“No hay un rincón de Venezuela que no conozca”
Jean Paul Coupal nació en Canadá, pero esto no le impidió acoplarse al clima tropical del país y enamorarse de lo que produce el suelo de esta tierra
18 DE NOVIEMBRE 2012 -
Cuando el canadiense Jean Paul Coupal tenía 18 años de edad y estudiaba Ciencias Políticas en París, unos amigos venezolanos lo invitaron al Carnaval de Carúpano. La belleza de las mujeres, los bailes y la música lo cautivaron. Decidió entonces que quería vivir aquí y 4 años más tarde, se mudó a Caracas. Desde su llegada ha sido un ferviente defensor de la cultura nacional: creó una ONG para promover la venta de artesanías warao y ha inaugurado varios restaurantes con menús a base de ingredientes frescos, que se sirven en la mesa directamente del huerto.
—¿Qué diferencia la Venezuela de hoy en día con la que usted encontró en 1970?
—Cuando llegué a Venezuela las casas no tenían rejas. Las rejas son la consecuencia de los problemas que tiene el país. Viajé mucho y siempre había alcabalas sencillas, donde la Guardia Nacional daba los buenos días. La gente caminaba tranquila por las aceras aquí en Los Palos Grandes. Desde hace 35 años tengo mis negocios en esta zona. Las calles y las autopistas estaban muy bien asfaltadas. Veo los precios del petróleo subiendo y subiendo, pero cada vez hay menos inversión.
—¿Y por qué escogió Los Palos Grandes como sede de sus negocios?
—Porque es lo más cerca al Ávila. Café Arábica tiene 25 años y una terraza espléndida. Escogí la zona porque cuando llegué a Venezuela mi primer apartamento fue en la primera avenida con la primera transversal. Siempre he sido un gran embajador de los negocios que hay aquí. Toda la gente me conoce. Las calles son limpias y he participado en la asociación de vecinos como un enlace entre ellos y los comerciantes para lograr la convivencia.
—¿Qué es lo que más valora de lo que Venezuela le ha dado?
—El calor y el cariño que tiene el venezolano para hacerte sentir muy bienvenido. Aquí nunca he sentido que soy de otro país. Siempre me han aceptado como alguien que quiere mucho a Venezuela. No hay un rincón del país que no conozca.
—¿En algún momento se planteó regresar a su país?
—No, nunca. Una vez que llegué sembré las raíces y aquí estoy. Soy como un árbol en el tepuy: se mueve sin raíces, pero siempre se queda ahí.
—Si hubiese podido escoger otro lugar para vivir, ¿cuál sería?
—Marruecos. Viví allá varios años en la época de los hippies. Yo fui hippie. Me fascinó. Me casé ahí con mi esposa y regreso para allá todos los años. Es interesante porque en Venezuela hay 30.000 judíos marroquíes.
De la huerta al plato. Coupal habla de cada ingrediente con suma pasión. Mientras conversa sobre sus recientes hallazgos, solicita a un mesonero que le acerque un caqui –una fruta anaranjada de origen asiático–. Lo pica con delicadeza y lo comparte. “Tienes que probarlo”, dice. A la par recuerda que su afinidad con la cocina es genética: “Mi padre vivía para comer”. También acepta que las tradiciones francesas invadieron su mesa desde la infancia y que sólo con seis años de edad tomaba vino con agua.
—Es defensor de la teoría del kilómetro cero y de los productos venezolanos, ¿por qué esto es importante para la gastronomía?
—Tenemos que reconocer qué hay en nuestro jardín y estar seguros de que el productor en una finca, una huerta o un conuco está recibiendo el pago justo para que se sienta motivado a cultivar con más calidad. Es importante porque hay más de 40 escuelas de cocinas en el país, que gradúan a jóvenes en un año y salen con filipinas. Allí se debe enseñar la materia prima de los productos. Y los cocineros jóvenes deben tener contacto con los cultivadores e ir a mercados como el de Chacao o el de Los Palos Grandes. En el mercado chino de los domingos yo casi soy el único occidental que va.
