Black Out de María Moreno
Por XENIA GUERRA
El Nacional Papael Literario 06 DE ABRIL DE 2017
El lenguaje y un vaso, o dos, de ginebra coinciden en una
exigencia: la posibilidad de algo más fuerte que cualquier realidad. Una
mitología diversa se ha fundado alrededor de la botella. En Black out de
María Moreno la botella es el objeto que se transforma en habla para significar
el estremecimiento de las historias o la suma de signos que conforman la
novela, ya no digamos la vida. En el sentido de Barthes, un significado en el
mito puede estar sujeto a varios significantes; en la novela, la botella se
multiplica no solo en la mirada borracha del personaje, sino en las distintas
circunstancias donde es protagonista para fundar desde su forma un sentido;
porque en las botellas de Black out se evaporan el pasado, la memoria, las
situaciones, las decisiones hasta convertirse en letra, en habla, en formas del
lenguaje que trazan las fronteras entre el mito y una teoría de la embriaguez
que atraviesa no solo una forma de estar en la vida, sino los procedimientos
discursivos de la obra. Es decir, las tres partes en las que se divide la
novela: “La pasarela del alcohol”, “Del otro lado de la puerta vaivén” y
“Ronda” se multiplican asimétricamente como distintas reacciones del alcohol en
la narradora que, a su vez, involuntariamente, podría estar desdoblándose entre
María Moreno y Cristina Forero para reconocer la sacralidad que guarda lo
profano del alcohol en los ritos de fraternidad, sexo y escritura.
Black out es eso que Giorgio Agamben, en La potencia
del pensamiento, llama “máquina mitológica” capaz de producir mitologías con el
espejismo de ocultar herméticamente dentro de sí el mito. En ella identificamos
a la autora / narradora María Moreno. Su ejercicio de autoficción reproduce la posibilidad
e imposibilidad de decir “yo” alrededor de la botella que transforma el tiempo
en el intercambio de pasado y futuro, ambos acabados e inacabados en historias
narradas que son objeto de conocimiento y modo de conocer. Principalmente, a
través de los ritos.
Los ritos de fraternidad: el “yo” en el conocimiento de su
máquina mitológica festiva:
“Nuestra amistad tenía la edad de nuestro whisky. Las tres
testuces cubiertas de tres razas argentinas de toros magnificaban la etiqueta
del Criadores: los creadores ignorantes u olvidados del significado del
eslogan ‘The Breeder’s Choice’ hablábamos de Frantz Fanon, de Sartre y de Perón
bajo los emblemas de Sociedad Rural. En cambio Borges, que no aguantaba el
whisky, se tomaba, de miedo antes de cada conferencia, una copita de grappa, o
sea, él, al que considerábamos tan cipayo, cuando bebía podría haber dicho con
su gusto espontáneo por la paradoja ‘yo nacionalizó’ ya que la grappa es una
bebida de italianos” (p. 131).
Un rito de fraternidad que evoca otros mitos, en un sentido
borgeano y en palabras de Agamben: “El laberinto interioriza lo que tiene a
distancia”.
Los ritos del sexo: el mito de la botella que da lugar a los
ritos sexuales está sujeto a situaciones límite: “El muchacho olía a sudor de
miedo, a medicina fermentada, a vino viejo. Yo probaba con la lengua esa dieta
nueva un poco agria, la desinfectaba con el alcohol que había tomado” (p. 115).
Desinfección de moralismos y prejuicios que trascienden la pretensión de la
pequeña muerte en el orgasmo.
Los ritos de la escritura: el gran mito de la botella en
literatura, los escritores briagos, ¿nos responde Black out la pregunta
sobre si se puede escribir borracho? Después de leer la novela puede afirmarse
que en la obra las formas de literatura / alcohol devienen sentido de sobriedad
/ escritura que fundan una poética de la embriaguez (del estremecimiento)
proyectada en las figuras de botellas, especialmente de ginebra.
La conjunción de estos ritos configura la episteme en
la que se convierte Black out en función de las mitologías de la botella. La
novela como máquina mitológica también funge como máquina lingüística para
organizar una composición de voces que acentúan aún más sus máscaras bajo la
embriaguez. Voces cuya exigencia es nombrar un vacío resguardado dentro del
mito novelado, puesto que, es solo en él donde tiene la posibilidad de
nombrarse.
“Si escribo lo que escribo, ¿me desnudo?” (p. 271) dice la
narradora como parte de la autoficción, preguntándose por la estrategia de la
máquina mitológica para elaborar su propio secreto desde la sacralidad en los
ritos profanos, preguntándose por el rango de sobriedad y conocimiento de la
máquina lingüística. Esto es, la bi-polaridad en una máquina llamada Black
out.
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Black out
María Moreno
Literatura Random House
Buenos Aires, 2016
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