Los restaurantes de Alejandro Barrios
Es el responsable del diseño interior de Alto, Atlantique, Pacífico y otros 40 locales gastronómicos en Venezuela, y este año se convirtió en el primer latinoamericano en obtener el prestigioso galardón al Mejor Diseño Interior de un restaurante, otorgado por la Fundación James Beard, anfitriona de los llamados “Oscar” de la industria gastronómica en Estados Unidos. El diseño de Juvia, un restaurante localizado en South Beach, le valió el reconocimiento que ya marca un antes y después en su carrera
La base de operaciones del arquitecto y diseñador de interiores Alejandro Barrios Carrero quiebra cualquier expectativa prefabricada. No es una oficina lujosa –si acaso cuenta con buenas sillas y computadoras para trabajar con eficiencia–, no tiene una nómina de más de 12 empleados, y la mayoría de ellos no tiene más de 30 años de edad.
Fueron ellos mismos, jóvenes egresados y estudiantes de las facultades de Arquitectura y Urbanismo de la UCV y de la USB, quienes celebraron el lunes 6 de mayo la noticia histórica que llegaba en vivo desde el Lincoln Center, en Nueva York: la firma de Barrios ganaba el premio al Mejor Diseño de un restaurante de la Fundación James Beard en la categoría de más de 75 asientos, con lo que se convirtió en el primer latinoamericano y primer egresado de la escuela Parsons en Nueva York en hacerlo. Juvia, el local por el que ganó, es además el primer restaurante de Florida en obtenerlo.
“Así la firma lleve mi nombre, los proyectos que emprendo sólo son posibles gracias a mi equipo”, cuenta quien recibe alrededor de 50 correos electrónicos por día y calcula que 70% de su trabajo lo gestiona por vía telefónica. Los jóvenes que lo apoyan atienden proyectos de Panamá, Madrid, República Dominicana, Aruba y Miami, además de los que se ejecutan en Venezuela. “Yo confío mucho en la gente joven. Trabajé con profesionales contemporáneos a mí y no me funcionó. Estos muchachos no tienen vicios, les puedo enseñar”, apunta Barrios con un verbo sólido que se aligera gracias a unos lentes de pasta grande y transparente que lo delatan en su, también, juventud de 43 años.
Ese 6 de mayo vistió el smoking más elegante de su vida y formó parte de los 2.200 invitados a la gala de los premios de la Fundación Beard. Junto con Juvia, competían la sede de Las Vegas de Jaleo, uno de los restaurantes del chef español José Andrés que fue diseñado por el poderoso grupo de arquitectos Rockwell, y Triniti, un local de Houston. “Durante la ceremonia, lloré varias veces. Era increíble escuchar las historias de vida de quienes ganaban. Un restaurante no es cualquier cosa, es la razón de ser, un proyecto de vida”, proclama con pasión un hombre, que aunque se ha convertido en referencia del buen diseño de restaurantes en Venezuela, prefiere el bajo perfil, ausentarse de la foto y que su portafolio aparezca por él.
Los comienzos
La única referencia de arquitectura que Barrios recogió de su infancia fue vivir en una casa diseñada por Fruto Vivas en Colinas de Bello Monte. Ninguno de sus familiares tenía oficio parecido, y aún así se inclinó por cursar la carrera de Arquitectura en la UCV. “De allí aprendí de reglas y estructuras. Nueva York me enseñó a ver, a salirme de los esquemas”, comenta sobre su posterior incursión a los 30 años en un máster de Diseño Interior en Parsons del que se graduó con honores, aval que le sirvió a la reconocida diseñadora de los famosos Victoria Hagan para contratarlo.
“Hicimos varios proyectos residenciales para Tom Hanks y otros grandes. Llegaba a mi cuchitril de Nueva York a contarle a mi esposa que no podía creer mi día”, cuenta aún emocionado desde su oficina, sencilla y sin recargos, salvo por una gran cartelera de recortes, muestras de telas y palabras que le inspiran y lo relacionan con Nueva York.