—¿Y cómo selecciona a los productores?
—Viajando por Venezuela. Soy el clon de Valentina Quintero, pero yo recorro para descubrir cosas que se puedan comer. Ella me ha ayudado mucho. Cuando viaja y consigue algo interesante me lo dice.
—A propósito de los dos años de D.O.C, ¿cuál ha sido la experiencia más importante que ha tenido a la cabeza del restaurante?
—Ha sido la realización de mi sueño, que es demostrar lo que producimos en Venezuela y la evolución de mis cocineros para diseñar platos. Todas las semanas estamos generando ideas en función de la materia prima que nos llega. El pescado viene de pescadores y no de pescaderías. Yo no compro en Coche. Por eso, en lugar de hacer un bar de sushi, tenemos uno de quesos artesanales: hay más de 46. Hay 5 tipos de casabe.
Siempre sentimental. Cuando habla de su familia contagia el orgullo que siente. Sus tres hijos estudiaron hasta bachillerato en Venezuela y se graduaron en la Universidad en Stanford. Hoy en día viven en Estados Unidos y han hecho que Coupal se convierta en abuelo. Cuando recuerda a su recién nacida nieta, brotan lágrimas de sus ojos. “Creo que lo que me salva es Skype”, dice con nostalgia.
—¿Qué disfruta hacer en compañía de su esposa Nancy?
—Vivimos para comer. Hacemos viajes por todo el mundo en función de los mejores productos de la época. Si es noviembre vamos a Italia por la trufa blanca, si es septiembre viajamos a Apulia buscando la ruta del tomate, que se originó en América, pero allá hay siete tipos. Nancy también es amante de la gastronomía.
—¿Se considera una persona romántica?
—Ufff, romántica y erótica. Me encanta el erotismo y es increíble que muchos de mis platos tengan ese toque. Por ejemplo, considero que el caqui es la fruta más sensual que hay por su apariencia y su textura. Hay que comer con los ojos y con la nariz también.
Respondiendo rápido
- Un ingrediente venezolano: sarrapia
- Un ingrediente extranjero: azafrán
- Un plato venezolano: langosta
- Un plato internacional: foie gras
- Frío o calor: calor
- Una playa: cayo Muerto y Los Roques
- Un sueño: estar con mi esposa en el desierto de Marruecos
- Una cualidad: pasión, todo se debe hacer con pasión
Cuando el canadiense Jean Paul Coupal tenía 18 años de edad y estudiaba Ciencias Políticas en París, unos amigos venezolanos lo invitaron al Carnaval de Carúpano. La belleza de las mujeres, los bailes y la música lo cautivaron. Decidió entonces que quería vivir aquí y 4 años más tarde, se mudó a Caracas. Desde su llegada ha sido un ferviente defensor de la cultura nacional: creó una ONG para promover la venta de artesanías warao y ha inaugurado varios restaurantes con menús a base de ingredientes frescos, que se sirven en la mesa directamente del huerto.
—¿Qué diferencia la Venezuela de hoy en día con la que usted encontró en 1970?
—Cuando llegué a Venezuela las casas no tenían rejas. Las rejas son la consecuencia de los problemas que tiene el país. Viajé mucho y siempre había alcabalas sencillas, donde la Guardia Nacional daba los buenos días. La gente caminaba tranquila por las aceras aquí en Los Palos Grandes. Desde hace 35 años tengo mis negocios en esta zona. Las calles y las autopistas estaban muy bien asfaltadas. Veo los precios del petróleo subiendo y subiendo, pero cada vez hay menos inversión.
—¿Y por qué escogió Los Palos Grandes como sede de sus negocios?
—Porque es lo más cerca al Ávila. Café Arábica tiene 25 años y una terraza espléndida. Escogí la zona porque cuando llegué a Venezuela mi primer apartamento fue en la primera avenida con la primera transversal. Siempre he sido un gran embajador de los negocios que hay aquí. Toda la gente me conoce. Las calles son limpias y he participado en la asociación de vecinos como un enlace entre ellos y los comerciantes para lograr la convivencia.
