La cocina de mi madre
La cocina de mi madre- (GETTY IMAGES)
¡Y es que no hay nada como la cocina de una madre! No tienen ninguna estrella Michelín, ni falta que les hace, pero saben preparar recetas que podrían competir con las de cualquier gran chef. ¿Será que tienen poderes gastronómicos ocultos? El secreto está en emplear tiempo, paciencia y mucho cariño... o, al menos, eso dicen.
Cuando el periodista Iñaki Gabilondo se enteró de que íbamos a hablar de "la cocina de nuestras madres" en el "A vivir" nos confesó que siempre siente una profunda emoción cuando recuerda las natillas con bizcocho que hacía su "ama", todo un regalo en forma de golosina. Juan Luis Cano, uno de los integrantes de Gomaespuma, nos contó que su madre hace unas judías con liebre que quitan las penas (por cierto, hubo que llamarla para aclararle que antes hay que pelar y limpiar al pobre animalillo), o Joan Roca, chef de El Celler de Can Roca (tres estrellas Michelín) reconoció que muere por el arroz a la cazuela de su madre.
La verdad es que se le saltan a uno las lágrimas al recordar, por ejemplo, el olor de los guisos o postres que nos preparaban cuando éramos niños. Hoy, sentados a la mesa, viajaremos en el túnel del tiempo hasta nuestra infancia. Los sabores y aromas son eficaces potenciadores de la memoria, el efecto que el alimento ejerce en las papilas gustativas y en el olfato la activa provocando un retroceso en el tiempo y despertando nuestras emociones. Con el paso de los años a menudo se desvanece el recuerdo real y sobrevive el emocional, el que nos hace pensar que las croquetas de nuestra madre son las mejores del mundo.
Su poderío culinario les hace preparar unas croquetas que no tienen competencia... ¿Quién puede igualar aquellos deliciosos macarrones que manchaban de churretones de tomate nuestras blancas camisas de la infancia? ¿O esas revitalizantes lentejas con chorizo que le quitan a uno el dolor de cabeza a causa de la subida de la hipoteca?
Si además el día está nublado, tienes carencias afectivas o tu novio/a se ha pirado sin dejar rastro, nada como un plato rotundo de esos que saben hacer las madres. ¡Ah! Y por cierto, no olvides eltupper.
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