El Carabobeño 24 febrero 2013
Sabores tradicionales reviven en Bejuma
Jenny Sánchez Petit
jsanchez@el-carabobeno.com
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La llegada de la industrialización y la aparición de bebidas de otros tipos, dejó a un lado las que se preparaban en los fogones de las abuelas, ésas con sabor a pueblo, sin conservantes, que quitaban la sed y dejaban a todos contentos.
En Bejuma Miriam Ruiz ha decidido rescatar del olvido esas bebidas refrescantes que tanto gustaron a los chicos y adultos de otras épocas, elaboradas, además, con el amor de las madres y las abuelas que siempre estaban pendientes de dar lo mejor de sí a sus vástagos.
Esta mujer bejumera hace dulces desde que tenía unos nueve años de edad, cuando su mamá le comenzó a enseñar lo que a su vez, ella había aprendido de su madre y ésta de la suya y así sucesivamente. En Antojitos Criollos, uno de los locales de la Aldea Artesanal Don Viviano Vargas, ubicada a un lado de la carretera Panamericana, ofrece sus productos a quienes visitan el lugar. “Me ha costado mucho que la gente acepte las bebidas refrescantes que se consumían en tiempos pasados. Yo preparo caratillos, también hago las que se elaboran con linaza y ajonjolí. Antes las preparaba con papelón pero tuve que cambiar a azúcar, porque a los que venían no les gustaba el sabor”.
Todo lo que expende lo hace en su casa, sin conservantes. “Los ponches que elaboramos, por no tener químicos, duran unos 15 días. Cuando preparamos los jugos los hacemos con frutas, no utilizamos ni concentrados ni las pulpas que venden empaquetadas, porque nos gusta que las cosas sean naturales y frescas”.
Aparte de los líquidos, también cuenta con dulces caseros criollos, tortas de diferentes sabores como de jojoto, zanahoria, marmoleada, de pan. Sobre esta última refiere que las que se preparaban antes era con pan duro, ella las hace con pan fresco, no les hecha pasitas porque a la mayoría de las personas que las compran no les gustan.
Dice que hay dulces como el de toronja que se le hace difícil tenerlo, porque ya la materia prima que es la fruta, no se consigue mucho. Igual le sucede con el de Cabello de Ángel. Además elabora galletas de avena, no le faltan las polvorosas, también tiene a disposición las conservas de leche, esas que se cocinan con la leche de vaca sin procesar, los bocadillos de plátano y el ponche crema casero.
En el puesto de Miriam otros artesanos llevan sus productos, como una persona de Guacara que le deja los licores de parchita, tamarindo, mora, mamón. Asegura que en la familia le enseñan a los más chicos a elaborar los dulces, porque desean que la tradición continúe ya que ésta viene desde las primeras generaciones y es necesario preservar esos sabores venezolanos.
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