El hombre utilizaba el fuego hace 300.000 años
Investigadores del Instituto Weizmann confirmaron el hallazgo de un fogón descubierto en una cueva paleolítica de Israel, lo que sería un indicio del uso del fuego más antiguo hasta ahora conocido.
Era usado para cocinar, encender lumbre o ahuyentar a depredadores (cortesía)
EL UNIVERSAL
miércoles 23 de abril de 2014 10:36 AM
Jerusalén.- Un fogón de hace 300.000 años descubierto en una cueva paleolítica de Israel ha llevado a los científicos a concluir que se trata del más antiguo hallazgo que apunta al control del fuego por parte del hombre.
El empleo del fuego para fines como cocinar, encender lumbre o ahuyentar a posibles depredadores es lo que convirtió a nuestros antepasados prehistóricos en humanos.
Y a pesar de que ya había sido descubierto por el hombre hace alrededor de un millón de años, el aprendizaje de cómo encenderlo y controlarlo para su uso doméstico ocurrió mucho más tarde, indicó Efe.
La clave de cuándo se produjo ese cambio la han encontrado investigadores del Instituto Weizmann, con sede en la localidad de Rehovot, al confirmar el hallazgo más antiguo de una hoguera donde se hizo un repetido uso del fuego hace 300.000 años, según recoge la revista mensual del principal instituto científico del país.
En coordinación con un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv, la doctora del instituto Ruth Shahack-Gross lideró la investigación que se centró en unos restos localizados en la cueva Qesem, excavada en Israel desde el año 2000.
Se trata de un enclave arqueológico situado a 12 kilómetros al este de Tel Aviv y cuyos estratos datan del período Paleolítico Inferior, ocupado por los primeros humanos desde hace 382.000 años hasta alrededor de 200.000 antes de nuestra era.
El estudio se desarrolló en un centro para la Ciencia Arqueológica del Weizmann, donde los restos fueron sometidos a pruebas de espectroscopio de infrarrojos.
Se examinaron restos de cenizas de madera y huesos quemados encontrados en el centro de la cueva, lo que condujo a los científicos a determinar que el lugar había sido en el pasado un amplio fogón.
Además, se removió un bloque cúbico de sedimentos del lugar, que fue posteriormente endurecido en laboratorio a fin de que pudiera ser cortado, como unas finas lonchas de queso.
Las lonchas fueron analizadas al microscopio, y las imágenes mostraron finos y pequeños estratos en las cenizas, señal de que el fuego fue repetidamente encendido en el mismo punto.
La concentración de capas de ceniza cerca del centro de la cueva, así como la presencia de importantes restos de huesos de animales quemados, y el hecho de que se encontraran utensilios de sílex en un lugar determinado, tales como cuchillos de carne cerca del fogón, apuntan a que el recinto estuvo dividido en áreas de diferentes uso.
Este descubrimiento, señala Shahack-Gross, revela que hubo avanzados niveles de desarrollo social y cognitivo entre sus pobladores y ofrece una ventana de un período en el que la biología humana y la cultura atravesaron un rápido cambio evolutivo.
El empleo del fuego para fines como cocinar, encender lumbre o ahuyentar a posibles depredadores es lo que convirtió a nuestros antepasados prehistóricos en humanos.
Y a pesar de que ya había sido descubierto por el hombre hace alrededor de un millón de años, el aprendizaje de cómo encenderlo y controlarlo para su uso doméstico ocurrió mucho más tarde, indicó Efe.
La clave de cuándo se produjo ese cambio la han encontrado investigadores del Instituto Weizmann, con sede en la localidad de Rehovot, al confirmar el hallazgo más antiguo de una hoguera donde se hizo un repetido uso del fuego hace 300.000 años, según recoge la revista mensual del principal instituto científico del país.
En coordinación con un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv, la doctora del instituto Ruth Shahack-Gross lideró la investigación que se centró en unos restos localizados en la cueva Qesem, excavada en Israel desde el año 2000.
Se trata de un enclave arqueológico situado a 12 kilómetros al este de Tel Aviv y cuyos estratos datan del período Paleolítico Inferior, ocupado por los primeros humanos desde hace 382.000 años hasta alrededor de 200.000 antes de nuestra era.
El estudio se desarrolló en un centro para la Ciencia Arqueológica del Weizmann, donde los restos fueron sometidos a pruebas de espectroscopio de infrarrojos.
Se examinaron restos de cenizas de madera y huesos quemados encontrados en el centro de la cueva, lo que condujo a los científicos a determinar que el lugar había sido en el pasado un amplio fogón.
Además, se removió un bloque cúbico de sedimentos del lugar, que fue posteriormente endurecido en laboratorio a fin de que pudiera ser cortado, como unas finas lonchas de queso.
Las lonchas fueron analizadas al microscopio, y las imágenes mostraron finos y pequeños estratos en las cenizas, señal de que el fuego fue repetidamente encendido en el mismo punto.
La concentración de capas de ceniza cerca del centro de la cueva, así como la presencia de importantes restos de huesos de animales quemados, y el hecho de que se encontraran utensilios de sílex en un lugar determinado, tales como cuchillos de carne cerca del fogón, apuntan a que el recinto estuvo dividido en áreas de diferentes uso.
Este descubrimiento, señala Shahack-Gross, revela que hubo avanzados niveles de desarrollo social y cognitivo entre sus pobladores y ofrece una ventana de un período en el que la biología humana y la cultura atravesaron un rápido cambio evolutivo.
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