La estupidez humana no tiene límites y lo que ocurre con
las panaderías lo prueba
El oficio más antiguo del mundo no es el que están
pensando, en femenino. Es otro, humilde y mágico, casi milagroso: el panadero.
Acostumbrado a amasar ilusiones, hoy hornea el peligro ante la amenaza de
extinción por falta de harina. La estupidez humana no tiene límites y esto que
está ocurriendo con las panaderías es la mejor prueba de ello. Cuando el pan se
acaba y el circo da pena, cualquier gobernante sobra.
Cuando Pablo Neruda recibió el Premio Nobel en 1971, en
su discurso dijo que el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada
día. Muchos años antes, en el diario El Nacional, en 1952, había publicado un
poema, Hablando en la calle, que luego incluyó en Odas elementales, donde hace
una gran metáfora de su universo comestible y, en la parte que recuerdo, dice
cosas así: "... y en el pan / busco / más allá de la forma: me gusta el
pan, lo muerdo, / y entonces / veo el trigo, / los trigales tempranos, / la
verde forma de la primavera / las raíces, el agua, / por eso más allá del pan,
/ veo la tierra, / la unidad de la tierra, / el agua, / el hombre, / y así todo
lo pruebo / buscándote en todo". Así estamos todos, buscándolo por todas
partes.
Neruda tiene también otro poema que a pesar de haber sido
escrito a mediados del siglo pasado, a nosotros nos suena tan actual, tan
vívido, que resulta casi una premonición. Se llama La gran mesa y dice:
"Tener hambre es como tenazas / es como muerden los cangrejos, / quema,
quema y no tiene fuego: / el hambre es un incendio frío. / Sentémonos pronto a
comer / con todos los que no han comido, / pongamos los largos manteles, / la
sal en los lagos del mundo, / panaderías planetarias, / mesas con fresas en la
nieve, / y un plato como la luna / en donde todos almorcemos. / Por ahora no
pido más /que la justicia del almuerzo".
Uno tiene que refugiarse en la poesía para aplacar tanta
estupidez oficial que se escucha cada día. Lo último que recuerdo es una
declaración de alguien donde dice que el pan de trigo es una imposición del
imperialismo después de la segunda guerra mundial. Al que dijo eso le informo
que en Venezuela se está haciendo pan desde 1500 cuando se amasó por primera
vez en la isla de Cubagua con harina traída de Sevilla.
Un censo de 1787 da cuenta que en Caracas existían 39
panaderos independientes, la mayoría de ellos mujeres, dedicados al amasijo de
pan aliñado y pan prieto, que era el más barato. El historiador Arístides
Rojas, autor de Orígenes Venezolanos y Leyendas históricas de Venezuela, dice
que la primera panadería moderna se creó en 1825. De ahí en adelante el negocio
del pan se industrializó y para 1856 existían en Caracas 15 negocios dedicados
a la fabricación de pan que, según un registro ordenado por Guzmán Blanco,
llegaron a ser 23 en 1876. Caracas, de acuerdo a un censo de la época, tenía
47.013 habitantes, 3.684 de ellos extranjeros y, entre ellos, 506 franceses
"casi todos panaderos, sastres y zapateros".
Las víctimas de hoy no son solo los portugueses que
amasan a diario la poca harina que consiguen, sino todos nosotros condenados a
vivir sin pan y cada día con menos libertad. No solo de pan vive el hombre,
pero ayuda.
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