—¿Qué es lo que más valora de lo que Venezuela le ha dado?
—El calor y el cariño que tiene el venezolano para hacerte sentir muy bienvenido. Aquí nunca he sentido que soy de otro país. Siempre me han aceptado como alguien que quiere mucho a Venezuela. No hay un rincón del país que no conozca.
—¿En algún momento se planteó regresar a su país?
—No, nunca. Una vez que llegué sembré las raíces y aquí estoy. Soy como un árbol en el tepuy: se mueve sin raíces, pero siempre se queda ahí.
—Si hubiese podido escoger otro lugar para vivir, ¿cuál sería?
—Marruecos. Viví allá varios años en la época de los hippies. Yo fui hippie. Me fascinó. Me casé ahí con mi esposa y regreso para allá todos los años. Es interesante porque en Venezuela hay 30.000 judíos marroquíes.
De la huerta al plato. Coupal habla de cada ingrediente con suma pasión. Mientras conversa sobre sus recientes hallazgos, solicita a un mesonero que le acerque un caqui –una fruta anaranjada de origen asiático–. Lo pica con delicadeza y lo comparte. “Tienes que probarlo”, dice. A la par recuerda que su afinidad con la cocina es genética: “Mi padre vivía para comer”. También acepta que las tradiciones francesas invadieron su mesa desde la infancia y que sólo con seis años de edad tomaba vino con agua.
—Es defensor de la teoría del kilómetro cero y de los productos venezolanos, ¿por qué esto es importante para la gastronomía?
—Tenemos que reconocer qué hay en nuestro jardín y estar seguros de que el productor en una finca, una huerta o un conuco está recibiendo el pago justo para que se sienta motivado a cultivar con más calidad. Es importante porque hay más de 40 escuelas de cocinas en el país, que gradúan a jóvenes en un año y salen con filipinas. Allí se debe enseñar la materia prima de los productos. Y los cocineros jóvenes deben tener contacto con los cultivadores e ir a mercados como el de Chacao o el de Los Palos Grandes. En el mercado chino de los domingos yo casi soy el único occidental que va.
—¿Y cómo selecciona a los productores?
—Viajando por Venezuela. Soy el clon de Valentina Quintero, pero yo recorro para descubrir cosas que se puedan comer. Ella me ha ayudado mucho. Cuando viaja y consigue algo interesante me lo dice.
—A propósito de los dos años de D.O.C, ¿cuál ha sido la experiencia más importante que ha tenido a la cabeza del restaurante?
—Ha sido la realización de mi sueño, que es demostrar lo que producimos en Venezuela y la evolución de mis cocineros para diseñar platos. Todas las semanas estamos generando ideas en función de la materia prima que nos llega. El pescado viene de pescadores y no de pescaderías. Yo no compro en Coche. Por eso, en lugar de hacer un bar de sushi, tenemos uno de quesos artesanales: hay más de 46. Hay 5 tipos de casabe.
Siempre sentimental. Cuando habla de su familia contagia el orgullo que siente. Sus tres hijos estudiaron hasta bachillerato en Venezuela y se graduaron en la Universidad en Stanford. Hoy en día viven en Estados Unidos y han hecho que Coupal se convierta en abuelo. Cuando recuerda a su recién nacida nieta, brotan lágrimas de sus ojos. “Creo que lo que me salva es Skype”, dice con nostalgia.
—¿Qué disfruta hacer en compañía de su esposa Nancy?
—Vivimos para comer. Hacemos viajes por todo el mundo en función de los mejores productos de la época. Si es noviembre vamos a Italia por la trufa blanca, si es septiembre viajamos a Apulia buscando la ruta del tomate, que se originó en América, pero allá hay siete tipos. Nancy también es amante de la gastronomía.
—¿Se considera una persona romántica?
—Ufff, romántica y erótica. Me encanta el erotismo y es increíble que muchos de mis platos tengan ese toque. Por ejemplo, considero que el caqui es la fruta más sensual que hay por su apariencia y su textura. Hay que comer con los ojos y con la nariz también.