Fue al regreso de la gran ciudad que se enfrentó con el reto de ambientar un restaurante. Y le tocó nada menos que Atlantique, localizado en uno de los edificios más conocidos de la Caracas moderna. “El creador y dueño del edificio, Angelo di Sapio, había rechazado numerosos proyectos allí. Le envié una presentación que demostraba que queríamos conservar la belleza original del sitio y recrear un mundo submarino. Quedó fascinado”, dice.
El encanto del ya clausurado restaurante le abrió camino hacia el diseño de otros tantos relacionados con la alta cocina, como Alto, Pacífico, D. O. C o Astrid y Gastón.
Días de Juvia
Barrios goza de esa especial habilidad de entusiasmarse comunicando sus ideas, que de inmediato las vende y conecta con los que le escuchan. Al hablar sobre Juvia, los ojos le brillan y en seguida prende la pantalla de su computador para señalar con detalle unas fotos de cómo engranó cada elemento del restaurante, que está ubicado en el pent- house de un edificio de nueve pisos en la avenida Lincoln de South Beach.
“No queríamos que fuera un sitio de Nueva York asentado en Miami, u otro restaurante más que emulara el estilo Art Déco de la zona”, comenta, para luego explayarse en temas como la inspiración y el concepto. “El estacionamiento que tiene al lado es una estructura increíble que inspiró incluso hasta el logo y los tanques de agua de la terraza. La idea es que interactúen el agua, la luz y el cielo en una ciudad tan sensual como Miami”, explica.
Entre los variados atractivos del local se destaca una pared vegetal de ocho metros de altura con 230 especies de vegetación que atraviesa también el interior del sitio y fue creación del mismísimo autor de los jardines verticales, Patrick Blanc. Además está el mobiliario de la española Patricia Urquiola como una versión refinada de las piezas de mimbre. “Este proyecto fue la unión de toda la experiencia, lo más ambicioso que he hecho”, recalca el arquitecto desde el bien merecido cénit.
Los 10 preceptos de Alejandro Barrios
1. El concepto es la fuerza detrás del diseño.
2. Los pisos son la bandeja donde ocurre todo. Los techos importan igual.
3. Hay que lograr lo máximo con lo mínimo.
4. La acústica es muy importante, la iluminación se traduce en magia, y la música debe ser acorde.
5. Siempre me detengo en el bar de un restaurante, en lo especial de su barra.
6. Crear una secuencia de emociones de menos a más: desde la manilla de la puerta hasta probar la comida.
7. Trato de integrar las cocinas siempre, busco que se vean.
8. Considerar el entorno donde está el local y generar identificación.
9. Buscar respuestas artesanales y simples.
10. No construir nada por modas.
Fueron ellos mismos, jóvenes egresados y estudiantes de las facultades de Arquitectura y Urbanismo de la UCV y de la USB, quienes celebraron el lunes 6 de mayo la noticia histórica que llegaba en vivo desde el Lincoln Center, en Nueva York: la firma de Barrios ganaba el premio al Mejor Diseño de un restaurante de la Fundación James Beard en la categoría de más de 75 asientos, con lo que se convirtió en el primer latinoamericano y primer egresado de la escuela Parsons en Nueva York en hacerlo. Juvia, el local por el que ganó, es además el primer restaurante de Florida en obtenerlo.
“Así la firma lleve mi nombre, los proyectos que emprendo sólo son posibles gracias a mi equipo”, cuenta quien recibe alrededor de 50 correos electrónicos por día y calcula que 70% de su trabajo lo gestiona por vía telefónica. Los jóvenes que lo apoyan atienden proyectos de Panamá, Madrid, República Dominicana, Aruba y Miami, además de los que se ejecutan en Venezuela. “Yo confío mucho en la gente joven. Trabajé con profesionales contemporáneos a mí y no me funcionó. Estos muchachos no tienen vicios, les puedo enseñar”, apunta Barrios con un verbo sólido que se aligera gracias a unos lentes de pasta grande y transparente que lo delatan en su, también, juventud de 43 años.
