Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

jueves, 18 de julio de 2013

Uso de términos culinarios en la cotidianidad...

Revista Eme El nacional 11/07/2012 pág. 4 (Relájate)

¡Somos una sabrozura!Silvia Mago imparte clases de Yoga, individuales y grupales.

Twitter: @silviamago



SILVIA MAGO silvia.mago@gmail.com 
ambargiraldo@gmail.com


ILUSTRACIÓN ÁMBAR GIRALDO
"Tanto tiempo disfrutamos de este amor, nuestras almas se acercaron tanto así que yo guardo tu sabor,pero tú llevas también sabor a mí".

"Sabor a mí", bolero del mexicano Álvaro Carrillo.

Con frecuencia usamos expresiones con las que nos referimos a las personas en términos de sabor. Así decimos que estamos salados cuando los reveses nos suceden uno detrás de otro sin que logremos descubrir a qué se debe la mala racha. Opinamos que alguien es dulce cuando reconocemos que tiene una actitud cariñosa y complaciente. Calificamos de amargada a quien anda por la vida como si estuviera envenenada, quejándose por todo, y juzgamos como ácida a quien hace comentarios cáusticos sobre lo que observa a su alrededor. Opinamos que alguien tiene pimienta cuando muestra un carácter vivaz y dicharachero; o que es un "huevo sin sal" cuando tiene una personalidad tan insípida que aburre. También contamos chistes picantes cuando en la escena social se consideran atrevidos, o condimentamos cuentos si, para hacerlos más amenos, le agregamos comentarios. Hasta en la música, como el muy famoso bolero que encabeza esta columna, está impregnada del tema sabor.

¿De dónde sacamos esta costumbre de "saborizar" personas y situaciones? Es muy probable que lo hagamos por simple asociación. Dice Wikipedia que el sabor es la impresión que causa un alimento u otra sustancia en nosotros y que el mismo está determinado principalmente por sensaciones químicas detectadas por la lengua y por la nariz, órganos donde radican el sentido del gusto y del olfato; sobre todo el olfato, que determina en 80% que captemos el sabor, lo que explica por qué cuando estamos engripados y tenemos congestión nasal la comida no nos sabe a nada.

Si el sabor es una impresión, el conocer a una persona también nos deja una impresión, que en este caso proviene de la energía particular que se desprende de cada persona y que captamos a un nivel mucho más sutil, que correspondería con el sentido del tacto, a través de los sensores de la piel, que es otro órgano receptor, el más grande que tenemos. De modo que no resulta raro que le demos personalidad a los sabores y nos valgamos de ellos para describir lo que vemos en un lenguaje familiar.

Salado, dulce, ácido y amargo, son los cuatro sabores clásicos más populares, pero acabo de aprender que hay otro que no conocía: el cárnico. Lo descubrió el fisiólogo japonés Kikunae Ikeda, en 1908, y lo llamó umami, que traducido significa sabor gustoso o delicioso, y que se describe como "un sabor sutil de regusto prolongado y que deja una sensación aterciopelada en la lengua". Aunque no lo sepamos ya lo hemos probado: la leche materna y el queso parmesano son fieles exponentes del umami. Seguro que Carrillo se sintió todo un umami cuando terminó la letra de su bolero: "Pasarán más de mil años, muchos más yo no sé si tenga amor la eternidad pero allá tal como aquí en la boca llevarás sabor a mí".

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