Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

viernes, 19 de julio de 2013

Existe un consenso absoluto entre los gastrónomos, los historiadores y, sobre todo, en las amas de casa y cocineras que vivieron la época pre-harina PAN que la creación de este maravilloso producto, nada más y nada menos, salvó a la arepa de la segura extinción a la que estaba llegando.

Harina P.A.N.
La creación de la harina precocida salvó a la arepa de la segura extinción.
En un país como Venezuela donde la mayoría de las fiestas nacionales celebran batallas, matanzas, guerras, alzamientos, linchamientos, el cumpleañitos de alguna pelea y qué se yo cuantos otros eventos armados con nombres rarísimos, que pasaron hace un poco de años y que no tienen hoy en día la más mínima relevancia para la satisfacción de las necesidades de cualquier venezolano, me parece pertinente proponer en esta columna la declaración formal del año de 1960 como el "Año Cúspide de la Gloria y la Civilización Alimenticia Venezolana" y que como tal sea reconocido.

Y es que en ese año Empresas Polar lanzó al mercado venezolano la harina P.A.N. (o mejor dicho PAN), y eso de verdad que fue una revolución trascendental desde cualquier punto de vista que se analice: desde la emancipación femenina, el desarrollo endógeno de nuestra agricultura, la generación de progreso rural, la creación de riqueza, la multiplicidad de puestos de trabajo y el sincero agradecimiento (y engrandecimiento) de todos los estómagos venezolanos. En pocas palabras, la creación de la harina PAN es para mí el equivalente civil a la Independencia y de seguro que nos ha dejado mejores consecuencias que la "Guerra Federal" y, sin embargo, a esta le han construido arcos, estatuas y monumentos por todas partes.

Existe un consenso absoluto entre los gastrónomos, los historiadores y, sobre todo, en las amas de casa y cocineras que vivieron la época pre-harina PAN que la creación de este maravilloso producto, nada más y nada menos, salvó a la arepa de la segura extinción a la que estaba llegando.

El proceso de preparar "un par de arepas" para el desayuno se redujo, tan dramáticamente, de varios días de arduo y laborioso trabajo a pocos minutos de placer y, lo más importante, el sabor y la calidad no sólo se mantuvieron sino que para muchos (entre los que imagino se cuenta 90% de la población actual venezolana) la arepa no sabe igual sino se prepara con harina PAN. El lanzamiento de este producto en 1960 hacía énfasis en este punto y en su primera campaña publicitaria utilizó el eslogan "se acabó la piladera", debido a la dificultad que presentaba hacer arepas del modo convencional que implicaba la limpieza, pilado, cocción, molienda y amasado del maíz.

La creatividad, innovación y espíritu emprendedor de Empresas Polar, con el ingeniero Juan Lorenzo Mendoza Quintero y el famoso maestro cervecero Carlos Roubicek, ideó un producto que simplificó los procesos manuales de tratamiento del maíz y que, como mencionamos anteriormente, disminuyó significativamente los tiempos de preparación de la masa para hacer las arepas.

Refiriéndose a la harina PAN, la página de Wikipedia resalta su importancia de esta manera: "este desarrollo industrial se convirtió en una nueva categoría alimentaria en el sector de consumo masivo en Venezuela y devolvió este alimento a la mesa criolla, gracias a que garantizaba las mismas características de color, sabor y aroma de las arepas que habían consumido los venezolanos desde la época de la colonia y que por la dificultad de su preparación, aunado a las exigencias de la nueva vida urbana, desencadenó la disminución de su consumo y casi ocasiona su desaparición".

Como pueden ver los lectores, no exagero cuando pido que se le conceda a la harina PAN algún tratamiento heroico, extensible a sus creadores: Alimentos Polar y Empresas Polar, de las cuales sin ambigüedad alguna me declaro absoluto fan (y eso que yo tomo poca cerveza, pero en ese rubro sí creo que el 99.99% de los Venezolanos mayores de 18 años también se han declarado absolutos fans en muchas ocasiones de su vida).
Pero es que esta empresa no es simplemente cerveza, bebidas y alimentos. Es toda una filosofía de trabajo, progreso y amor por Venezuela que cubre cada rincón de nuestro país y casi todas las actividades en que nos desarrollamos.

Polar y su fundación invierten un gigantesco esfuerzo en salud, educación, tecnología, deportes, lectura, cultura, ecología, capacitación, etcétera. Preguntemos a los amigos presidentes de Argentina, Ecuador o Colombia cuántas empresas como esta soñarían ellos con tener en sus países. Y es que si en Venezuela hubieran tan sólo cuatro compañías con la fuerza, calidad, mística y visión de futuro de ésta, sin duda que seríamos una potencia agroindustrial a nivel mundial.


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