Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

miércoles, 5 de abril de 2017

“Amargo de Veneçiuela” La tarea urgente de Venezuela es la de encontrar a alguien que repita la dedicación del médico alemán Johann Gottlieb Benjamin Siegert, quien hace 195 años dio con la fórmula del amargo de Angostura





 Dr. Johann Gottlieb Benjamín Siegert
Por JOSUÉ D. FERNÁNDEZ
El Nacional 05 DE ABRIL DE 2017 02:16 AM
En función de sus efectos, este amargo con parentesco nominativo con el de Angostura se distanciaría bastante del que remedió una epidemia de cólera en 1822, en momentos de violento ataque a la población de Santo Tomás de Nueva Guayana en la ribera del Orinoco, también bautizada como Ciudad Bolívar posteriormente. Muy al contrario, el de “Veneçiuela” se aproximaría en generación de trastornos, aunque más graves aún, al producido por la raíz venenosa de nombre vulgar “yuca amarga”, causante de decenas de muertes e intoxicaciones, reportadas desde 2016 en un tercio de estados venezolanos.
El nombre de Veneçiuela en referencia, por otra parte, lejos de la atribución al país que mencionaría Américo Vespucio a Lorenzo de Medici como “Pequeña Venecia”,  de manera antagónica se ha querido discutir en serio y en guasa que este más bien tendría procedencia anterior en voz de la etnia Añú o Paraujana, la cual significaría “Agua Grande”, y con la que se conocería la entrada al lago San Bartolomé, antecesor nominal del lago de Maracaibo.
El inicio del destino de amargura por aquellos territorios occidentales, extendido a una nación entera, se localizaría millones de años atrás, con la desaparición de los dinosaurios, cuyos huesos fueron a reposar en vastos cementerios sedimentados en enormes fosas. Lo que luego sería una fortuna mundial derivada de sus propiedades como fuente de energía petrolera, alta demanda  y precios, allí se convertiría en tesoro de pocos que esquilmaban la riqueza a la población entera, dejaría a todos en mayor pobreza y debilitados para reclamar justicia a través de engaños y represión.
La desgracia proseguiría en principio, al filtrarse los  aceites minerales del subsuelo  y pasar  a contaminar los reservorios de agua para el consumo de sus pobladores. Entonces la tragedia se manifestó en abandono de la tierra y los cultivos, la ganadería y los campos, porque sus habitantes se trasladaban a las ciudades para sobrevivir en situación de marginalidad. Esa miseria la aprovecharon militares y charlatanes para esclavizarles, con tratamientos populistas de distintos colores, en diferentes momentos de su historia.
Semejante devastación del “Amargo de Veneçiuela” alcanzaría lamentables extremos al suscitarse la interminable escasez de alimentos y medicinas, en la antesala del 2020, cuando parte de la población se dedica a comer residuos de basuras saqueados a los camiones recolectores y se entrega a la muerte por la propagación de virus y bacterias de difícil combate. La “yuca amarga”, empleada asimismo para apaciguar el hambre, únicamente complementaría estragos irremediables por las altas dosis de cianuro en su composición.
La tarea urgente de este país de ahora es la de encontrar a alguien que repita la dedicación del médico alemán Johann Gottlieb Benjamin Siegert, quien hace 195 años dio con la fórmula del amargo de Angostura para detener los avances del cólera. Tal vez ya no sea cuestión de medicamentos convencionales, sino la de sanar mentes terriblemente envenenadas mediante buenos ejemplos en los que prevalezcan la honradez y las nobles intenciones para doblar 180° hacia  destinos de paz, convivencia y progreso jamás vistos por aquí.
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