Por MAGALY RODRÍGUEZ/
MRODRIGUEZ@EL-NACIONAL.COM
Todo en Domingo 09 DE ABRIL DE 2017 12:01 AM
El gastrobús de Margarita
“En Venezuela, el concepto de comida rápida es mal visto. La gente tiene la idea de que es una comida grasienta o de baja calidad”, explica Carlos Paz, un diseñador gráfico que hace dos años se propuso desafiar esa creencia. Resuelto a cumplir su sueño de montar un proyecto en el que convergieran los talentos de cocineros invitados, compró un autobús escolar y lo transformó. El chef Nelson Méndez le enseñó cómo preparar un buen pernil y un lomo prensado larense; Juan Carlos Bruzual, del Iepan, le dio recetas para hacer sus propios panes. Con un sándwich de pernil como carta de presentación y con el nombre del célebre picante amazónico, catara, Paz poco a poco fue agregando nuevos platos que encajaran en ese punto intermedio y feliz entre cocina cuidada y comida callejera, con amigos cocineros que colaboran con creaciones propias.
“En Venezuela, el concepto de comida rápida es mal visto. La gente tiene la idea de que es una comida grasienta o de baja calidad”, explica Carlos Paz, un diseñador gráfico que hace dos años se propuso desafiar esa creencia. Resuelto a cumplir su sueño de montar un proyecto en el que convergieran los talentos de cocineros invitados, compró un autobús escolar y lo transformó. El chef Nelson Méndez le enseñó cómo preparar un buen pernil y un lomo prensado larense; Juan Carlos Bruzual, del Iepan, le dio recetas para hacer sus propios panes. Con un sándwich de pernil como carta de presentación y con el nombre del célebre picante amazónico, catara, Paz poco a poco fue agregando nuevos platos que encajaran en ese punto intermedio y feliz entre cocina cuidada y comida callejera, con amigos cocineros que colaboran con creaciones propias.
Su reticencia inicial a sumar hamburguesas cedió cuando descubrió que podía adaptarlas al estilo que perseguía, como la minihamburguesa con asado negro, compota de cebollas caramelizadas, queso guayanés y chips de plátano. Catara igual propone platos vegetarianos y ensaladas, como la caliente de queso de cabra, berenjenas y calabacines asados, merey, pechuga a la plancha y tomates confitados. Las salsas también son únicas: una combina chocolate y caraotas. Otra, maíz y ají margariteño, que combina bien con empanaditas de chicharrón con queso llanero.
“Si quieres montar tu propio camión, siempre hay que tener presente que lo que sea que prepares tiene que adaptarse a la infraestructura con la que cuentas. También te enfrentas con ese limbo burocrático en el que un food truck no puede registrarse ni como un carrito de perrocalientes ni como un local”. Él sorteó ese escollo con ingenio. Alquiló un solar de alquiler de carros cerca de la redoma de Los Robles, que ofrecía techo y un baño, y allí instaló su autobús con todo y mesas para que los comensales estuvieran más cómodos. Catara se desplaza y ahora está en la pista de karting de la Ciudad Deportiva de Pampatar, antiguo canódromo de Margarita (frente al Sambil), donde abre de 6:00 am a 11:00 pm. En Instagram son @cataragastrobus
Pizzas al vuelo
Con triple queso, maíz y pimentón pero con poquita cebolla. Sin anchoas pero con doble pepperoni, champiñones y muchas aceitunas. Cada quien tiene sus manías al preparar su pizza favorita. Para permitirse el antojo sin fajarse a amasar ni ensuciar la cocina, Paul Córdoba (piloto) y Carlos De Leonardis (cocinero y panadero) idearon Il Jet Studio Pizza, un camión al que los comensales pueden subirse a preparar con sus propias manos esa alquimia individual de sabores. La masa es un secreto familiar de De Leonardis, quien prepara las bases con el visto bueno de su nonna. Los clientes las coronan personalmente a su gusto —guantes desechables de por medio— con las salsas e ingredientes ofrecidos en una larga barra de toppings.
El nombre del camión alude en parte a la velocidad con la que las pizzas están listas: se cuecen en un horno de aire caliente —casi como una turbina de avión— que a los cuatro minutos las deja doradas en el punto justo. El precio del resultado se calcula por kilo. Esta idea, que hace dos años empezó a levar, estuvo lista hace seis meses. “Más que un camión de pizzas, es un food studio, un laboratorio. Al principio, a la gente le da un poco de pena subir al camión, pero cuando ven que pueden ponerle de todo se entusiasman. Nos pusimos a averiguar si en algún otro país existía un concepto como este de preparar tu propia pizza, y aparentemente somos los primeros”, se enorgullece Córdoba, quien apunta que también ofrecen algunas rebanadas listas para comer como la pizza omelette, que sirve como desayuno.
