1. Del trueque al mercado
Sin embargo, pronto se descubrieron las ventajas de que los individuos vivieran en sociedad, pues se posibilita el intercambio. La posibilidad de intercambiar sus excedentes lleva a los individuos a especializarse en tareas concretas, de modo que ya no tengan que preocuparse por producir todo aquello que quieren consumir, pudiendo dedicarse cada persona a la actividad para la que está más dotada, tanto por capacidad como por oportunidad.
La primera forma de intercambio que se utilizó fue el trueque. El trueque consiste en el intercambio de un bien o un servicio por otro. Al hacerlo, las personas que intervienen desempeñan a la vez el papel de comprador y vendedor en la misma transacción económica. Por ejemplo, si una persona quiere comprar manzanas, lo hará a cambio de vender a otra persona otra cosa que posea, como puede ser queso.
Como puede verse el trueque presenta serios inconvenientes:
- Uno es la mutua coincidencia de necesidades: la persona que posee manzanas en exceso y desea venderlas a cambio de queso necesita encontrar a alguien que tenga queso en exceso y desee venderlo a cambio de manzanas. Puede hacer falta mucho tiempo encontrar a alguien que necesite realizar ese intercambio en concreto.
- Otra dificultad es valorar los bienes que se van a intercambiar. ¿Cuántas manzanas vale un cuarto de queso? ¿Y si los bienes son indivisibles como un carro de madera o un caballo?
El mercado es un lugar físico, una institución o cualquier medio, en la que bienes, servicios y factores productivos se intercambian libremente siguiendo el luego de la oferta y la demanda. Por ejemplo: un supermercado, Internet, teletienda, compra por correo, un expendedor automático, etc.
La asignación de recursos, escasos y susceptibles de usos alternativos, se basa en el principio de soberanía de los consumidores, quienes revelan en los mercados sus preferencias al comprar unos productos y no otros, y en el mecanismo de los precios. Esos “votos” o deseos de compra de los consumidores orientan a los productores a la hora de asignar recursos, ya que, llevados por su objetivo de maximizar beneficios, ofertan los bienes que los consumidores demandan.
Esto es lo que Adam Smith denominó el mecanismo de la “mano invisible” en su libro La riqueza de las naciones (1776). Es el propio mercado el que decide lo que debe producirse y en qué cantidad. De hecho, no se requiere el contacto directo entre consumidores y productores. La clave son las señales que proporcionan los precios.
Si un bien es deseado por un gran número de personas en un mercado, probablemente con el aumento de las ventas su precio suba; los productores, al advertir este hecho, asignarán más recursos a este bien y menos a otros. Así, cada agente económico, buscando su propio interés (los consumidores maximizar su utilidad y los productores sus beneficios), logra satisfacer el interés global del mercado o de la sociedad.
Como veremos en otra unidad más adelante, en algunas ocasiones el mecanismo de la mano invisible del mercado no funciona correctamente y se hace necesaria la intervención de un agente exterior, el Estado, para corregir los fallos del mercado.
En Venezuela en pleno Siglo XXI el trueque se instaló como mercado familiar
El canje de productos básicos surgió como solidaridad entre amigos y parientes.
El intercambio de artículos de primera necesidad se realiza mayormente entre familiares (G.Pulido)
Contenido relacionado
ELISA VÁSQUEZ
| EL UNIVERSAL
lunes 14 de abril de 2014 08:38 AM
El sueño de Hugo Chávez de
impulsar el trueque como una herramienta para debilitar el consumismo se
materializó en la familia venezolana. No por decisión, sino por
necesidad.
En automercados, bodegas y colas las personas hablan con normalidad de cómo deben comprar en abundancia para luego intercambiar con familiares y amigos los demandados productos regulados.
"Para nosotros es un problema, porque los que nos compran lo hacen multiplicado por 10, para la familia del interior, para el que vive aquí; en fin, es difícil mantener abastecido el supermercado", explica un trabajador de un supermercado de La Castellana.
En ese local Carmen Acosta realizaba la compra de su casa, pero mientras tanto pensaba en sus hermanos de Puerto La Cruz. "Cuando consigo algo, los llamo a ver si tienen. Si no, compro de más y después intercambiamos", explica.
Nancy Castillo, de Catia, hace lo mismo con su familia de Valles del Tuy. El viernes llevaba en su carrito cuatro margarinas. "Mi hermana consigue por allá leche y aceite de maíz, y yo a veces margarina y papel higiénico", explica.
En el Abasto Bicentenario de San Bernardino las personas de tercera edad aseguran apoyarse en el trueque para disminuir los tiempos en cola por determinados artículos. "Una vecina y yo siempre intercambiamos cosas sin pensar en el precio que le damos a cada producto", relata Micaela Toro.
Como ella, muchos prefieren ver a sus amigos y familiares comer antes que hacer de la escasez una oportunidad de estafa. "Es igual de difícil conseguir todos estos productos, entonces hacemos un trueque solidario", explica Carlos Borbely, de San Bernardino.
