Por ROSANNA DI TURI | RDITURI@EL-NACIONAL.COM
29 DE OCTUBRE DE 2017 12:58 AM | ACTUALIZADO EL 29 DE
OCTUBRE DE 2017 10:12 AM
Hace tres años se estrenó La Casa Bistró en Los Palos
Grandes, donde el chef Francisco Abenante ha constatado el poder de convocatoria
de los sabores propios. “Aquí pusimos lo que somos en primer plano, sin
complejos. Y la gente se conecta emocionalmente”, dice quien es parte de un
gustoso movimiento que, pese a crisis y adversidades, se cocina a fuego lento:
la reivindicación con orgullo de platos e ingredientes que hablan de Venezuela.
“Ya la gente se refiere con respeto a la cocina venezolana, que es rica y
exuberante. En las escuelas, los estudiantes presentan exámenes con esas
recetas. Eso no ocurría hace diez años y se ha logrado pese a toda esta
situación”.
Hace un año, Abenante inició lo que ahora suma numerosas
buenas voluntades. Lo que es Barriga llena corazón contento empezó a partir de
una conversación con David Akinin, en la que se preguntaban cómo ayudar.
Pensaron hacer sopas para repartir. Y esa fue la génesis de esta fundación, que
sigue creciendo. Varios restaurantes, entre los que se cuentan La Casa Bistró,
Alto, Lola, La Esquina, Sur de J.W Marriot, La Sibilla y la barra de la Unimet
han elaborado por más de 70 semanas sopas para los niños del hospital J. M. de
los Ríos y otras instituciones, como ancianatos. El hospital ya cuenta con
servicio regular de comidas y actualmente evalúan cómo reorientar la
iniciativa. “Estamos buscando alianzas para llevar las sopas a colegios donde
están niños escolarizados que lo necesitan”.
En el camino, Abenante madura la idea de que ese esfuerzo
solidario y plural evolucione. “Me gustaría un esquema que involucre a las
comunidades. Donde cocineros compartamos lo que sabemos en preparaciones,
almacenaje de alimentos. Eso, con la idea de que la ayuda no sea sencillamente
un regalo, sino que se trasforme en oportunidades. Lograr que la gente sea
gestora de sus realidades es la solidaridad verdadera. Mi sueño es que la
fundación sea un foco que cambie realidades y le dé herramientas a la gente”.
De esa iniciativa ha llegado a una convicción. “Ayudar en
más fácil de lo que uno se imagina. Se puede, por ejemplo, compartir lo que uno
sabe y hace. Colaborar con presencia y conocimiento. Hay que ayudar a que la
gente sea responsable de su realidad, que se convierta en actor y deje de ser
una ficha. Ese es el verdadero cambio de conciencia”. Por ello tiene claro la
actitud que se debe asumir en tiempos difíciles: “La optimista. Las derrotas están
en nuestra cabeza. Hay que conquistar desde lo más pequeño”.
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