Respondiendo rápido
- Un ingrediente venezolano: sarrapia
- Un ingrediente extranjero: azafrán
- Un plato venezolano: langosta
- Un plato internacional: foie gras
- Frío o calor: calor
- Una playa: cayo Muerto y Los Roques
- Un sueño: estar con mi esposa en el desierto de Marruecos
- Una cualidad: pasión, todo se debe hacer con pasión
Restaurante D.O.C.: Coupal en busca del origen
7 Feb 2011
Las siglas D.O.C. (Denominación de Origen Controlado) que se aprecian en las etiquetas de vinos se refieren al terroir donde se generó el producto. Ello fundamentalmente evoca a la tierra, ya que proviene del latín terratorium, es decir, la parcela de terreno que, por sus características únicas -biológicas, químicas y su microclima- producen determinadas materias primas más óptimas que otras.
A pesar que los productores de vinos fueron los primeros en utilizarla y son los que más la han explotado, también las D.O.C. se aplican a cualquier producto alimenticio o agrícola delimitado que sea reconocido por una especial calidad.
Las D.O.C. como tal, se comenzaron a utilizar oficialmente en Francia, en 1963 (Appellation d’Origine Contrôlée, AOC). No obstante, los primeros registros que se tienen sobre este concepto se remontan al siglo XVIII, cuando el célebre primer ministro portugués, el Marqués de Pombal, delimitó y calificó los viñedos que producen las vides para los vinos Oporto del Valle del Duero, legislando a su vez sobre normas técnicas para el cultivo, elaboración, transporte y precios, y creando la Compañía General de Agricultura de las Viñas de Alto Duero (pionera institución controladora de una D.O.C.).
En Venezuela hace un par de años comenzaron a reconocerse oficialmente varias D.O.C., siendo las más famosas “Ron de Venezuela” y “Cacao de Chuao”.
Es en esta línea que el reconocido restaurador canadiense-francés, Jean Paul Coupal, con 30 años de exitosa trayectoria en Venezuela, creó el restaurante D.O.C. Si bien nos cuenta que es una respuesta de la realidad que necesita Venezuela de encontrar los ingredientes que le den personalidad y diferenciación a su gastronomía, no se trata de un concepto inspirado en cocina criolla.
Se refiere a la búsqueda de la simplicidad a través de los insumos que destacan de nuestroterroir, en consonancia con la evolución de la cocina a nivel global, de igual manera a como los seis chefs más importantes del mundo se encuentran experimentando, contrarrestando la moda de la cocina fusión y en especial la tecnificada que ha liderado por varios años el catalán Ferran Adrià. No obstante, afirma Coupal que la tecnología no es desmerecida en su local, pues la sala de cocina parece un quirófano con los mejores equipos para darle vida y sazón a sus creaciones.
D.O.C. va más allá de ofrecer un menú inspirado en elementos seleccionados. Su decoración, refleja el exquisito gusto del arquitecto Alejandro Barrios y Nancy Coupal, hace alarde de fotos de paisajes andinos plasmados por el lente de Efraín Vivas y cuadros del artista plástico Carlos Zerpa. Su piso es de mosaicos ocre y beige tipo hacienda vieja y la pared principal de la sala muestra de manera magistral hierros para marcar ganado con las iniciales de todos los que participaron en la promoción del proyecto. Se logró la sensación de estar en una casona colonial con dos grandes arañas de madera con vidrio forjado que cuelgan del techo y una gran barra de bambú heredada del mítico restaurante Samui hecha por el artista Nelson Varela.
Nos asegura Coupal que D.O.C. es un concepto totalmente “verde”, con ahorro de energía y manejo de los recursos de la manera más ecológica y eficiente. Es por esta razón que también es libre de humo.
“El sommelier y los mesoneros no son trabajadores cualquieras, todos al menos tienen un T.S.U. y se les entrena con rigurosidad para prestar un servicio de calidad”, nos cuenta el jefe.
