El queso maduro huele fuerte y sabe bien
Los consumidores comienzan a valorar las características de la nueva línea de productos de Ananké y a entender las claves que les permite elegir el mejor momento para disfrutarlos
Desde que llegaron a bodegones y supermercados los quesos madurados de Ananké no han dejado de despertar interés. Sorprenden sus cambios con el pasar de los días: el sabor, el aroma y la apariencia que los caracteriza cuando son jóvenes nada tiene que ver con lo que ofrecen dos semanas después y eso, reconocen Elisa Grimaldi y Marianela García, fundadoras y directoras de la empresa, confunde a los consumidores.
Es la razón por la cual iniciaron una cruzada cuyo fin es mostrar las bondades de estos tres quesos –Galipanero y Paramero, que se ofrece con o sin ceniza– a un mercado acostumbrado al producto fresco. “Poco a poco se comienzan a valorar sus características y a entender que los cambios que sufren con el pasar de los días nada tiene que ver con su calidad sino con su maduración”, explican las emprendedoras, que después de 11 años de trabajo se aventuraron con esta nueva línea, inspirada en quesos franceses como el Camembert y el Brie, que exigió un año de pruebas.
“Cuando el consumidor conoce el proceso de maduración puede elegir con más facilidad el mejor momento para disfrutar el queso de acuerdo con sus gustos”, explica Grimaldi, mientras coloca sobre una mesa tres unidades de Paramero con cenizas. ¿Diferencias? El primero, el más joven, es firme y de sabor fresco; el segundo, un poco más maduro, es más cremoso, de sabor intenso sin llegar a ser fuerte; y el tercero, a punto de llegar a su fecha de vencimiento, ofrece una textura muy untuosa y sabor fuerte, incluso picoso.
“El punto de equilibrio de estos productos está en la mitad de su vida”, dicen las directoras de Ananké, que usan leche de cabra procedente de fincas de productores quiboreños para elaborarlos, reconocen que los madurados no son quesos fáciles, y recuerdan que cuando comenzaron a comercializarlos afrontaron muchas devoluciones de quienes pensaban que se malograban con el paso del tiempo.
Pero la cruzada ha dado buen resultado.
La inclusión de una guía en el dorso de la etiqueta permite definir la edad del producto y eso ayuda mucho, aseguran García y Grimaldi, que no dejan de mencionar que es importante saber que estos quesos siguen su evolución cuando llegan a casa, en nevera, donde deben mantenerse preferiblemente en su empaque original y nunca en envases herméticos.
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