CARACAS CRÓNICA | ELOI YAGÜE JARQUE | 17/08/2014 06:00:00 a.m.
El ron y la caña
Cuando se habla de ron se piensa en las Antillas puesto que se cree que la caña de azúcar es originaria de estas islas caribeñas
Cuando se habla de ron se piensa en las Antillas puesto que se cree que la caña de azúcar es originaria de estas islas caribeñas. En realidad no es así. Esta caña de gran tamaño, que a menudo alcanza los tres metros, es originaria de la India, particularmente de la cuenca del río Ganges. Los griegos de Alejandro Magno, y más tarde los árabes, fueron quienes propagaron su cultivo hacia el África y hacia la cuenca mediterránea. Los cruzados en la Edad Media y los venecianos fueron los primeros que dieron a conocer en Europa el azúcar de caña.
Esta planta fue introducida en América por los colonizadores y prendió con especial fuerza en la cuenca del Caribe. La primera destilación de ron tomó lugar en las plantaciones de caña de azúcar en el siglo XVII. Los esclavos de las plantaciones fueron los primeros en descubrir este producto, que posteriormente era pasado por procesos de refinación de azúcar, que era fermentado en alcohol.
Sobre el origen de la palabra ron hay varias teorías. Una es que los primeros rones eran tan fuertes y ásperos al paladar que a quienes los probaban les daba un escalofrío y gritaban algo así como “¡rrrroooom!”. Esta bebida se menciona por primera vez en documentos provenientes de Barbados en 1650. Se le llamaba kill-devil o rumbullion (una palabra de Devonshire, Inglaterra, que significa “gran tumulto”). En las colonias antillanas francesas se le llamó guildive (modificación de kill-devil) y posteriormente tafia, un término africano o indígena. Ya en 1667 se le llamaba simplemente rum. La primera mención oficial de la palabra rum aparece en una orden emitida por el gobernador general de Jamaica con fecha 8 de julio de 1668.
En Venezuela, la caña de azúcar fue cultivada con éxito desde el siglo XVII o XVIII. Sin embargo no hay referencia sobre la producción de ron en el país hasta el siglo XIX. Una de las primeras se la debemos al explorador y naturalista alemán barón Alejandro de Humboldt, quien visitó Venezuela en 1800. Cuando describe los tres tipos de caña que se cultivaban, destaca que la variedad Batavia “es la que se prefiere en la provincia de Caracas para la fabricación del ron”. Sí, en efecto, Caracas en ese momento era casi toda haciendas de café, cacao y caña de azúcar.
Otro viajero que hace referencia a esta bebida es el francés Dauxion Lavaysse, quien al visitar la hacienda de Juan Martín de Aristimuño, en Cariaco, expresa que su amigo “ha levantado un soberbio cafetal, unos cañamelares con un ingenio y un alambique para destilar el ron”.
Otra referencia proviene de José Domingo Rus, quien escribía en 1812 que convendría declarar libre de impuestos el aguardiente en la provincia de Maracaibo, “fabricándose, como se fabrica, el Rom bueno y destilándose algunas mistelas de buen gusto”. Los rones trujillanos y marabinos destacaron desde el principio como los mejores, aunque poco a poco fueron desplazados por los producidos en el centro y el oriente del país.
Entre las zonas productoras de ron de principios del siglo XIX destaca la Isla de Margarita. Sin embargo, los cañicultores isleños se sienten afectados por un decreto de 1826, dictado por Simón Bolívar, por considerar que los arruina, y elevan un documento de protesta al Congreso Constituyente de Valencia.
Un articulista publica en el periódico El Observador Caraqueño, el 11 de febrero de 1824, una nota en la que señala que “aquel licor, llamado aguardiente de caña y vulgarmente ron cuando se le da color, es un artículo del que jamás se extraerá por nuestros puertos un solo cántaro porque es de malísima condición, de un olor pestilente y el arte de destilarle, o sea la calidad de la tierra, le ponen fuera de competir con el de las colonias inglesas, francesas y aún del de La Habana”.
