ARPE VINUM
Argentina ha hecho del malbec su estandarte y es su principal país productor en el mundo
VLADIMIR VILORIA | EL UNIVERSAL
sábado 17 de enero de 2015 12:00 AM
Elogio del Malbec
La prensa seria y la crítica más exigente protesta contra la estandarización del gusto en el vino. Suerte de clones, su predecible parecido ha terminado haciéndolo soso, poco interesante y sin personalidad. Sobre todo en el Nuevo Mundo.
Por supuesto, hay sus elocuentes excepciones, pero la tendencia tristemente es esa: sabores planos, homogeneizados, en el fondo, industrializados. De allí la importancia de atreverse a conocer otras uvas, otros estilos. De allí, parafraseando a Wilde, la importancia de llamarse malbec. Miguel Brascó veía y sentía el malbec como ese muchacho buena onda siempre dispuesto a todo.
Cahors, en el suroeste de Francia y justo al sur de los grandes viñedos de Burdeos, es la tierra madre del malbec, llamado por ellos auxerrois y que antiguamente dominó esta región vitivinícola, tanto que su producción llegó a ser más vendida que la de los vinos del Médoc.
Hoy se vinifica para consumirse fresco y joven, y una arraigada tradición en Cahors trabaja el malbec para producir vinos de color muy oscuro -vinos "negros", los llamaban antaño-, tánicos, ácidos, agrestes, muy frutales.
Los de mejor estructura evolucionan en botella rápidamente y, según algunos, llegan a parecerse por su carnosidad y frescor a los buenos Saint-Emilion. Es utilizado, también, como parte de cortes para las mezclas en otras D. O. de Burdeos, justamente para aportar color y extracto al vino.
España, en la Ribera del Duero y el Priorat, ha adoptado al malbec para ser complemento muy importante de vidueños como el tinta de toro, el garnacha o el cariñena.
La verdad es que suelos muy pobres y climas muy calurosos conforman el ecosistema ideal donde esta variedad se siente cómoda y a sus anchas.
Argentina ha hecho del malbec su estandarte y es su principal país productor en el mundo.
En el siglo XIX llegó a los desiertos de Mendoza, en Argentina, y se aclimató perfectamente. Al pie de la cordillera crece y madura dicen, mejor que en su tierra natal. Cepa noble y fuerte, en pagos de todas las extensas 141.000 Ha. que comprenden sus viñedos y en altitudes que van de los 500 a los 1000 y tantos metros sobre el nivel del mar y donde existen importantes amplitudes térmicas entre el día y la noche, el malbec se desarrolla y crece de verdad sin mayor preocupación.
El malbec, con cuidados mínimos, hace posible resultados por lo general bastante aceptables y correctos.
En fin, cepa amigable, diferente y versátil a la hora de comer, siempre bien dispuesta y lista para todo. ¡Salud!
vladimirviloria@gmail.com
La prensa seria y la crítica más exigente protesta contra la estandarización del gusto en el vino. Suerte de clones, su predecible parecido ha terminado haciéndolo soso, poco interesante y sin personalidad. Sobre todo en el Nuevo Mundo.
Por supuesto, hay sus elocuentes excepciones, pero la tendencia tristemente es esa: sabores planos, homogeneizados, en el fondo, industrializados. De allí la importancia de atreverse a conocer otras uvas, otros estilos. De allí, parafraseando a Wilde, la importancia de llamarse malbec. Miguel Brascó veía y sentía el malbec como ese muchacho buena onda siempre dispuesto a todo.
Cahors, en el suroeste de Francia y justo al sur de los grandes viñedos de Burdeos, es la tierra madre del malbec, llamado por ellos auxerrois y que antiguamente dominó esta región vitivinícola, tanto que su producción llegó a ser más vendida que la de los vinos del Médoc.
Hoy se vinifica para consumirse fresco y joven, y una arraigada tradición en Cahors trabaja el malbec para producir vinos de color muy oscuro -vinos "negros", los llamaban antaño-, tánicos, ácidos, agrestes, muy frutales.
Los de mejor estructura evolucionan en botella rápidamente y, según algunos, llegan a parecerse por su carnosidad y frescor a los buenos Saint-Emilion. Es utilizado, también, como parte de cortes para las mezclas en otras D. O. de Burdeos, justamente para aportar color y extracto al vino.
España, en la Ribera del Duero y el Priorat, ha adoptado al malbec para ser complemento muy importante de vidueños como el tinta de toro, el garnacha o el cariñena.
La verdad es que suelos muy pobres y climas muy calurosos conforman el ecosistema ideal donde esta variedad se siente cómoda y a sus anchas.
Argentina ha hecho del malbec su estandarte y es su principal país productor en el mundo.
En el siglo XIX llegó a los desiertos de Mendoza, en Argentina, y se aclimató perfectamente. Al pie de la cordillera crece y madura dicen, mejor que en su tierra natal. Cepa noble y fuerte, en pagos de todas las extensas 141.000 Ha. que comprenden sus viñedos y en altitudes que van de los 500 a los 1000 y tantos metros sobre el nivel del mar y donde existen importantes amplitudes térmicas entre el día y la noche, el malbec se desarrolla y crece de verdad sin mayor preocupación.
El malbec, con cuidados mínimos, hace posible resultados por lo general bastante aceptables y correctos.
En fin, cepa amigable, diferente y versátil a la hora de comer, siempre bien dispuesta y lista para todo. ¡Salud!
vladimirviloria@gmail.com
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