Somos hombres de yuca
Con su nuevo libro, Miro Popic hace un recorrido inédito por la culinaria criolla
Miro Popic con amigos con los que ha compartido la afición gastronómica desde hace décadas: Alberto Veloz, Andrés Rodríguez y Edgar Leal ARCHIVO
GIULIANA CHIAPPE | EL UNIVERSAL
sábado 2 de noviembre de 2013 12:00 AM
De pequeños aprendimos de memoria que Venezuela limita al Norte con el Mar Caribe, al Sur con Brasil, al Este con Guyana y el Océano Atlántico y al Oeste con Colombia. Lo que nadie nos enseñó es que el paladar conoce otros límites geográficos.
Miro Popic los estableció: al Norte, Venezuela limita con el corbullón de mero, el carite en escabeche, el pabellón con tajadas y el bienmesabe. Al Sur, con la carne a la llanera, el pisillo de chigüire, la olleta de gallo, la zapoara y el queso telita. Al Este, con la empanada de cazón, el cuajado, el talkari y el funche. Y al Oeste, con la pisca andina, el mojito de lisa, el chivo en coco, el paloapique y los huevos chimbos.
Popic es periodista e investiga y escribe sobre cocina venezolana desde 1975. Además, forma parte de la Academia Venezolana de Gastronomía y acaba de editar un libro que resume seis años de investigación profunda, Comer en Venezuela, del cazavi a la espuma de yuca.
En su libro, al que Popic define como "una historia de la comida para tratar de entender por qué comemos lo que comemos", el investigador se asoma a lo que se sirvieron los independentistas después de estampar las memorables firmas, a lo que comían los libertadores o a las influencias francesas en la cocina local y que se remonta a mucho antes de Guzmán Blanco. Pero también indaga en la historia lejana, la precolombina, la de esos hombres que aportaron los inicios de nuestro ADN culinario.
Lo primero que comimos fue yuca. Su ADN indica que nació al sur del Orinoco y que es más antigua que el maíz. Los vestigios de sus primeros cultivos se remontan a 4.600 años a.C. y hay pruebas que ya 3.500 a.C. se elaboraba casabe. Ese mismo casabe, miles de años después, fue lo que sorprendió a los colonizadores y, luego, sostuvo a los valientes de la Campaña Admirable.
Popic identifica dos grandes ejes verticales alimentarios en Latinoamérica, el del maíz y el de la yuca, atravesados por el eje horizontal del ají. Y aunque el maíz es también importante en la alimentación local y el cacao fue el producto socioeconómicamente más influyente, Popic considera que la yuca es el alimento que mejor define nuestra esencia venezolana.
Es también un libro que ratifica que la cocina caraqueña no tiene el monopolio de la cocina venezolana y que, en este país que apenas comenzó a conocerse entre sí el siglo pasado, conjugan distintas técnicas y diversos alimentos que hoy definen la gastronomía que comienza a darse a conocer.
Comer en Venezuela, del cazavi a la espuma de yuca, está disponible en librerías del país y pronto contará con una reedición revisada y aumentada.
Miro Popic los estableció: al Norte, Venezuela limita con el corbullón de mero, el carite en escabeche, el pabellón con tajadas y el bienmesabe. Al Sur, con la carne a la llanera, el pisillo de chigüire, la olleta de gallo, la zapoara y el queso telita. Al Este, con la empanada de cazón, el cuajado, el talkari y el funche. Y al Oeste, con la pisca andina, el mojito de lisa, el chivo en coco, el paloapique y los huevos chimbos.
Popic es periodista e investiga y escribe sobre cocina venezolana desde 1975. Además, forma parte de la Academia Venezolana de Gastronomía y acaba de editar un libro que resume seis años de investigación profunda, Comer en Venezuela, del cazavi a la espuma de yuca.
En su libro, al que Popic define como "una historia de la comida para tratar de entender por qué comemos lo que comemos", el investigador se asoma a lo que se sirvieron los independentistas después de estampar las memorables firmas, a lo que comían los libertadores o a las influencias francesas en la cocina local y que se remonta a mucho antes de Guzmán Blanco. Pero también indaga en la historia lejana, la precolombina, la de esos hombres que aportaron los inicios de nuestro ADN culinario.
Lo primero que comimos fue yuca. Su ADN indica que nació al sur del Orinoco y que es más antigua que el maíz. Los vestigios de sus primeros cultivos se remontan a 4.600 años a.C. y hay pruebas que ya 3.500 a.C. se elaboraba casabe. Ese mismo casabe, miles de años después, fue lo que sorprendió a los colonizadores y, luego, sostuvo a los valientes de la Campaña Admirable.
Popic identifica dos grandes ejes verticales alimentarios en Latinoamérica, el del maíz y el de la yuca, atravesados por el eje horizontal del ají. Y aunque el maíz es también importante en la alimentación local y el cacao fue el producto socioeconómicamente más influyente, Popic considera que la yuca es el alimento que mejor define nuestra esencia venezolana.
Es también un libro que ratifica que la cocina caraqueña no tiene el monopolio de la cocina venezolana y que, en este país que apenas comenzó a conocerse entre sí el siglo pasado, conjugan distintas técnicas y diversos alimentos que hoy definen la gastronomía que comienza a darse a conocer.
Comer en Venezuela, del cazavi a la espuma de yuca, está disponible en librerías del país y pronto contará con una reedición revisada y aumentada.
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