D.O.C. trabaja con ingredientes puramente venezolanos, con excepción del aceite de oliva y la pimienta, por razones obvias de no producción nacional. Los panes, inspirados en los traídos por los portugueses, son de elaboración propia y con especial destaque en su calidad, adicional al casabe que no podía faltar “pues es el pan de los primeros pobladores de estas tierras”. Jamones tipo parma se cortan al momento en una maquina roja Berkel en el medio de la sala, llamada la “Ferrari” de las rebanadoras. La mantequilla, manufacturada en casa con crema de leche del Estado Lara. Una lista de más de 30 quesos frescos y madurados, desde los clásicos hasta un tipo roquefort. La sal es traída de la salina de la Península de Araya, reconocida como de las mejores del mundo. Las carnes y los pescados, todos de tierras y aguas venezolanas, son escogidos minuciosamente, más no precisamente utilizan los cortes nacionales sino se inclina más por los norteamericanos.
Los platos son pensados para todos los paladares: quesos y embutidos, sopas, entradas variadas, ensaladas, carnes y pescados, risotto “con arroz Primor”, hasta una fabulosa hamburguesa D.O.C. Los contornos también pueden escogerse, desde un “mac & cheese”, pudín de queso y espinaca, vainitas salteadas hasta aros de cebolla. Los postres, ni hablar de las delicias que ofrecen, donde el chocolate nacional lleva el puesto de honor.
La lista de vinos, escogidos por el amigo José Nicolás Rojas –diplomático de carrera-, quien está al mando de los detalles para que los comensales vivan la mejor experiencia, nos asegura que no son comunes en los menús de los demás restaurantes venezolanos, “todos tienen una característica especial que los hicieron estar allí”. Para cerrar con broche de oro, un buen café escogido y tostado por la torrefactora del contiguo Café Arabica, también de Jean Paul Coupal.
D.O.C. es un concepto admirable: con cabeza, buen gusto y dedicación. Marca el comienzo de una nueva etapa de la restauración nacional. Es la búsqueda de la sencillez y la simplicidad recorriendo productores y mercados nacionales, nada más importando ideas de la evolución de la cocina de primer orden mundial.
D.O.C. queda en la Av. Andrés Bello, con Primera Transversal, Multicentro Los Palos Grandes. Teléfono (0212) 2851003 ó (0212) 285-6106 Para reservar pueden escribir a: info@doc-restaurant.com
Texto: Juan Pablo Sucre/
Fotografía: Anabella Padula /
Gourmet Lounge
Las siglas D.O.C. (Denominación de Origen Controlado) que se aprecian en las etiquetas de vinos se refieren al terroir donde se generó el producto. Ello fundamentalmente evoca a la tierra, ya que proviene del latín terratorium, es decir, la parcela de terreno que, por sus características únicas -biológicas, químicas y su microclima- producen determinadas materias primas más óptimas que otras.
A pesar que los productores de vinos fueron los primeros en utilizarla y son los que más la han explotado, también las D.O.C. se aplican a cualquier producto alimenticio o agrícola delimitado que sea reconocido por una especial calidad.
Las D.O.C. como tal, se comenzaron a utilizar oficialmente en Francia, en 1963 (Appellation d’Origine Contrôlée, AOC). No obstante, los primeros registros que se tienen sobre este concepto se remontan al siglo XVIII, cuando el célebre primer ministro portugués, el Marqués de Pombal, delimitó y calificó los viñedos que producen las vides para los vinos Oporto del Valle del Duero, legislando a su vez sobre normas técnicas para el cultivo, elaboración, transporte y precios, y creando la Compañía General de Agricultura de las Viñas de Alto Duero (pionera institución controladora de una D.O.C.).
En Venezuela hace un par de años comenzaron a reconocerse oficialmente varias D.O.C., siendo las más famosas “Ron de Venezuela” y “Cacao de Chuao”.