Sin embargo la producción mejora con la introducción de instrumentos especializados tales como alambiques, calderas y clarificadores, que aumenta a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Leyes aprobadas en los años 50 del siglo XX protegen esta industria y dictaminan que solo pueden llevar el calificativo de “añejo” los rones que sean madurados en barricas de madera durante dos años o un tiempo prudencial.
Libro: Los paisajes geohistóricos cañeros, de José Ángel Rodríguez, Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1986.
Esta planta fue introducida en América por los colonizadores y prendió con especial fuerza en la cuenca del Caribe. La primera destilación de ron tomó lugar en las plantaciones de caña de azúcar en el siglo XVII. Los esclavos de las plantaciones fueron los primeros en descubrir este producto, que posteriormente era pasado por procesos de refinación de azúcar, que era fermentado en alcohol.
Sobre el origen de la palabra ron hay varias teorías. Una es que los primeros rones eran tan fuertes y ásperos al paladar que a quienes los probaban les daba un escalofrío y gritaban algo así como “¡rrrroooom!”. Esta bebida se menciona por primera vez en documentos provenientes de Barbados en 1650. Se le llamaba kill-devil o rumbullion (una palabra de Devonshire, Inglaterra, que significa “gran tumulto”). En las colonias antillanas francesas se le llamó guildive (modificación de kill-devil) y posteriormente tafia, un término africano o indígena. Ya en 1667 se le llamaba simplemente rum. La primera mención oficial de la palabra rum aparece en una orden emitida por el gobernador general de Jamaica con fecha 8 de julio de 1668.
En Venezuela, la caña de azúcar fue cultivada con éxito desde el siglo XVII o XVIII. Sin embargo no hay referencia sobre la producción de ron en el país hasta el siglo XIX. Una de las primeras se la debemos al explorador y naturalista alemán barón Alejandro de Humboldt, quien visitó Venezuela en 1800. Cuando describe los tres tipos de caña que se cultivaban, destaca que la variedad Batavia “es la que se prefiere en la provincia de Caracas para la fabricación del ron”. Sí, en efecto, Caracas en ese momento era casi toda haciendas de café, cacao y caña de azúcar.
Otro viajero que hace referencia a esta bebida es el francés Dauxion Lavaysse, quien al visitar la hacienda de Juan Martín de Aristimuño, en Cariaco, expresa que su amigo “ha levantado un soberbio cafetal, unos cañamelares con un ingenio y un alambique para destilar el ron”.
Otra referencia proviene de José Domingo Rus, quien escribía en 1812 que convendría declarar libre de impuestos el aguardiente en la provincia de Maracaibo, “fabricándose, como se fabrica, el Rom bueno y destilándose algunas mistelas de buen gusto”. Los rones trujillanos y marabinos destacaron desde el principio como los mejores, aunque poco a poco fueron desplazados por los producidos en el centro y el oriente del país.
Entre las zonas productoras de ron de principios del siglo XIX destaca la Isla de Margarita. Sin embargo, los cañicultores isleños se sienten afectados por un decreto de 1826, dictado por Simón Bolívar, por considerar que los arruina, y elevan un documento de protesta al Congreso Constituyente de Valencia.
Un articulista publica en el periódico El Observador Caraqueño, el 11 de febrero de 1824, una nota en la que señala que “aquel licor, llamado aguardiente de caña y vulgarmente ron cuando se le da color, es un artículo del que jamás se extraerá por nuestros puertos un solo cántaro porque es de malísima condición, de un olor pestilente y el arte de destilarle, o sea la calidad de la tierra, le ponen fuera de competir con el de las colonias inglesas, francesas y aún del de La Habana”.
Sin embargo la producción mejora con la introducción de instrumentos especializados tales como alambiques, calderas y clarificadores, que aumenta a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Leyes aprobadas en los años 50 del siglo XX protegen esta industria y dictaminan que solo pueden llevar el calificativo de “añejo” los rones que sean madurados en barricas de madera durante dos años o un tiempo prudencial.
Libro: Los paisajes geohistóricos cañeros, de José Ángel Rodríguez, Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1986.
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