente del restaurante El Club Allard de Madrid, fue reconocida por la Real Academia de Gastronomía de España y la Cofradía de la Buena Mesa con el Premio Nacional de Gastronomía al Mejor Jefe de Cocina. En la misma categoría y a propuesta de los miembros de ambas entidades y de las Academias Autonómicas de Gastronomía aspiraban al galardón Eneko Atxa –Azurmendi, Vizcaya–, Jordi Cruz –ABaC, Barcelona–, y Ricard Camarena, del restaurante homónimo en Valencia.

    La dominicana María Marte reconocida como Mejor Jefe de Cocina de España

    La dominicana María Marte fue reconocida por la Real Academia de Gastronomía de España y la Cofradía de la Buena Mesa con el Premio Nacional de Gastronomía al Mejor Jefe de Cocina | EFE
    La dominicana María Marte fue reconocida por la Real Academia de Gastronomía de España y la Cofradía de la Buena Mesa con el Premio Nacional de Gastronomía al Mejor Jefe de Cocina | EFE
    El jurado premió “no sólo el indiscutible talento culinario de Marte, sino también su esfuerzo, trabajo y valía, que le han llevado a convertirse en la undécima cocinera reconocida con el Premio al Mejor Jefe de Cocina, siendo Elena Arzak la última mujer que obtuvo el galardón en 2010 

    La dominicana María Marte, al frente del restaurante El Club Allard de Madrid, fue reconocida por la Real Academia de Gastronomía de España y la Cofradía de la Buena Mesa con el Premio Nacional de Gastronomía al Mejor Jefe de Cocina. En la misma categoría y a propuesta de los miembros de ambas entidades y de las Academias Autonómicas de Gastronomía aspiraban al galardón Eneko Atxa –Azurmendi, Vizcaya–, Jordi Cruz –ABaC, Barcelona–, y Ricard Camarena, del restaurante homónimo en Valencia.
    María Marte llegó a España en 2003 y fue contratada como lavaplatos en El Club Allard. Hoy es la única cocinera de Madrid distinguida con dos estrellas Michelin y está al frente de un equipo de 30 personas en este restaurante, donde desarrolla una cocina mediterránea creativa.
    El chef Diego Guerrero, hoy en DSTAgE, con una estrella Michelin en Madrid, le dio la oportunidad de pasar de la limpieza a la cocina y acabó convirtiéndose en su mano derecha. Cuando él se marchó de El Club Allard en 2013, Marte –nacida en Jarabacoa, República Dominicana, en 1976– quedó al mando de los fogones.

    El jurado premió “no sólo el indiscutible talento culinario de Marte, sino también su esfuerzo, trabajo y valía, que le han llevado a convertirse en la undécima cocinera reconocida con el Premio al Mejor Jefe de Cocina, siendo Elena Arzak la última mujer que obtuvo el galardón en 2010”, informó en una nota la RAG, que preside Rafael Ansón. También se ha reconocido “una creatividad desbordante que le ha convertido en uno de los referentes de la escena gastronómica madrileña”.
    Marte es la primera cocinera extranjera en lograr este premio, que se instituyó en 1974. Los galardones en ésta y el resto de categorías se entregarán el 8 de junio en una ceremonia en Madrid que presidirá el ministro español de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria. Este año, coincidiendo con el vigésimo cuarto aniversario de unos galardones que inauguró en 1974 como Mejor Jefe de Cocina Juan Mari Arzak, del triestrellado Arzak –San Sebastián–, se han eliminado las nominaciones, estilo Óscar y Goya, para hacer una selección por categoría de todas las propuestas, desvelándose al ganador de cada una a lo largo de los próximos días.
    Habrá que esperar a los próximos días para conocer el nombre de los Premios Nacionales de Gastronomía que reconocen, entre otros, al mejor sumiller, jefe de sala, labor periodística y publicación en 2014. Además, se entregarán el Premio Nacional de Gastronomía Saludable a la personalidad e institución más destacada, el Premio Especial,  y el Premio Toda una Vida. Desde 1974, 45 jefes de cocina, 42 directores de sala, 16 sumilleres, 47 premios especiales, y 43 periodistas especializados han visto reconocido su trabajo en unos premios que reflejan la evolución de la cultura gastronómica en España.