Es en esta línea que el reconocido restaurador canadiense-francés, Jean Paul Coupal, con 30 años de exitosa trayectoria en Venezuela, creó el restaurante D.O.C. Si bien nos cuenta que es una respuesta de la realidad que necesita Venezuela de encontrar los ingredientes que le den personalidad y diferenciación a su gastronomía, no se trata de un concepto inspirado en cocina criolla.
Se refiere a la búsqueda de la simplicidad a través de los insumos que destacan de nuestroterroir, en consonancia con la evolución de la cocina a nivel global, de igual manera a como los seis chefs más importantes del mundo se encuentran experimentando, contrarrestando la moda de la cocina fusión y en especial la tecnificada que ha liderado por varios años el catalán Ferran Adrià. No obstante, afirma Coupal que la tecnología no es desmerecida en su local, pues la sala de cocina parece un quirófano con los mejores equipos para darle vida y sazón a sus creaciones.
D.O.C. va más allá de ofrecer un menú inspirado en elementos seleccionados. Su decoración, refleja el exquisito gusto del arquitecto Alejandro Barrios y Nancy Coupal, hace alarde de fotos de paisajes andinos plasmados por el lente de Efraín Vivas y cuadros del artista plástico Carlos Zerpa. Su piso es de mosaicos ocre y beige tipo hacienda vieja y la pared principal de la sala muestra de manera magistral hierros para marcar ganado con las iniciales de todos los que participaron en la promoción del proyecto. Se logró la sensación de estar en una casona colonial con dos grandes arañas de madera con vidrio forjado que cuelgan del techo y una gran barra de bambú heredada del mítico restaurante Samui hecha por el artista Nelson Varela.
Nos asegura Coupal que D.O.C. es un concepto totalmente “verde”, con ahorro de energía y manejo de los recursos de la manera más ecológica y eficiente. Es por esta razón que también es libre de humo.
“El sommelier y los mesoneros no son trabajadores cualquieras, todos al menos tienen un T.S.U. y se les entrena con rigurosidad para prestar un servicio de calidad”, nos cuenta el jefe.
D.O.C. trabaja con ingredientes puramente venezolanos, con excepción del aceite de oliva y la pimienta, por razones obvias de no producción nacional. Los panes, inspirados en los traídos por los portugueses, son de elaboración propia y con especial destaque en su calidad, adicional al casabe que no podía faltar “pues es el pan de los primeros pobladores de estas tierras”. Jamones tipo parma se cortan al momento en una maquina roja Berkel en el medio de la sala, llamada la “Ferrari” de las rebanadoras. La mantequilla, manufacturada en casa con crema de leche del Estado Lara. Una lista de más de 30 quesos frescos y madurados, desde los clásicos hasta un tipo roquefort. La sal es traída de la salina de la Península de Araya, reconocida como de las mejores del mundo. Las carnes y los pescados, todos de tierras y aguas venezolanas, son escogidos minuciosamente, más no precisamente utilizan los cortes nacionales sino se inclina más por los norteamericanos.
Los platos son pensados para todos los paladares: quesos y embutidos, sopas, entradas variadas, ensaladas, carnes y pescados, risotto “con arroz Primor”, hasta una fabulosa hamburguesa D.O.C. Los contornos también pueden escogerse, desde un “mac & cheese”, pudín de queso y espinaca, vainitas salteadas hasta aros de cebolla. Los postres, ni hablar de las delicias que ofrecen, donde el chocolate nacional lleva el puesto de honor.
La lista de vinos, escogidos por el amigo José Nicolás Rojas –diplomático de carrera-, quien está al mando de los detalles para que los comensales vivan la mejor experiencia, nos asegura que no son comunes en los menús de los demás restaurantes venezolanos, “todos tienen una característica especial que los hicieron estar allí”. Para cerrar con broche de oro, un buen café escogido y tostado por la torrefactora del contiguo Café Arabica, también de Jean Paul Coupal.
D.O.C. es un concepto admirable: con cabeza, buen gusto y dedicación. Marca el comienzo de una nueva etapa de la restauración nacional. Es la búsqueda de la sencillez y la simplicidad recorriendo productores y mercados nacionales, nada más importando ideas de la evolución de la cocina de primer orden mundial.