"Con mis vecinos tengo buenas relaciones. Yo pienso en todos ellos cuando compro y siempre nos estamos dejando productos en las casas", cuenta Francisco Tapia, de Petare.
Valores indeterminables
En la propuesta de Chávez se plantea la creación de pequeños mercados comunitarios para distribuir los alimentos cosechados o elaborados en una zona determinada. El Plan de la Patria (2012) plantea a los grupos de intercambio solidarios como una de las formas de insertar a las familias al aparato socioproductivo y de combatir el capitalismo.
Sin embargo, ese sistema de trueque establece la creación de fichas para valorar los productos (como una moneda), y por tanto no elimina el riesgo a la especulación o a la plusvalía. "¿Saben cómo se llama eso? Socialismo. Aquí no estamos produciendo para ganar dinero", refirió Chávez en 2007.
El trueque, sumado a la escasez, desvirtúa los valores conocidos del mercado mayoritario en el cual la moneda es el Bolívar. Jhonny Perpetuo, trabajador de la construcción, relata que en su sitio de empleo los obreros intercambian los productos de acuerdo a ciertos criterios. Por ejemplo, al ser la harina de maíz precocida un alimento esencial -y por ser más escaso- un paquete de un kilo equivale a dos de arroz, aunque tengan precios similares.
En otros contextos, para evitar injusticias, hay quienes buscan intercambiar por precios exactos. En Punta de Mata, en el estado Monagas, donde las personas acampan a las puertas de los supermercados, Nayreth Meneses, dueña de un centro de copiado, cambia a amigos y conocidos artículos por copias. "Por un paquete de cuatro rollos de papel he pagado Bs 160 en copias. Me sale muy caro, pero es que aquí no se consigue. Me han traído productos de Caracas, de Maturín y de Caripe, porque no estoy dispuesta a caerme a golpes en una cola".
En automercados, bodegas y colas las personas hablan con normalidad de cómo deben comprar en abundancia para luego intercambiar con familiares y amigos los demandados productos regulados.
"Para nosotros es un problema, porque los que nos compran lo hacen multiplicado por 10, para la familia del interior, para el que vive aquí; en fin, es difícil mantener abastecido el supermercado", explica un trabajador de un supermercado de La Castellana.
En ese local Carmen Acosta realizaba la compra de su casa, pero mientras tanto pensaba en sus hermanos de Puerto La Cruz. "Cuando consigo algo, los llamo a ver si tienen. Si no, compro de más y después intercambiamos", explica.
Nancy Castillo, de Catia, hace lo mismo con su familia de Valles del Tuy. El viernes llevaba en su carrito cuatro margarinas. "Mi hermana consigue por allá leche y aceite de maíz, y yo a veces margarina y papel higiénico", explica.
En el Abasto Bicentenario de San Bernardino las personas de tercera edad aseguran apoyarse en el trueque para disminuir los tiempos en cola por determinados artículos. "Una vecina y yo siempre intercambiamos cosas sin pensar en el precio que le damos a cada producto", relata Micaela Toro.
Como ella, muchos prefieren ver a sus amigos y familiares comer antes que hacer de la escasez una oportunidad de estafa. "Es igual de difícil conseguir todos estos productos, entonces hacemos un trueque solidario", explica Carlos Borbely, de San Bernardino.
"Con mis vecinos tengo buenas relaciones. Yo pienso en todos ellos cuando compro y siempre nos estamos dejando productos en las casas", cuenta Francisco Tapia, de Petare.
Valores indeterminables
En la propuesta de Chávez se plantea la creación de pequeños mercados comunitarios para distribuir los alimentos cosechados o elaborados en una zona determinada. El Plan de la Patria (2012) plantea a los grupos de intercambio solidarios como una de las formas de insertar a las familias al aparato socioproductivo y de combatir el capitalismo.
Sin embargo, ese sistema de trueque establece la creación de fichas para valorar los productos (como una moneda), y por tanto no elimina el riesgo a la especulación o a la plusvalía. "¿Saben cómo se llama eso? Socialismo. Aquí no estamos produciendo para ganar dinero", refirió Chávez en 2007.
El trueque, sumado a la escasez, desvirtúa los valores conocidos del mercado mayoritario en el cual la moneda es el Bolívar. Jhonny Perpetuo, trabajador de la construcción, relata que en su sitio de empleo los obreros intercambian los productos de acuerdo a ciertos criterios. Por ejemplo, al ser la harina de maíz precocida un alimento esencial -y por ser más escaso- un paquete de un kilo equivale a dos de arroz, aunque tengan precios similares.
En otros contextos, para evitar injusticias, hay quienes buscan intercambiar por precios exactos. En Punta de Mata, en el estado Monagas, donde las personas acampan a las puertas de los supermercados, Nayreth Meneses, dueña de un centro de copiado, cambia a amigos y conocidos artículos por copias. "Por un paquete de cuatro rollos de papel he pagado Bs 160 en copias. Me sale muy caro, pero es que aquí no se consigue. Me han traído productos de Caracas, de Maturín y de Caripe, porque no estoy dispuesta a caerme a golpes en una cola".
No hay comentarios:
Publicar un comentario