Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

viernes, 3 de octubre de 2014

La familia materna de mi madre es oriunda de Rubio (Edo. Táchira) Visítenlo y acuérdense de honrar a mis antepasados, dueños hace siglos de la Hacienda Caficultora "La Voladora"


La construcción fue ejecutada a comienzos de la década de 1910 por constructores anónimos a petición de Teófilo Sánchez, importante caficultor del lugar y primer propietario del inmueble. Para los días de su construcción, estaba ubicada en los límites del pueblo hacia el extremo sur, hasta que en 1944 las obras conmemorativas al Sesquicentenario del pueblo, incentivaron la expansión urbana de la localidad, hasta esa fecha la vivienda era la sede de la administración de la finca Azucena e incluso allí se procesó y almacenó el café producido en dicha finca, por ello cuenta con patios de secado, depósitos y caballerizas dentro del cuarto de manzana que ocupa la edificación. A comienzos de 1930 Teófilo Sánchez Hijo es enviado a cursar estudios de medicina en Alemania y a su regreso hereda la vivienda, que deja de ser casa de habitación de la familia en 1948, vendiendo esta propiedad a un joyero que la divide y la alquila en locales comerciales, conservándose como una edificación de uso residencial y comercial hasta el presente.
Es una edificación civil ubicada en la esquina de la parcela, alineada a la acera, continua a las edificaciones vecinas, con un área útil de 7000 m², organizada en torno a dos patios centrales con corredores, alineados hacia el costado oeste o costado frontal, que comunican las habitaciones y áreas de servicio. Sobre el lindero del lado oeste hacia la avenida 9 se ubica el cuerpo de la fachada de acceso, hoy cubierto de losas planas que abarcan hasta la esquina de la edificación, en este cuerpo sobresale el volumen del salón ubicado en una segunda planta de forma rectangular, donde se aprecian tres puertas de doble hoja en madera e igual número de balcones. En su ejecución fueron utilizados materiales y técnicas constructivas comunes al lugar y a la época, de muros de tierra y techos de vigas de madera con caña brava con teja criolla, con incorporación reciente de láminas de zinc y losas planas. En cada uno de estos remates hay una forma similar a la de los abanicos, por lo que es conocida como la casa de los abanicos. El resto de la vivienda conserva la cubierta original de techo a dos aguas en caña y teja criolla. La cara inferior de los techos está cubierta con cielo raso de anime, que originalmente fueron de láminas metálicas repujadas traídas de Alemania.

La organización de los ambientes internos se encuentra agrupada en torno a los dos patios centrales frontales, alrededor de los que se ubican los corredores conectados por medio de altos vanos rectangulares a los espacios de los salones principales, que dan hacia la calle y hacia el solar de fondo, que es donde se encuentran los antiguos patios de secado y las caballerizas. Las puertas de sencillo diseño fueron substituidas por modelos más recientes de metal y vidrio, destacando alguna de las puertas originales hacia el interior de la vivienda. A pesar de las incorporaciones y modificaciones hechas a la estructura, es una construcción que preserva muchos de sus rasgos originales.

MI TIO ABUELO, MONSEÑOR RAFAEL ANGEL EUGENIO FUENTES, MURIO EN SETIEMBRE DE 1974,
JUSTAMENTE LLEGANDO DE BOROTÁ A  SU CASA EN CAPACHO VIEJO (Libertad) DESPUÉS DE HABER
CUMPLIDO SUS OBLIGACIONES DOMINICALES COMO PÁRROCO DE BOROTÁ Y DE LA CÁRCEL DE "SANTA ANA"
EN SAN CRISTÓBAL...

Todo nace a raíz de un clásico que se realiza en Palmira por el año de 1969, y a partir de eso quedó la espinita, el gusanito de hacerlo en Borotá… Donde para la época ya se le realizaban las recochas o caimanera, términos pertinente a eventos deportivos.
Cada Semana Santa la población del municipio Lobatera el Sábado de Gloria a partir de las 2 p.m recibe a propios y visitantes para uno de sus eventos más importantes: La Vuelta en Trompo a Borotá, una tradición que ha sido heredada en familia y que desde el 5 de abril de 1.971 se han mantenido vigente para el disfrute de chicos y grandes.
En la primera edición cuando se desarrolló la actividad participaron 20 personas el cual se cobraban 2 bs. El fundador de tan pintoresco juego fue Nelso José Chacón quien fungió como anotador. Había también quienes participaron preparando alimentos, repartiendo bebidas y haciendo de esto una especie de fiesta en el pueblo.
La tradición se mantiene y el "sancochado", quien es la persona que arroja el trompo más lejos de la meta, sigue siendo castigado. Lo sientan o acuestan en una camilla y le dan miche o aguardiente. No se podrá levantar de ahí hasta que otro se equivoque. En sus inicios, empleaban una carretilla para transportar a los sancochados.
La comunicadora Mérida Vanessa Mota, narra que los participantes hacen una ruta establecida y van recorriendo al pueblo a punta de trompo. "Se organizan en equipos y prácticamente son amigos y familias, se mantiene una tradición de bailar el trompo y lo mejor es que éstos se elaboran en otra población tachirense, en Santa Ana, de manera artesanal, es decir, hechos a mano".

