(Caracas, 14 de julio. Noticias24) – Según un reportaje publicado en la web del diario El Nacional, los especialistas advierten que la incertidumbre generada por la búsqueda de un bien elemental hace que los ciudadanos vivan en permanente tensión.
Un hombre de 63 años de edad cuenta que deja su casa en Charallave a las 4:30 am para trasladarse a comprar pollo y harina de maíz, ya que asegura que en la población miradita se consiguen alimentos, pero en muy pocas cantidades.
El médico psiquiatra Robert Lespinasse asevera que no conseguir los alimentos más elementales de la dieta afecta la conducta del venezolano. “Eso genera angustia, y cuando se hace más intensa puede aparecer un trastorno agudo de ansiedad”, advierte.
“Todos los días vemos en las consultas que los pacientes están nerviosos, tensos e inquietos. Se preguntan qué harán cuando se les termine el mercado. Porque, además de no encontrar algunos productos, cuando los consiguen lo hacen a precios exorbitantes”, indicó.
Lea a continuación el reportaje completo realizado por Dalila Itriago publicado en el portal web del diario El Nacional
Con 63 años de edad a cuestas, Alfredo Ojeda deja su casa en Charallave a las 4:30 am para trasladarse a Caracas a comprar pollo y harina de maíz. Asegura que en la población mirandina se consiguen alimentos, pero en muy pocas cantidades. Por eso soporta el trajín de desplazarse en ferrocarril y viajar hasta dos horas de pie, con tal de regresar a su hogar con unas bolsas de comida en la mano.“Es bastante incómodo todo esto. El ferrocarril funciona mal y el traslado se hace complicado. Ahora nos toca llevar golpes otra vez durante el regreso”, dijo Ojeda, a las puertas del supermercado Bicentenario de Plaza Venezuela, al cual acudió el miércoles para adquirir algunos productos de la cesta básica.
“Honestamente me siento vulnerada en mis derechos. Aquí no puedo escoger. Simplemente, tengo que agarrar lo que haya. Eso me da rabia y me estresa”Ese mismo día, Luisa Rojas debió esperar 45 minutos para poder entrar al establecimiento. Vive en Catia y aunque en la entrada del local había militares que controlaban la fila, ella no se intimidó y a viva voz reclamó por la excesiva espera: “Estamos estancados. Esta es la segunda cola que hago para poder entrar. No puede ser que uno tenga que estar zanqueando una ciudad para conseguir comida”.Rojas indicó que para abastecer medianamente su hogar durante un mes dedica dos semanas a buscar alimentos. Reconoce que la tarea se le facilita porque es pensionada, pero dice vivir en constante zozobra.Cada carrito de supermercado de la larga fila del Bicentenario es una historia, todas con un patrón común: ciudadanos que abandonan sus rutinas diarias para dedicarse a buscar comida. Como lo explica Rojas: “Uno sale a hacer una diligencia, pero te llaman para decirte que hay aceite o azúcar en un lugar y, al final, uno se desvía. No es como antes, que se conseguía todo en un solo sitio”.Angustias que enferman. Aunque en Petare hay un supermercado de la misma cadena estatal, Luisa Peinado acude semanalmente al local de Plaza Venezuela. Relató que ir de negocio en negocio le hace gastar mucho tiempo y le genera cansancio. “Hace algunas semanas viajé a Colombia y entré al supermercado Éxito. La verdad, me dio ganas de llorar. Honestamente me siento vulnerada en mis derechos. Aquí no puedo escoger. Simplemente, tengo que agarrar lo que haya. Eso me da rabia y me estresa”, sentenció.La molestia de Peinado es explicada por el médico psiquiatra Robert Lespinasse, quien asegura que no conseguir los alimentos más elementales de la dieta afecta la conducta del venezolano. “Eso genera angustia, y cuando se hace más intensa puede aparecer un trastorno agudo de ansiedad”, advierte.“Uno sale a hacer una diligencia, pero te llaman para decirte que hay aceite o azúcar en un lugar y, al final, uno se desvía”Pensar mucho en cómo afrontar la situación, sentir miedo, intranquilidad, dificultad para respirar, sudoración excesiva, ahogo, taquicardia o insomnio son algunos de los síntomas manifestados por quienes sufren un estado de angustia ante un problema no definido.Lespinasse asegura que la incertidumbre puede ser terrible para el ser humano. A diferencia del miedo, que está originado por una persona, un animal o experiencias negativas, la angustia o la ansiedad significan el temor ante algo no palpable.“Todos los días vemos en las consultas que los pacientes están nerviosos, tensos e inquietos. Se preguntan qué harán cuando se les termine el mercado. Porque, además de no encontrar algunos productos, cuando los consiguen lo hacen a precios exorbitantes”, indicó.Evitar la desesperanza
El psiquiatra Robert Lespinasse subraya que vivir en un estado de tensión de manera prolongada puede causar depresión y ansiedad en el individuo. Es frecuente que se torne irritable o pase al otro extremo, a la apatía y el desgano.Para tratar de satisfacer las necesidades primarias, el venezolano común cambió sus rutinas y patrones. Ahora vive en estado de alerta, señaló Gilberto Aldana, presidente de la Sociedad Venezolana de Psicología de la Salud.No todo está perdido. Aldana destaca que no hay que caer en la desesperanza. Si bien los asuntos macroeconómicos sólo pueden ser resueltos por las autoridades, el especialista enfatiza que el ciudadano debe, en la medida de lo posible, aprovechar el tiempo de ocio, drenar tensiones, practicar actividades físicas y tener comportamientos saludables, como disfrutar con los amigos y familiares. En pocas palabras, todo lo que le ayude a disminuir el grado de estrés y le produzca más alegría.
DALILA ITRIAGO / EL NACIONAL
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