D.O.C. queda en la Av. Andrés Bello, con Primera Transversal, Multicentro Los Palos Grandes. Teléfono (0212) 2851003 ó (0212) 285-6106 Para reservar pueden escribir a: info@doc-restaurant.com
Texto: Juan Pablo Sucre/
Fotografía: Anabella Padula /
Gourmet Lounge
d-o-c
Jean Paul Coupal es un veterano restaurateur. Jean Paul Coupal tiene un largo historial en restaurantes en nuestro país. A él le debemos experiencias como “Primi”, luego el Samui y desde hace muchos años el Café Arábica, donde se toma entre tantas cosas maravillosas un buen café.
Al lado del Café Arábica, Jean Paul Coupal ha presentado D.O.C. (Denominación de Origen Controlado). A las dificultades que vivimos Jean Paul decidió sacarle provecho y donde había un problema él encontró una gran solución. Este restaurante nos presenta puros productos criollos, de ahí la denominación de origen controlado.
Desde que usted se sienta le van a hablar las maraviilas del pan que traen de una región determinada del país, del queso madurado que traen de otra ciudad. Hay un jamón de Parma sencillamente exquisito. Todas estas maravillas presentadas de una manera única.
Creo que la mejor carne que se come en Caracas hoy en día se come en D.O.C. Además con cortes y estilos norteamericanos tiene usted carnes criollas de primera. También han incorporado el corte argentino por ejemplo de la cecina. A su vez hay un festival de pato. Creo que aún se consigue Langosta, recientemente hubo un festival. Usted también encuentra una buena carta de vinos.
El Local ambientado como si fuera la casona de una vieja hacienda, tiene un mapa gastronómico del país que obedece al talento del maestro Carlos Zerpa. De hecho, cuando usted entra al restaurant, todo el menú está pintado por Carlos Zerpa.
Una experiencia magnífica la que va a tener usted el D.O.C. de Jean Paul Coupal en la avenida Andrés Bello, entre la avenida Francisco de Miranda y primera transversal de Los Palos Grandes.
Un menú que rinde tributo al ron
El restaurante D.O.C. organizó unas semana atrás una cena de degustación en la que todos los platos de la carta fueron elaborados con ron Pampero
El Ron Pampero nació en 1938 en una vieja casona de Quinta Crespo, de las manos de Alejandro Hernández, quien lo convirtió en el primer ron añejo de Venezuela en los años 50, cuando la legislación venezolana exigió un mínimo de dos años de maduración de la mezcla de ron en barriles de roble, estándar que contribuyó a elevar el ron venezolano por encima de los rones de otras partes del mundo. Desde la década de los años 60 la casa Pampero empezó a ofrecer sus variantes Pampero Selección 1938 y Pampero Aniversario que, junto al añejo Pampero Oro, completaron el portafolio de la marca. Pampero Aniversario, el ron más añejo de la casa, nació en 1963. Sus notas de cata son, según los conocedores, una compleja mezcla de aromas que recuerdan la madera, los frutos secos y maduros, el jerez, la vainilla, el papelón, la uva pasa, el chocolate, la torta negra de Navidad y la canela, entre otros.
Toda esta introducción alcohólica-cultural la hago porque hace unas semanas Pampero invitó a un pequeño grupo de personalidades y conocedores (y a este servidor de coleado) a "degustar" toda una experiencia culinaria en el restaurante D.O.C. de Los Palos Grandes (Caracas). Decir que la cena fue excepcional sería quedarse corto, pero lo más interesante es que todos los platos servidos en dicha cena y que fueron preparados con Pampero, se encuentran en el menú diario del restaurante. La noche se inició con las palabras de Arianna Arteaga Quintero, quien hizo una divertida y espontánea narración sobre su relación con esta bebida. Luego, el maestro mezclador Oswaldo Báez explicó los secretos sobre la elaboración del ron. Obviamente, el punto cumbre de la noche fue cuando Jean Paul Coupal, propietario de D.O.C., dio inicio a la cena compuesta por un extraordinario menú creado por ese restaurante con los productos más selectos de cada región del país descubiertos por el mismo Jean Paul y preparados con la compleja mezcla que ofrece Pampero Aniversario.