Il Jet suele instalarse de jueves a domingo de 6:00 pm a 10:00 pm, en la calle de restaurantes chinos de El Bosque, frente a Festejos García, y los sábados de 6:00 am a 1:00 pm. en el mercadito de Los Palos Grandes en Caracas, aunque su ruta puede cambiar y se anuncia en sus redes. También ofrecen sus servicios para eventos y fiestas. En Instagram: @iljetstudiopizza
Menú en fucsia
Karinella Crasto y su esposo Alejandro Mavarez viajaban con sus hijos todos los fines de semana a un club en Higuerote, dispuestos a desconectarse de la ciudad. Esa costumbre los llevó al punto de saturación de quien todos los fines de semana se consigue siempre con el mismo menú. A la vez, ambos se debatían entre emigrar o buscar una nueva forma de emprender. Ella, publicista con experiencia en producción de eventos y catering, se enamoró de los food trucks durante un viaje a Miami y regresó con la ilusión de montar uno. No sabían dónde ni cómo. Compraron una kombi, la intervinieron en Altagracia de Orituco, y con la ayuda creativa de unos tíos publicistas y diseñadores nació Fucsia. Con ella, también el reto de dónde instalar en Caracas un camión que pudiese regentar un equipo femenino con la menor exposición posible a la inseguridad. Se les prendió el bombillo: quizás el lugar debía ser otro.
Desde hace seis meses, el club Aguasal ofrece a sus miembros otra propuesta culinaria de viernes a domingo. Una chispa de rosa neón en un paisaje azul y verde, que resultó un éxito rotundo. El menú que Crasto prepara para cada semana y que va adelantando en Instagram para emocionar es siempre distinto, primero para sorprender, y también para sortear con donaire los caprichos de la escasez. Un fin puede ser de comida china. Otro, de ossobuco con polenta frita. Sirven desayunos, platos principales, cervezas artesanales y postres, desde la mañana hasta la medianoche. “Algunas cosas se han ido quedando porque ya la gente no deja que las saquemos del menú, como las panquecas con Nutella, los choripanes y la torta de chocolate”. ¿Es fácil cocinar en un camión? “Lo más duro es el calor. Cuando estás ahí parada con el sol, la plancha y las cuatro hornillas encendidas, sudas hasta el alma”, dice divertida. “Pero nada es tan satisfactorio como la emoción de la gente que dice que bajó hasta Higuerote nada más que a probar tus platos. Nos quedamos en Venezuela y fue una buena decisión porque sí se puede. Cuando este país cambie, estaremos listos para poner a rodar cientos de Fucsias”. En Instagram son @fucsiaft
Lúpulos rodantesCon triple queso, maíz y pimentón pero con poquita cebolla. Sin anchoas pero con doble pepperoni, champiñones y muchas aceitunas. Cada quien tiene sus manías al preparar su pizza favorita. Para permitirse el antojo sin fajarse a amasar ni ensuciar la cocina, Paul Córdoba (piloto) y Carlos De Leonardis (cocinero y panadero) idearon Il Jet Studio Pizza, un camión al que los comensales pueden subirse a preparar con sus propias manos esa alquimia individual de sabores. La masa es un secreto familiar de De Leonardis, quien prepara las bases con el visto bueno de su nonna. Los clientes las coronan personalmente a su gusto —guantes desechables de por medio— con las salsas e ingredientes ofrecidos en una larga barra de toppings.
El nombre del camión alude en parte a la velocidad con la que las pizzas están listas: se cuecen en un horno de aire caliente —casi como una turbina de avión— que a los cuatro minutos las deja doradas en el punto justo. El precio del resultado se calcula por kilo. Esta idea, que hace dos años empezó a levar, estuvo lista hace seis meses. “Más que un camión de pizzas, es un food studio, un laboratorio. Al principio, a la gente le da un poco de pena subir al camión, pero cuando ven que pueden ponerle de todo se entusiasman. Nos pusimos a averiguar si en algún otro país existía un concepto como este de preparar tu propia pizza, y aparentemente somos los primeros”, se enorgullece Córdoba, quien apunta que también ofrecen algunas rebanadas listas para comer como la pizza omelette, que sirve como desayuno.
Il Jet suele instalarse de jueves a domingo de 6:00 pm a 10:00 pm, en la calle de restaurantes chinos de El Bosque, frente a Festejos García, y los sábados de 6:00 am a 1:00 pm. en el mercadito de Los Palos Grandes en Caracas, aunque su ruta puede cambiar y se anuncia en sus redes. También ofrecen sus servicios para eventos y fiestas. En Instagram: @iljetstudiopizza
Menú en fucsia
Karinella Crasto y su esposo Alejandro Mavarez viajaban con sus hijos todos los fines de semana a un club en Higuerote, dispuestos a desconectarse de la ciudad. Esa costumbre los llevó al punto de saturación de quien todos los fines de semana se consigue siempre con el mismo menú. A la vez, ambos se debatían entre emigrar o buscar una nueva forma de emprender. Ella, publicista con experiencia en producción de eventos y catering, se enamoró de los food trucks durante un viaje a Miami y regresó con la ilusión de montar uno. No sabían dónde ni cómo. Compraron una kombi, la intervinieron en Altagracia de Orituco, y con la ayuda creativa de unos tíos publicistas y diseñadores nació Fucsia. Con ella, también el reto de dónde instalar en Caracas un camión que pudiese regentar un equipo femenino con la menor exposición posible a la inseguridad. Se les prendió el bombillo: quizás el lugar debía ser otro.
