Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

sábado, 23 de agosto de 2014

En Asia-Pacífico decidieron extender el negocio del chapeo del lujo al vino. De altura, claro. Les va fantástico. El único problema es que en algún momento, como son tan caros, algunos deciden subastarlo o descorcharlo posando para el flash. Entonces aparecen los nuevos detectives del lujo y el descorche. Y tras ellos, las demandas y los escándalos.

Usted no se preocupe

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Seguramente no está en la lista. Ahora, si después de leer esto salió corriendo a revisar sus tesoros en su cava privada, quizás sí. Pero si no habla y chapea, nadie se entera. Uno entiende que el problema está allí. La tensión puede romperle el corazón. Porque ese vino se compró para exhibirlo, no para ocultarlo.

Nuestros queridos del sureste asiático lo han hecho simple. Para las mujeres. Pueden andar con carteras, zapatos, relojes, bluyines que son falsos, chapeando como si fuesen verdaderos. Todas las envidian. A nadie le parece mal. Es más, ansiosas le preguntan dónde lo consiguió. Porque también ellas lo quieren.

En Asia-Pacífico decidieron extender el negocio del chapeo del lujo al vino. De altura, claro. Les va fantástico. El único problema es que en algún momento, como son tan caros, algunos deciden subastarlo o descorcharlo posando para el flash. Entonces aparecen los nuevos detectives del lujo y el descorche. Y tras ellos, las demandas y los escándalos.

I
Los detectives del vino, hasta hoy, son pocos. Vienen de la rama de coleccionistas y anticuarios, no de la policía. Michael Egan, británico, es uno de ellos. Su trabajo ayudó a la condena del indonesio Rudy Kurniwan (10 años de cárcel por vender en millones de dólares un centenar de “grandes añadas”).

Sin probar el vino, el detective le dijo al juez que la botella era falsa. Lo dedujo por la marca de agua en la etiqueta de una rarísima y costosa 1929 Roumier Bonnes-Mares. La impresora electrónica usada por el falsificador antes de 1983 no existía, razonó.

¿Caen solo los incautos? Parece que no. El para algunos aclamado crítico estadounidense Robert Parker dio por buena una botella magnum de Petrus 1921. No solo dijo que era buena, sino que le dio puntaje perfecto: 100 sobre 100. Es falsa, sostuvo Egan. ¿Probó usted el vino? No, respondió. Sólo probé que en 1921 Petrus no embotellaba esas botellas grandotas.

II

Después, dejó caer el bombazo: hay miles y miles de botellas falsas circulando. El negocio de estafar con el vino presumido es enorme. Se lo explicó en forma sencilla al juez: a la tecnología tienen acceso los buenos y los otros. “Es como un carrera armamentista”. Pero si usted no anda comprando botellas para chapear, no se preocupe.

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