CARPE VINUM
La calidad del champaña viene dada esencialmente por la fineza de la burbuja
VLADIMIR VILORIA | EL UNIVERSAL
sábado 3 de enero de 2015 12:00 AM
La vida en una burbuja
Encanto, frescor, deliciosa embriaguez. Vino fascinante capaz de tocar el espíritu humano allí donde otros no pueden, para hacerlo transitar por territorios insospechados de sensibilidad y euforia.
Consecuencia del méthode champenoise -segunda fermentación en botella donde se obtiene la fina burbuja- el champán se caracteriza por su elegancia y rica complejidad.
La Denominación de Origen Controlado que delimita la región de Champagne, es de las más rigurosas del mundo y controla desde la clasificación de los viñedos o la producción de kilos por hectárea, hasta el tiempo de crianza del vino en contacto con las levaduras muertas -un mínimo de 12 meses-, luego de obtenida la burbuja, que a veces puede durar hasta más de diez años en los mejores champañas.
Grosso modo, se pudiera decir que hay dos grandes familias de champaña, aquellas que expresan el carácter jovial de la uva, siempre muy francos y directos, esencialmente frescos y sabrosos pero poco complejos, y otros más ricos en matices donde las notas a levadura, pan tostado, trufas, flores, cítricos, caramelo o miel, matices obtenidos gracias a vinificaciones más cuidadas y al tiempo de crianza, sello de su personalidad y carácter.
La calidad del champaña viene dada esencialmente por la fineza de la burbuja. Mientras más pequeñas y delicadas mejor. En la copa fluirán hacia arriba en una corriente continua y rápida desde el fondo. Variaciones en la limpieza de la copa pueden afectar drásticamente el flujo de esas burbujas. El balance y equilibrio entre fruta, dulzor y acidez son absolutamente importantes.
La textura en boca, en los buenos champañas, debe ser crujiente, untuosa y persistente. Si el post-gusto es amargo, esa condición es muestra de una calidad mediocre.
Sobra decir que el champaña es mucho más que un aperitivo. Coma con él, déjese de prejuicios y verá lo bien que funciona con frutos de mar, pescados, carnes blancas, jamón ibérico o de Parma.
Frágil, debe consumirse lo más rápido posible después que sale al mercado. Solamente los millesimé resisten con dignidad el paso del tiempo.
Por lo general no se guarda, y su gran argumento es el frescor.
Es preciso comprarlo donde haya rotación comprobada del producto o directamente a sus distribuidores.
El último trimestre del año comienza a llegar fresco desde Francia y es el momento apropiado para comprar y disfrutar mejor sus peculiares atributos.
Regálese un buen champán estas pascuas y por qué no, hasta en el Día de Reyes, que bien merecido se lo tiene.
¡Salud y feliz 2015!
vladimirviloria@gmali.com
Encanto, frescor, deliciosa embriaguez. Vino fascinante capaz de tocar el espíritu humano allí donde otros no pueden, para hacerlo transitar por territorios insospechados de sensibilidad y euforia.
Consecuencia del méthode champenoise -segunda fermentación en botella donde se obtiene la fina burbuja- el champán se caracteriza por su elegancia y rica complejidad.
La Denominación de Origen Controlado que delimita la región de Champagne, es de las más rigurosas del mundo y controla desde la clasificación de los viñedos o la producción de kilos por hectárea, hasta el tiempo de crianza del vino en contacto con las levaduras muertas -un mínimo de 12 meses-, luego de obtenida la burbuja, que a veces puede durar hasta más de diez años en los mejores champañas.
Grosso modo, se pudiera decir que hay dos grandes familias de champaña, aquellas que expresan el carácter jovial de la uva, siempre muy francos y directos, esencialmente frescos y sabrosos pero poco complejos, y otros más ricos en matices donde las notas a levadura, pan tostado, trufas, flores, cítricos, caramelo o miel, matices obtenidos gracias a vinificaciones más cuidadas y al tiempo de crianza, sello de su personalidad y carácter.
La calidad del champaña viene dada esencialmente por la fineza de la burbuja. Mientras más pequeñas y delicadas mejor. En la copa fluirán hacia arriba en una corriente continua y rápida desde el fondo. Variaciones en la limpieza de la copa pueden afectar drásticamente el flujo de esas burbujas. El balance y equilibrio entre fruta, dulzor y acidez son absolutamente importantes.
La textura en boca, en los buenos champañas, debe ser crujiente, untuosa y persistente. Si el post-gusto es amargo, esa condición es muestra de una calidad mediocre.
Sobra decir que el champaña es mucho más que un aperitivo. Coma con él, déjese de prejuicios y verá lo bien que funciona con frutos de mar, pescados, carnes blancas, jamón ibérico o de Parma.
Frágil, debe consumirse lo más rápido posible después que sale al mercado. Solamente los millesimé resisten con dignidad el paso del tiempo.
Por lo general no se guarda, y su gran argumento es el frescor.
Es preciso comprarlo donde haya rotación comprobada del producto o directamente a sus distribuidores.
El último trimestre del año comienza a llegar fresco desde Francia y es el momento apropiado para comprar y disfrutar mejor sus peculiares atributos.
Regálese un buen champán estas pascuas y por qué no, hasta en el Día de Reyes, que bien merecido se lo tiene.
¡Salud y feliz 2015!
vladimirviloria@gmali.com
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