Los platos que nos comimos esa noche fueron el Jamón Serrano tipo Parma Venezolano madurado, quesos artesanales venezolanos variados y una ensalada de Jícama con camarones blancos como entradas. De segundo plato, Fricasse de Langostas de Los Roques con pimientos y setas, y un Filet Mignón con castañas de agua, ambos elaborados en una base del licor que auspiciaba la cena. El postre fue cambures titiaros con queso de cabra y papelón, flambeados al ron. Una cena de puro orgullo nacional. Pero es que pocas personas han hecho tanto por los sabores venezolanos como el franco-canadiense (ya venezolanísimo) Jean Paul Coupal quien por más de 35 años ha sido creador de algunos de los restaurantes más extraordinarios que ha tenido la ciudad. Croissant, City Rock Café, Members, Primi, Samui, Nomad y el Café Arábica fueron geniales creaciones suyas.
Como Jean Paul no se cansa de promocionar a Venezuela y alabar sus productos, hace par de años abrió junto con su esposa Nancy y sus hijos Jean Paul y Camelia el D.O.C. (por Denominación de Origen Controlado) que, según Coupal, es "un proyecto que perfila productos nobles de alta calidad de nuestro propio jardín; o sea, de Venezuela". Para eso Jean Paul se reunió con los ganaderos más importantes de Venezuela para producir la primera experiencia de dry-aged beef y ofrecer los más espectaculares cortes de carne imaginables. Sirven más de 30 quesos artesanales (de cabra, vaca y mozarella de búfala) de todas partes de Venezuela, un jamón curado venezolano tipo "parma" elaborado especialmente para el restaurante y cortado en cada mesa con una maquina denominada "La Ferrari", hacen la mantequilla en casa con crema de leche fresca de Barquisimeto, ofrecen un casabe llamado "La Negra de Guárico y Carapita" que llega fresco semanalmente, fabrican su propio hielo con agua mineral. Además es el único lugar en Caracas donde se hornea el exclusivo pan pop over americano, el pan portugués campesino y un pan llamado "bolo do caco" de Madeira, rescatando así las primeras tradiciones de hacer pan en Venezuela.
Es que Jean Paul es un gran promotor de los productos alimenticios venezolanos y los ha llevado al mundo entero como pudimos comprobar en la escena final de la película The Social Network, en la que el fundador de Facebook sale con un vaso de Coupa Café, marca venezolana que Coupal creó para su emblemático local, el Café Arábica.
Licor de tronío
El Ron Pampero Aniversario, lanzado en 1963, es una mezcla de gran cuerpo, realizada con reservas exclusivas. Fue concebido por Alejandro Hernández y hoy en día es supervisado por el Maestro Ronero de Diageo. Se elabora en la hacienda La Guadalupe, en los Valles del Tuy, y ha sido triple ganador de doble medalla de oro en el San Francisco World Spirits, como mejor ron del mundo. Su atractiva botella contiene la mezcla de reservas especiales, con hasta seis años de envejecimiento en barricas de roble.
Ostenta la Denominación de Origen, máxima expresión calidad-origen que existe para los rones en el mundo, y destaca por el uso de materias primas 100% del país, con procesos propios, heredados de la tradición de la destilación del ron y acordes a las condiciones del clima en Venezuela.
La manera ideal de degustar el Ron Pampero Aniversario, es sirviéndolo en una copa balón, en la que puede apreciarse su color ámbar y sus aromas de madera, vainilla, caramelo, fruta seca, fruta madura, cereza, chocolate, tabaco y cuero que resaltan en cada trago.
Av. Andrés Bello con 1ra. Transversal, Los Palos Grandes (al lado del Café Arábica). Caracas.
Lunes a Sábado 12:00 m - 12:00 am
Domingos 12:00 m - 7:00 pm
Teléfonos: (0212)2861003 - 2866106
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