Por CARLOS SEIJAS MENESES CSEIJAS@EL-NACIONAL.COM
03 DE JULIO DE 2017 01:19 AM | ACTUALIZADO EL 03 DE JULIO DE
2017 06:33 AM
Comer en la calle se ha convertido en una opción inaccesible
para muchos venezolanos. Algunos procuran darse “un lujo” de vez en cuando,
pero al entrar en establecimientos de comida rápida o ir a un puesto de “balas
frías”, algunos se retiran espantados por los precios. El consumo ha mermado,
aseguran expendedores de estos alimentos. Fijar prioridades es una tarea
obligatoria para los usuarios, que deben rendir el dinero.
Los cinco miembros de la familia Pérez, por ejemplo, cuentan
con tres sueldos mínimos, lo que les permite acceder a los insumos básicos para
cubrir las necesidades; no obstante, no es suficiente para darse el gusto de
una hamburguesa en alguna de las cadenas que comercializan ese producto. “Esta
es la segunda vez que venimos este año, y porque en las dos ocasiones
celebramos algo especial. Y solo podemos comprar barquillas, que es lo más
barato”, afirmó Alejandra, la madre.
La gerente de uno de estos establecimientos de comida
rápida, en el suroeste de Caracas, aseguró que tuvieron que reducir el número
de empleados de 47 a 11 por el bajo flujo de consumidores. “Antes debíamos
abrir todas las cajas de pago, el automac y un punto destinado a la venta de
helados. Ahora, por la poca cantidad de trabajadores, el que atiende al cliente
también debe colaborar con la preparación del producto”.
Esta situación se agudiza cada vez que la cadena aumenta los
precios. Los combos medianos cuestan entre 14.800 bolívares y 15.950 bolívares.
Una cajita feliz para los niños cuesta 9.750 bolívares y la opción más cara
para los adultos tiene precio de 22.400 bolívares. La gerente afirmó que los
helados son los productos que más se venden. Por una barquilla de vainilla hay
que pagar 2.600 bolívares. “Solo ofrecemos vainilla porque no hay chocolate.
Además, los proveedores redujeron la distribución de insumos: antes venían 3
camiones semanales, ahora solo uno cada 15 días”.
Pero la cadena más famosa de hamburguesas estadounidense no
es la única con pocos clientes. Un jueves al mediodía, a la hora del almuerzo,
dos mesas de nueve estaban ocupadas en una pizzería del suroeste de Caracas. En
una de ellas dos amigas compartían una pizza mediana, mientras que un niño
recostado en la puerta de entrada les pedía un pedazo. Un solo empleado cobraba
y preparaba las pizzas.
“Antes todas las mesas estaban llenas, incluso las personas
esperaban para sentarse. Ahora el público se retira después de preguntar por el
precio más económico que tenemos, que es de 7.500 bolívares”, afirmó el
trabajador. Aseguró que las ventas cayeron 40% por los altos precios del menú.
La pizza americana personal cuesta 16.600 bolívares, mientras que la familiar
vale 59.400 bolívares. La merma en las ventas hizo que redujeran el número de
empleados de 12 a 5.
Los comercios de pollo frito también han sufrido el impacto
de la inflación. Una conocida empresa experimentó caída de 40% en las ventas en
un año en una sede en el este de Caracas. Un trabajador afirmó: “Hemos tenido
un bajo flujo de consumidores. Además, cada 15 días suben los precios. Esta
semana, por ejemplo, aumentaron 10%”. Los precios de los combos varían entre
14.200 bolívares y 26.200 bolívares. Comprar una opción que trae 12 piezas de
pollo cuesta 58.900 bolívares.
Una parada rápida en un puesto de balas frías puede costar
más de 15.000 bolívares por persona. Los precios de perros calientes, pepitos y
hamburguesas tampoco paran de subir. Acompañar una hamburguesa con un refresco
es considerado “un lujo”. “¿Qué es lo más barato que tienen para tomar?”,
preguntó un consumidor. Un agua a 1.000 bolívares.
Lo que antes era uno de los puestos con mayor flujo de
clientes en Las Mercedes, sobre todo en la noche, ahora presenta una fuerte
caída en el número de consumidores por los altos precios. Un perro caliente
normal cuesta 3.400 bolívares y una hamburguesa especial de carne 14.000
bolívares. El perro caliente con salchicha polaca está en 9.000 bolívares y el
pepito especial en 6.500 bolívares. Por un refresco hay que pagar 3.000
bolívares, mientras que el Nestea está en 3.200 bolívares.
Para los vendedores de balas frías es impensable no subir
los precios por el alto costo que representa mantener un puesto en la calle. El
saco de 80 panes para perros calientes costó 120.000 bolívares la última vez
que los comerciantes de Las Mercedes lo compraron. Sin embargo, a veces no lo
consiguen y se ven obligados a mandar a hacer los panes, opción que les resulta
más costosa. Además, deben pagar a los empleados y los demás insumos para la
preparación de las balas frías.
“El sueldo no me alcanza ni siquiera para comer más de una
vez por mes en un puesto de perro caliente”, expresó un consumidor mientras
comía un perro caliente de 2.900 bolívares en Chacaíto. Por la hamburguesa
había que pagar 8.500 bolívares y por el pepito 9.500 bolívares. Es la cuarta
vez que suben los precios en este puesto en la Plaza Brión. La situación hizo
que cayeran las ventas: de 700.000 bolívares diarios pasaron a 350.000
bolívares. Además, los encargados del puesto cierran a las 9:00 pm por la
inseguridad, pues han sido víctimas del hampa en un par de ocasiones.
Otros puestos cierran algunos días porque no tienen los
insumos necesarios para preparar los alimentos. Un puesto de balas frías en
Chacao cerró tres veces en junio por falta de pan. Aseguraron que la mercancía
estaba muy cara, por lo que tuvieron que subir los precios: un perro caliente
cuesta 2.500 bolívares, una hamburguesa de carne 6.500 bolívares y un pepito
12.000 bolívares. “Cada vez que suben los precios llegan menos clientes. Por
ende, disminuyeron las ventas: antes hacíamos un total de 600.000 bolívares y
ahora 200.000 bolívares”.
Las Cifras
9.750 bolívares cuesta un combo para niños en una cadena
de hamburguesas
120.000 bolívares le costó un saco de 80 panes al dueño de
un puesto de balas frías en Las Mercedes
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