09/03/2015
@shakiradimaCuando pensamos en los panes de Venezuela, recorren nuestros sentidos aquellos que provienen de la yuca, el plátano y el maíz, todos ellos con historias y recursos que hoy día, juegan un papel tradicional a la hora de comer.
Existen diversas formas de hacer panes, con múltiples cultivos, cereales, frutas, bulbos, con diferentes estilos, sabores y colores también, la capacidad de transformar la naturaleza gracias a la imperiosa genialidad del ser humano en su recorrido por la tierra, nos ubica en la actualidad frente a tres portadores de energía (yuca, plátano y maíz) que se han convertido hoy por hoy en el pan de cada día, y que traen junto con sus sabores, anécdotas viajeras dignas de ser escuchadas, compañeras de postres, salados y tostados.
Brevísima historia del pan
Ocarina Castillo, en su libro Los panes de Venezuela, a modo de introducción realiza un recorrido de la historia del pan, la cual se encuentra vinculada a dos momentos: primero en el Neolítico (Creciente Fértil) aproximadamente entre el 10.000 y el 8.000 a.C., donde se procesaban uno de los granos de los cereales más antiguos (la escanda) se molían, remojaban y escurrían en el fuego, de donde se elaboraban panes como el pita y muchos otros también de contextura plana.
El segundo hace 5.000 años a.C. en donde los egipcios inventan a través de un descubrimiento la fermentación para levantar la masa, lo que hoy en día conocemos como levadura, que lograr crear panes esponjosos.
Ahora bien en Venezuela cuando hablamos de pan, no sólo pensamos en aquellos que son resultado de los cereales como la cebada o el trigo –entre otros- sino en los que provienen de raíces, bulbos, tubérculos y frutos, que serían alimentos clave en las regiones tropicales, como viene al caso, nuestro país, donde conseguimos aparte de maíz, papa, ocumo, ñame, yuca y plátano, todos ellos con los que se pueden preparar esos panes representativos de nuestra dieta criolla y que son así mismo grandes portadores de energía.
De energía y también de alegrías, estos sustentos reposan en nuestro imaginario sensorial y sensible, recuerdan a través de tonadas populares la relación humilde, que se mantiene hasta nuestros días.
Arepita de manteca
Pa’ mama que da la teta,
Arepita de cebada
¡pa´papa que no da nada!
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