Ese 6 de mayo vistió el smoking más elegante de su vida y formó parte de los 2.200 invitados a la gala de los premios de la Fundación Beard. Junto con Juvia, competían la sede de Las Vegas de Jaleo, uno de los restaurantes del chef español José Andrés que fue diseñado por el poderoso grupo de arquitectos Rockwell, y Triniti, un local de Houston. “Durante la ceremonia, lloré varias veces. Era increíble escuchar las historias de vida de quienes ganaban. Un restaurante no es cualquier cosa, es la razón de ser, un proyecto de vida”, proclama con pasión un hombre, que aunque se ha convertido en referencia del buen diseño de restaurantes en Venezuela, prefiere el bajo perfil, ausentarse de la foto y que su portafolio aparezca por él.
Los comienzos
La única referencia de arquitectura que Barrios recogió de su infancia fue vivir en una casa diseñada por Fruto Vivas en Colinas de Bello Monte. Ninguno de sus familiares tenía oficio parecido, y aún así se inclinó por cursar la carrera de Arquitectura en la UCV. “De allí aprendí de reglas y estructuras. Nueva York me enseñó a ver, a salirme de los esquemas”, comenta sobre su posterior incursión a los 30 años en un máster de Diseño Interior en Parsons del que se graduó con honores, aval que le sirvió a la reconocida diseñadora de los famosos Victoria Hagan para contratarlo.
“Hicimos varios proyectos residenciales para Tom Hanks y otros grandes. Llegaba a mi cuchitril de Nueva York a contarle a mi esposa que no podía creer mi día”, cuenta aún emocionado desde su oficina, sencilla y sin recargos, salvo por una gran cartelera de recortes, muestras de telas y palabras que le inspiran y lo relacionan con Nueva York.
Fue al regreso de la gran ciudad que se enfrentó con el reto de ambientar un restaurante. Y le tocó nada menos que Atlantique, localizado en uno de los edificios más conocidos de la Caracas moderna. “El creador y dueño del edificio, Angelo di Sapio, había rechazado numerosos proyectos allí. Le envié una presentación que demostraba que queríamos conservar la belleza original del sitio y recrear un mundo submarino. Quedó fascinado”, dice.
El encanto del ya clausurado restaurante le abrió camino hacia el diseño de otros tantos relacionados con la alta cocina, como Alto, Pacífico, D. O. C o Astrid y Gastón.
Días de Juvia
Barrios goza de esa especial habilidad de entusiasmarse comunicando sus ideas, que de inmediato las vende y conecta con los que le escuchan. Al hablar sobre Juvia, los ojos le brillan y en seguida prende la pantalla de su computador para señalar con detalle unas fotos de cómo engranó cada elemento del restaurante, que está ubicado en el pent- house de un edificio de nueve pisos en la avenida Lincoln de South Beach.
“No queríamos que fuera un sitio de Nueva York asentado en Miami, u otro restaurante más que emulara el estilo Art Déco de la zona”, comenta, para luego explayarse en temas como la inspiración y el concepto. “El estacionamiento que tiene al lado es una estructura increíble que inspiró incluso hasta el logo y los tanques de agua de la terraza. La idea es que interactúen el agua, la luz y el cielo en una ciudad tan sensual como Miami”, explica.
Entre los variados atractivos del local se destaca una pared vegetal de ocho metros de altura con 230 especies de vegetación que atraviesa también el interior del sitio y fue creación del mismísimo autor de los jardines verticales, Patrick Blanc. Además está el mobiliario de la española Patricia Urquiola como una versión refinada de las piezas de mimbre. “Este proyecto fue la unión de toda la experiencia, lo más ambicioso que he hecho”, recalca el arquitecto desde el bien merecido cénit.
Los 10 preceptos de Alejandro Barrios
1. El concepto es la fuerza detrás del diseño.
2. Los pisos son la bandeja donde ocurre todo. Los techos importan igual.
3. Hay que lograr lo máximo con lo mínimo.
4. La acústica es muy importante, la iluminación se traduce en magia, y la música debe ser acorde.
5. Siempre me detengo en el bar de un restaurante, en lo especial de su barra.
6. Crear una secuencia de emociones de menos a más: desde la manilla de la puerta hasta probar la comida.
7. Trato de integrar las cocinas siempre, busco que se vean.
8. Considerar el entorno donde está el local y generar identificación.
9. Buscar respuestas artesanales y simples.
10. No construir nada por modas.
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