Las empanadas nocturnas de María: Tiene 17 años con su negocio en Trigal
“Siempre he soñado tener mi propio local. Algún día llegará”, expresó María Boscán. (Foto Carlos A. Pérez)
Sara Pacheco
A las tres de la tarde María Boscán empieza a preparar su partida. El equipaje consta de una cava, un termo de jugo y salsas caseras. Desde la Monumental emprende el camino hasta su punto. Quien pensó que las empanadas servían solo de desayuno, no ha conocido a María.
En la Avenida Mañongo de El Trigal, cruce con calle autocinema, en la esquina de la estación de servicio se encuentra la madre más famosa. ¿Por qué madre? Pues alimenta, aconseja y brinda abrazos tan cálidos como sol de mediodía. Pero ese, tal vez, no es el aspecto más conocido de María; definitivamente son sus empanadas.
Hace 17 años la barinesa emprendió la aventura de crear su propio negocio. Al principio no fue fácil. María cuenta que en sus primeros dos años trabajaba de día, pero los dueños de varios centros comerciales cercanos presentaron quejas. Eso no la detuvo. Le pareció buena idea empezar a vender de noche a muchachos que salieran de discotecas. El resultado es tangible.
Para María dar una entrevista no es fácil. A pesar de actualmente trabajar desde las cuatro de la tarde hasta las once y media, la afluencia de personas es constante, mayormente clientes fijos. Contaba una señora que tres generaciones de su familia la visitan casi religiosamente los fines de semana.
Mechada, pollo, guiso, pabellón, chicharronada, cazón, salchicha, molida y queso son el menú que ofrece. Me han dicho que son mejores que las de El Palito, comenta orgullosa.
Anteriormente amanecía en su punto. Hoy día prefiere irse temprano porque está cansada, no obstante viernes y sábado se le puede encontrar hasta las dos de la madrugada. María no posee vehículo propio, pero está afiliada a una línea de taxi que le sirve de transporte.
Luego de un día de trabajo llega a casa, donde la recibe su esposo -quien prepara los jugos- se acuesta e intenta dormir hasta tarde. Al despertar ya sus utensilios están limpios, así que se dedica a cocinar para la venta del día. No trabaja domingos y lunes, pero eso no significa que pueda descansar. “Esos días los agarro para preparar todo”, precisa.
“Mi familia me dice que deje esto, porque ya estoy agotada, pero éste es mi sustento. Con esto compro cosas para mi casa y ayudo a mi mamá que está enferma”, afirmó un poco nostálgica. María le agradece por enseñarle a hacer empanadas. Ella está muy mayor, tiene 98 años, pero a veces se para y amasa. Al hablar de su familia le es imposible borrar la sonrisa de su rostro. Narra entusiasta la historia de sus ocho hijos, ya independientes, gracias al esfuerzo de sus padres.
Las empanadas más famosas son de mechada y pabellón. Admitió tener un secreto en la cocina. Pero no se trata de ninguna hierba exótica o ingredientes traídos de otro continente. El amor es lo más importante, si tú haces las cosas brava te salen mal, insistió mientras bajaba su voz de forma confidencial.
El mismo amor que tiene al cocinar lo dirige a la atención. “María te amo”, vociferan algunos conductores que no se detienen a comprar.
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