Cacao y whisky en armonía
Las casas Franceschi y Buchanan's realizaron una cata con sabores inéditos
GIULIANA CHIAPPE | EL UNIVERSAL
sábado 7 de junio de 2014 12:00 AM
En una cata de chocolate, la clave es jugar con el trocito que entra en la boca. Derretirlo lentamente, paseándolo entre la lengua y el paladar. Y no morderlo jamás.
Sólo así pueden sentirse todas las notas que componen el sabor del cacao hecho chocolate y que no sólo revelan el adn particular de cada cepa, sino también la historia del cultivo, capturando incluso aromas de la tierra. Y permiten al catador atento, descubrir las diferencias entre el cacao criollo y el trinitario.
Como si no fueran suficientes todas estas sensaciones, si al chocolate derretido se le agrega un destilado el sabor que resulta en boca es inédito y explosivo. Así lo comprobaron dos casas centenarias, la venezolana Franceschi y la escocesa Buchanan's, en una cata en la que cada uno aportó tres de sus mejores productos. De Franceschi se degustó su cepa de origen trinitario Carenero y las de origen criollo Choroní y Canoabo que armonizaron respectivamente con tres etiquetas Buchanan's: Master, 18 años y Red Seal.
La degustación conjunta fue dirigida por Claudia Franceschi, de Chocolates Franceschi, casa de origen pariano que desde 1860 cultivan cacao y que se ha dedicado al rescate de cepas olvidadas, y por Omar Obregón, embajador de la casa Buchanan's en Venezuela.
En esta cata -que se puede replicar en privado- se involucran varios sentidos. Las tabletas de chocolate se dividen en pequeños pedazos y, al hacerlo, debe sonar un "clac" seco, que revela su frescura. A continuación deben apreciarse los colores del chocolate -que pueden ser más o menos oscuros según su cepa- y del whisky, cuyo tono ámbar depende de las barricas y las destilerías de las que proviene. También es pertinente observar si el destilado, al voltear un poco la copa, deja una estela, lo que revela que tiene cuerpo.
Enseguida interviene la nariz. Hay que oler el chocolate y el whisky, intentando apreciar las sutilezas de sus aromas. Puede haber notas de miel, de ahumado, de frutas secas.
Al final, llegan los sabores: se derrite el chocolate en boca y, cuando casi se ha disuelto, se bebe un pequeño trago puro del escocés escogido. La fusión de sabores que se crea es muy particular. Una prueba de que el éxito del cacao no se limita a los destilados caribeños, como el ron. El whisky añejo también acepta sus coqueteos.
"Somos el país con mayor variedad de cacao, especialmente del codiciado criollo, de semilla blanca, que representa sólo 0,1 % de la producción mundial. Del cacao criollo tenemos más de 30 variedades. Nuestro cacao sí es el mejor del mundo", sentencia Franceschi. Y esa suerte hay que disfrutarla.
Sólo así pueden sentirse todas las notas que componen el sabor del cacao hecho chocolate y que no sólo revelan el adn particular de cada cepa, sino también la historia del cultivo, capturando incluso aromas de la tierra. Y permiten al catador atento, descubrir las diferencias entre el cacao criollo y el trinitario.
Como si no fueran suficientes todas estas sensaciones, si al chocolate derretido se le agrega un destilado el sabor que resulta en boca es inédito y explosivo. Así lo comprobaron dos casas centenarias, la venezolana Franceschi y la escocesa Buchanan's, en una cata en la que cada uno aportó tres de sus mejores productos. De Franceschi se degustó su cepa de origen trinitario Carenero y las de origen criollo Choroní y Canoabo que armonizaron respectivamente con tres etiquetas Buchanan's: Master, 18 años y Red Seal.
La degustación conjunta fue dirigida por Claudia Franceschi, de Chocolates Franceschi, casa de origen pariano que desde 1860 cultivan cacao y que se ha dedicado al rescate de cepas olvidadas, y por Omar Obregón, embajador de la casa Buchanan's en Venezuela.
En esta cata -que se puede replicar en privado- se involucran varios sentidos. Las tabletas de chocolate se dividen en pequeños pedazos y, al hacerlo, debe sonar un "clac" seco, que revela su frescura. A continuación deben apreciarse los colores del chocolate -que pueden ser más o menos oscuros según su cepa- y del whisky, cuyo tono ámbar depende de las barricas y las destilerías de las que proviene. También es pertinente observar si el destilado, al voltear un poco la copa, deja una estela, lo que revela que tiene cuerpo.
Enseguida interviene la nariz. Hay que oler el chocolate y el whisky, intentando apreciar las sutilezas de sus aromas. Puede haber notas de miel, de ahumado, de frutas secas.
Al final, llegan los sabores: se derrite el chocolate en boca y, cuando casi se ha disuelto, se bebe un pequeño trago puro del escocés escogido. La fusión de sabores que se crea es muy particular. Una prueba de que el éxito del cacao no se limita a los destilados caribeños, como el ron. El whisky añejo también acepta sus coqueteos.
"Somos el país con mayor variedad de cacao, especialmente del codiciado criollo, de semilla blanca, que representa sólo 0,1 % de la producción mundial. Del cacao criollo tenemos más de 30 variedades. Nuestro cacao sí es el mejor del mundo", sentencia Franceschi. Y esa suerte hay que disfrutarla.
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