Tan importante es esta celebración para los lugareños que se erigió un gran trompo en la plaza del pueblo.
La organización comienza meses antes. Revisan el reglamento, las bases de competición y sobretodo, la logística de para que todos puedan disfrutar. Los equipos se preparan y no faltará el que rete a otro a "bailar el trompo en la uña".
Para la competencia se utiliza un trompo tipo estándar, mientras que los de mayor o menor magnitud se muestran en exhibiciones. No se trata solamente de amarrar el cordel y lanzarlo al piso. En la variedad está el entretenimiento.
Una de las apuestas consiste en ver quien lanza el trompo que dure más tiempo bailando. Otra de las competencia es ver a quien le dura más el tiempo el trompo bailando en la uña. También está la modalidad de agarrar el trompo con la mano y tirarlo al aire con el cordel.

De igual forma se hace la "Verónica", la cual consiste en tirar el trompo entre las piernas, de atrás hacia adelante y se para en la mano, como un torero. Otra de las formas de este popular juego es la raya, se hace una línea en la tierra sobre la que se colocan monedas y se va arriando el trompo hasta sacar la moneda de uno, si sobra.
Por su origen y por su aparición en Santa Ana del Táchira, el trompo se ha ganado el nombre "el trompo santanero". Virginia Vivas alcaldesa del municipio Córdoba es hija de don Eusebio Vivas. Ella creció junto a sus hermanos entre el olor de la madera y la pasión de su padre por el trompo.
"Mi primer juguete fue un trompo, mi padre y mis hermanos me enseñaron a bailarlo, nuestra mayor diversión era reunirnos todos y competir, el que ganaba era el que durará más tiempo con el trompo bailando", señala.
Virginia Vivas también se ha dedicado a mantener viva esta tradición, desde el año 1.994, todos los jueves santo de semana santa, se realiza "La vuelta al trompo" una competencia en la que participan al menos 10 equipos de 5 participantes cada uno, quienes recorren el pueblo y participan en las diferentes modalidades de este juego popular.

Fuente: LORENA EVELLYN ARRÁIZ |  EL UNIVERSAL



Es una larga y multicolor guirnalda de melindrosos y almibarados sabores que nos "hacen agua la boca" y nos engalanan la memoria con el recuerdo de nuestras infantiles visitas a las panaderías, en donde desde las grandes vitrinas de madera y vidrios biselados, las "colaciones y golosinas los "dulces de platico las conservas y las "tortas de dulce" nos convidaban a contar sobre los viejos mostradores, las lochas y centavos de "la merienda", en la ilusión de adquirir, una de estas promesas de, azucarado sabor que nos hacían "fieros" desde las bandejas. Ni que hablar de las ventas de dulces de las Ferias, a donde íbamos en busca de las famosas "melcochas de panela blanca", los "alfondoques" y los "parados de, azúcar de colores los "suspiros y melindres", los sobrecitos de "coco almibarado", los ".coquitos", los caramelos anisados, los llamados "pepas de mantequilla", y otros tantos dulces caseros como los "buñuelos de yuca con apio" propios de la navidad y de una que otra fiesta de entonces, ocasión propicia para que las abuelas y las buenas cocineras, nos premiaran entregándonos en bandeja el resultado de días y noches de hervores y vapores melados envolviendo la casa desde el solar hasta la calle, en una premonición de almíbares que hacían exclamar a los transeúntes al aspirar el aroma dulzón: "que dulces más garlones" en esa andina manera de señalar garlón por hablador.
La Panela, esa morenura de dulce, milagro del trapiche, es y  sigue siendo el postre, la golosina, más modesta, más "a mano más cercano del campo. La Panela tachirense, convida al queso y a la cuajada, a cerrar la aldeana mesa y también la citadina, con su presencia desboronada de mestizo dulzor, en compañía del blancor de los quesos, que envueltos en sus mejores galas: hojas de plátano o helechos, acorazonados, sangrones o tiernos bayos, llegan presurosos a la cita de la hora del postre, para decir presente a dúo en esa mezcla única de Panelas en "pedazos" o "miel de Panela" con quesos y cuajadas.

