Hizo su desfile en una brasserie
El desayuno más glamoroso de París fue el de Chanel
Karl Lagerferld no defraudó las expectativas de quienes esperaban una colección elegante.
Chanel se basó en la sobriedad de siempre (AP)
EL UNIVERSAL
martes 10 de marzo de 2015 11:59 AM
París.- Los delantales de camarero se convirtieron en faldas y los platos en bolsos, como eco de la brasserie que el modisto Karl Lagerfeld recreó en la Semana de la Moda de París para presentar su colección de pr t-à-porterotoño-invierno.
"Quería algo muy, muy francés y ¿qué es más francés que una brasserie'?", se preguntó sobre este tipo de establecimiento hostelero el alemán, director artístico de esta casa fundada en París.
La Brasserie Gabrielle, en honor al nombre de la fundadora, abrió sus puertas en el interior del Grand Palais. Las mesas estaban dispuestas a la espera de comensales, las barras estaban equipadas con croissants o huevos cocidos y ejemplares de The New York Times y Le Monde colgaban de los percheros a disposición de la clientela, reseñó Efe.
Un arsenal de camareros ataviados con un largo delantal, camisa blanca, pajarita y chaleco negro se revolvía junto a las máquinas de café y circulaba con bandejas por la sala, para servir tanto desayunos como champán al público que entraba en el espacio.
En la propuesta textil, quizá lo más representativo de este universo fueron las faldas, que se anudaron como un delantal, dejando la parte trasera abierta, sobre unos leggings o sobre otra falda.
"Cuento con gente genial a mi alrededor, pero diseño yo mismo cada prenda porque si no, me aburro", declaró el modisto octogenario que, firmando ocho colecciones anuales de Chanel, parece seguir teniendo una creatividad inagotable.
Fuente de esa imaginación fueron tanto el voluminoso origami acolchado de formas cuadradas que recubrió las mangas, o las cazadoras enteras, convirtiéndolas en una especie de armadura.
Las parkas bordadas con brillos son la prenda del invierno, en una bocanada de aires deportivos refinados, que convivieron sobre la pasarela con unas clásicas faldas de tubo en tweed y unos zapatos beige de tacón medio y puntera negra en pico, abiertos en el talón.
Los accesorios son otro de los rincones estrella de la casa. En esta ocasión se incorporó un modelo de bolso cubierto por platos blancos de postre y otro que simulaba la carta del restaurante.
Lo que parecía un jersey anudado al cuello se reveló en la espalda como una mochila y las figuras circulares metálicas configuraron collares, brazaletes y cinturones.
"Quería algo muy, muy francés y ¿qué es más francés que una brasserie'?", se preguntó sobre este tipo de establecimiento hostelero el alemán, director artístico de esta casa fundada en París.
La Brasserie Gabrielle, en honor al nombre de la fundadora, abrió sus puertas en el interior del Grand Palais. Las mesas estaban dispuestas a la espera de comensales, las barras estaban equipadas con croissants o huevos cocidos y ejemplares de The New York Times y Le Monde colgaban de los percheros a disposición de la clientela, reseñó Efe.
Un arsenal de camareros ataviados con un largo delantal, camisa blanca, pajarita y chaleco negro se revolvía junto a las máquinas de café y circulaba con bandejas por la sala, para servir tanto desayunos como champán al público que entraba en el espacio.
En la propuesta textil, quizá lo más representativo de este universo fueron las faldas, que se anudaron como un delantal, dejando la parte trasera abierta, sobre unos leggings o sobre otra falda.
"Cuento con gente genial a mi alrededor, pero diseño yo mismo cada prenda porque si no, me aburro", declaró el modisto octogenario que, firmando ocho colecciones anuales de Chanel, parece seguir teniendo una creatividad inagotable.
Fuente de esa imaginación fueron tanto el voluminoso origami acolchado de formas cuadradas que recubrió las mangas, o las cazadoras enteras, convirtiéndolas en una especie de armadura.
Las parkas bordadas con brillos son la prenda del invierno, en una bocanada de aires deportivos refinados, que convivieron sobre la pasarela con unas clásicas faldas de tubo en tweed y unos zapatos beige de tacón medio y puntera negra en pico, abiertos en el talón.
Los accesorios son otro de los rincones estrella de la casa. En esta ocasión se incorporó un modelo de bolso cubierto por platos blancos de postre y otro que simulaba la carta del restaurante.
Lo que parecía un jersey anudado al cuello se reveló en la espalda como una mochila y las figuras circulares metálicas configuraron collares, brazaletes y cinturones.
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