Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

sábado, 8 de marzo de 2014

Complacer al paladar va más allá del sentido del gusto. Los cocineros saben bien que, a veces, tiene que ver con exigencias particulares y suelen esforzarse por cumplirlas.

"Quiero lengüitas de conejo"

Cocineros comparten las peticiones más extravagantes que les han solicitado.

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Cocinar a veces va más allá de complacer solo al sentido del gusto y requiere complacer extravagantes exigencias ARCHIVO
GIULIANA CHIAPPE |  EL UNIVERSAL
sábado 8 de marzo de 2014  
Complacer al paladar va más allá del sentido del gusto. Los cocineros saben bien que, a veces, tiene que ver con exigencias particulares y suelen esforzarse por cumplirlas.

Los cocineros venezolanos Xinia Lauterbach, Marcela Gil y Juan Carlos Bruzual y la restauradora Nataly Álvarez recuerdan cuatro extravagantes peticiones que, con el tiempo, se han transformado en recuerdos anecdóticos que han dejado diversión y experiencia.

Saca la lengüita

Xinia Lauterbach es el alma de los fogones de la posada Xinia y Peter, en Mérida. La petición más extravagante que ha recibido provino de un embajador que se empeñó en comer "lengüitas" de conejo al vino tinto. Y bueno, Xinia decidió complacerlo. Ahora dice "la verdad es que son deliciosas... ¡pero muy difíciles de limpiar!".

De punta en blanco

Marcela Gil fue contratada para un catering en una casa de familia. Para la señora, algo parecía ser tan o más importante como el menú a servir...

"Exigió que todas las bandejas y utensilios fueran de plata y los mantelitos bordados. Además los mesoneros debían usar guantes blancos y contar con muchos pares de repuesto. Lo raro es que se trataba de un cumpleaños familiar con pocas personas".

Las mini mini mini

La petición más extravagante que ha recibido Juan Carlos Bruzual -director del Instituto Europeo del Pan- no provino de un cliente, sino de un colega, Tomás Fernández. 

"Una vez tenía que hacer el postre para una cena junto a Tomás y al loco ese se le ocurrió que yo hiciera unas mini mini mini brioche de guanábana, que pesaran 5 gramos y tuvieran forma de donas. Lo peor es que la cena era para ¡300 personas! y cada plato llevaba tres minibrioches. Los panaderos que trabajaron conmigo me recordaron a mi abuela todo el día, pero las hicimos y el postre quedó perfecto", reconoció.

Almejas para todos

Nataly Álvarez Pernía, gerente de Hache Bistró en Los Galpones, recuerda una "invasión" de almejas que derivó en un gran compartir. 

"Una vez un comensal asiduo del restaurante nos pidió una pasta que no tenemos en el menú, así que él decidió traer sus propios ingredientes para que la preparáramos y desde Higuerote trajo unos potes plásticos pesadísimos con unos ¡20 kilos de especies de almejitas! Nos tocó limpiar cada minialmeja y se volvió un show porque nuestra cocina es abierta y los clientes lo vieron todo. Al final sacamos platos para obsequiar. ¡Eran muchas minialmejas!", ríe al recordar.

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