Desde hace seis meses, el club Aguasal ofrece a sus miembros otra propuesta culinaria de viernes a domingo. Una chispa de rosa neón en un paisaje azul y verde, que resultó un éxito rotundo. El menú que Crasto prepara para cada semana y que va adelantando en Instagram para emocionar es siempre distinto, primero para sorprender, y también para sortear con donaire los caprichos de la escasez. Un fin puede ser de comida china. Otro, de ossobuco con polenta frita. Sirven desayunos, platos principales, cervezas artesanales y postres, desde la mañana hasta la medianoche. “Algunas cosas se han ido quedando porque ya la gente no deja que las saquemos del menú, como las panquecas con Nutella, los choripanes y la torta de chocolate”. ¿Es fácil cocinar en un camión? “Lo más duro es el calor. Cuando estás ahí parada con el sol, la plancha y las cuatro hornillas encendidas, sudas hasta el alma”, dice divertida. “Pero nada es tan satisfactorio como la emoción de la gente que dice que bajó hasta Higuerote nada más que a probar tus platos. Nos quedamos en Venezuela y fue una buena decisión porque sí se puede. Cuando este país cambie, estaremos listos para poner a rodar cientos de Fucsias”. En Instagram son @fucsiaft
Eso es exactamente lo que significa Rolling Hops: un homenaje a ese ingrediente que le da amargor y aroma a la cerveza. De los mismos creadores del local La Birrería, el festival Beervana y la cerveza artesanal Norte del Sur, llega este camión de cervezas artesanales que está a punto de echar a andar, pero que no está dispuesto a confinarse a la etiqueta de bar rodante. “Lo diseñamos pensando en ser una plataforma para eventos sociales y culturales”, explica Iliana Chávez. Ella y su esposo Alejandro Jiménez comprendieron que el concepto de beer truck era literalmente un vehículo para impulsar el disfrute y la educación sobre el producto que elaboran.
“En Venezuela, la gente tiene un paladar muy dulce, incluso para la cerveza. La idea es que poco a poco ese gusto se vaya ampliando también hacia otras más amargas, con otras características, y que cualquiera pueda aprender a qué sabe una blondie o una pale. Queremos que Rolling Hops sea una forma de relax que, más allá de promover cerveza, también sirva para generar cultura y celebrar el emprendimiento venezolano en medio de esta coyuntura”. Esta kombi adquirida en Puerto Ordaz, que muy pronto estará equipada con seis sifones que ofrecerán distintos tipos de cervezas artesanales —elaboradas por ellos y otros colegas— de entrada participará en eventos privados y gastronómicos, aunque también contempla la idea de llevar sus espumas a otras ciudades del país. Su Instagram ya está activo: @rollinghops
Cumaná portátil
El chef Egidio Rodríguez lleva una doble vida. Es como un Clark Kent culinario. Unos días trabaja preparando banquetes de alta cocina como chef ejecutivo de la Embajada de Francia. Otros, cambia los échalotes por el ocumo, y con su socio, el chef Roger García, se encarga de imaginar cómo realzar y promover los sabores de su Sucre natal en El Compay, un food truck de comida rápida con sabor oriental que estrenaron en noviembre de 2016 y que ocasionalmente sale de gira para que nadie se quede con las ganas.
“Como se acercaban los 500 años de Cumaná, el profesor Víctor Moreno nos preguntó que por qué no se hacía una propuesta con los sabores y los productos del estado”. Inspirado en los programas televisivos que muestran la movida de la comida rodante, Rodríguez y García decidieron que un camión era una buena manera de empezar y compraron un GMC de 1957 que adaptaron a sus necesidades. Ahí, servidos en cestas de mapire, ofrecen el pepito de mariscos —pan casero con calamares y camarones rebozados, queso amarillo, vegetales, ají dulce y chips de ocumo—; el pepito cumanés —con chicharrón de róbalo, mojito de rompelicra y chips de plátano—, la hamburguesa de pulled pork —lomo mechado de cerdo, aguacate, queso de mano y salsa BBQ— o la hamburguesa de atún Caribe, con vegetales, queso cheddar, mayonesa de ají jobito y papas chips. También preparan el asopado de Cariaco, el singa parao —licor artesanal de la zona— y el papo e’ vieja, un dulce a base de papelón que preparan con harina de casabe.
Chocolates Mantuano les dedicó una edición especial con tres especias de Río Caribe y papelón de Cumanacoa. Montemayor, su propio picante de ají jobito: Araya. “Es muy bonito representar al estado Sucre y poder llevar a otros estados de Venezuela una propuesta con los sabores de oriente. La gente la ha aceptado con mucho cariño y se nos han acercado personas que quieren sumarse como franquicias, incluso fuera del país. Lo estamos estudiando”. El Compay usualmente se estaciona en la terraza de Eva Luna Boutique en el C. C. Giraluna de Cumaná. En Instagram: @elcompayfoodtruck
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