La Panela tachirense, que se desmecha de melindroso sabor en las Melcochas, que se afirma en dulzores en un Alfondoque o Parado; que se acaramela de puro gusto entre las fibras del coco, en Cocadas y Coquitos, que se deshace de líquido placer en almíbares para bañar frutas, masas y hasta carnes asadas, está ahora aquí en este recetario, segura de su casorio con cada una de estas recetas. Y es que ninguno de estos dulces puede ser mejor hecho que con una melada panela de Machirí, o de los cañamelares de Ureña, o de los miles de retazos de tierra tachirense sembrados de caña, y sobre todo si la panela es la del Valle de Santiago, el de nuestra San Cristóbal donde regados como una bendición de almíbar vemos aún, trapiches y trapiches vegeros del río que enamora nuestra ciudad capital: el Río Torbes.
Por todo esto, era necesario aclarar —como al almíbar— que aunque en épocas pasadas la Panela, fue el ingrediente base de todas 
las recetas de dulces, el transcurrir del tiempo, ha ido imponiendo el uso del azúcar, porque la prisa de los días presentes, nos ha traído el apremio en el hacer, la comodidad en el adquirir, la facilidad en elaborar y sobre todo un patrón estético de color que ha hecho que nuestros dulces se blanqueen de azúcar y que los almíbares se hagan transparentes para, por una aprendida conducta visual, acostumbrarnos poco a poco, con la lentitud de la miel, a ver la frutas en su color apenas alterado por el azúcar y a preferir la clara transparencia del melado de azúcar, ante la oscurana de dulce de la Panela.
Entonces por respeto a nuestra Panela Tachirense, es preciso decir, que todas las recetas aquí presentes, pueden elaborarse con un almíbar de Panela o con Panela rallada; y decir además, que las únicas condiciones son, que el almíbar de Panela necesita un poco más dé cocción, y debe aclararse, primero con espumadera o cuchara en sus hervores para limpiarle "las pajitas de la caña" y además, es costumbre de algunas cocineras puede aclararse, con una clara de huevo que se debe batir muy bien, en proporción de una clara por litro de almíbar de Panela, y agregársele al almíbar.
 También es bueno decir, que no todas las cocinas del Táchira, han relegado la Panela sólo al uso de aguamieles y uno que otro dulce, moreno, sino que hoy como en tiempos pretéritos, la Panela es y sigue siendo buscada por las buenas cocineras y cocineros, que exigen en los abastos o en las, ventas de las alquerías: Una Panela Machirera, de la zona de los trapiches de Palo Gordo en la zona noreste de San Cristóbal; o una Panela Sanantoñerá, o Capachera o Jaureguina, o villorra o Peribequeña, pero definitivamente UNA PANELA TACHIRENSE.

"aliados", término también utilizado para el dulce que lleva como ingrediente la "pata de res" y que se le conoce además con el nombre de "templón", por el laborioso proceso de templar o estirar bien la mezcla que se forma al cocinar la médula del hueso de res con la panela.
Este dulce de pueblerina presencia, de sabor apaneladamente suave y de, texturas harinosas, nos recuerda que en el Táchira no hay Ferias de pueblo, Retreta del domingo, paseo a las alquerías, en donde estos dulces no estén para llamarnos a gritos desde la vitrina de una "tienda", o desde el "toldo de chucherías", o desde la "bandeja dulcera"; de un vendedor de esquina.
Los TEMPLONES, también llamados. ALIADOS, son unos dulces blandos, blanqueados de harina y de forma alargada, que deben su nombre a que se preparan con la gelatina que suelta el hueso de la "pata de res", y la panela derretida, que forman una mezcla.", melcochuda". Esta, masa gomosa, se debe batir muy bien y después "templar", estirándola con la mano, templándola bien para que quede blanda con una textura entre masa y gelatina, compacta.

Según las viejas recetas, se debe poner a hervir la "pata de res", que en la carnicería han limpiado bien y luego cortado en trozos, para que suelte su gelatina al hervir en el agua. Cuando comienza a hervir, se le añade la panela rallada, en proporción de acuerdo al espesor por la gelatina que va soltando el hueso al hervir aproximadamente una panela por litro de caldo de gelatina y se bate sin pausa, con una paleta de madera, hasta que la panela blanquea. Cuando ya tenga la consistencia de una masa suave, se retira del fuego y una vez que su temperatura lo permita se saca para estirarlo muy bien con las manos. Cuando ya la textura sea uniforme y elástica, como una melcocha, se toman porciones del tamaño de un plato de sopa y sobre una superficie enharinada, se estira bien. Se corta en trozos de dos a tres centímetros de ancho por seis a ocho centímetros de largo. Se enharina, con harina muy fina o "flor de harina" era una bandeja y se van colocando para que queden blanqueados por, todos sus lados. Se colocan sobre papel enharinado.

Si así lo desea le puede echar unas ramitas de canela, clavitos de olor y una pizca de vainilla pero esos toques se los da la persona que hace el dulce hay quienes le agregan una poco de sal, una tradición que no debe de acabar sigamos difundiendo esta receta y enseñándole a nuestros hijos este sabroso dulce andino.



Fuente: Leonor Peña- Cocina Tachirense

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