La reivindicación del cocuy
Vanessa Rolfini acaba de publicar "El cocuy en Venezuela" que difunde el valor del destilado. Los venezolanos debemos saber de cocuy.
Vanessa Rolfini, autora de "El Cocuy en Venezuela" VENANCIO ALCÁZARES
GIULIANA CHIAPPE | EL UNIVERSAL
sábado 24 de octubre de 2015 12:00 AM
Del cocuy hay que saber. Destilado venezolano del ágave, el cocuy resurge en calidad y fama. Aromático y envolvente, un cocuy bien hecho puede sorprender por su elegancia y sutileza.
Para Vanessa Rolfini Arteaga, este licor nunca ha sido desconocido. Como buena falconiana, desde pequeña se acostumbró a ver las botellas en las celebraciones. Ya como comunicadora gastronómica se ha dedicado desde hace ocho años a estudiarlo con profundidad y metodología, se ha involucrado con los productores y ha llegado a conocer milimétricamente el proceso que da origen al destilado.
Ahora plasmó todo ese conocimiento en un pequeño libro de 75 páginas editado por Fundación Bigott, que da gusto leer: El Cocuy en Venezuela.
El cocuy no es cualquier bebida. Entre quienes no lo conocen, sobre todo quienes no viven en Lara y Trujillo, hasta tiene mala fama. "Se le considera una bebida de borrachitos", dice Rolfini. Un trago de buen cocuy desmiente tales prejuicios, pero también su título como patrimonio regional, el hecho de ser la segunda Denominación de Origen Controlado de Venezuela y el lugar que se ha abierto, poco a poco, en la alta gastronomía local.
El cocuy puede ser considerado "familia" del mezcal, con quien también comparte algunas técnicas de procesamiento, compartidas en esos viajes de los pobladores precolombinos. La razón es que ágave existe desde Norteamérica hasta el borde superior de Suramérica y, según datos encontrados por Rolfini, fue domesticado "incluso antes del maíz". Sin embargo, pese a este parentesco, el cocuy tiene identidad propia.
La autora ha dividido El cocuy en Venezuela en cinco capítulos. En los primeros cuatro cuenta los antecedentes del milenario Agave cocui, radiografía su anatomía, explica los procesos productivos y su accidentada historia de ilegalidad, legalidad y reinvindicación.
En el quinto capítulo, Rolfini juega con los sentidos y con la imaginación golosa que todos tenemos, al realizar una aproximación al análisis sensorial del destilado, lineamientos para degustarlo y cómo reconocer un buen cocuy de un aguardiente corriente que se roba su nombre. Y, por si fuera poco, propone cinco cocteles, tres creados por la mixóloga Martina Álvarez y dos desarrollados por productores del cocuy de Pecaya.
El libro El cocuy en Venezuela de Vanessa Rolfini Arteaga ya se puede encontrar en las principales librerías del país, en todas las que venden publicaciones de Fundación Bigott.
A partir de hoy, Vanessa Rolfini se estrena como colaboradora gastronómica de El Universal, con su columna quincenal "Limones en almíbar".
Para Vanessa Rolfini Arteaga, este licor nunca ha sido desconocido. Como buena falconiana, desde pequeña se acostumbró a ver las botellas en las celebraciones. Ya como comunicadora gastronómica se ha dedicado desde hace ocho años a estudiarlo con profundidad y metodología, se ha involucrado con los productores y ha llegado a conocer milimétricamente el proceso que da origen al destilado.
Ahora plasmó todo ese conocimiento en un pequeño libro de 75 páginas editado por Fundación Bigott, que da gusto leer: El Cocuy en Venezuela.
El cocuy no es cualquier bebida. Entre quienes no lo conocen, sobre todo quienes no viven en Lara y Trujillo, hasta tiene mala fama. "Se le considera una bebida de borrachitos", dice Rolfini. Un trago de buen cocuy desmiente tales prejuicios, pero también su título como patrimonio regional, el hecho de ser la segunda Denominación de Origen Controlado de Venezuela y el lugar que se ha abierto, poco a poco, en la alta gastronomía local.
El cocuy puede ser considerado "familia" del mezcal, con quien también comparte algunas técnicas de procesamiento, compartidas en esos viajes de los pobladores precolombinos. La razón es que ágave existe desde Norteamérica hasta el borde superior de Suramérica y, según datos encontrados por Rolfini, fue domesticado "incluso antes del maíz". Sin embargo, pese a este parentesco, el cocuy tiene identidad propia.
La autora ha dividido El cocuy en Venezuela en cinco capítulos. En los primeros cuatro cuenta los antecedentes del milenario Agave cocui, radiografía su anatomía, explica los procesos productivos y su accidentada historia de ilegalidad, legalidad y reinvindicación.
En el quinto capítulo, Rolfini juega con los sentidos y con la imaginación golosa que todos tenemos, al realizar una aproximación al análisis sensorial del destilado, lineamientos para degustarlo y cómo reconocer un buen cocuy de un aguardiente corriente que se roba su nombre. Y, por si fuera poco, propone cinco cocteles, tres creados por la mixóloga Martina Álvarez y dos desarrollados por productores del cocuy de Pecaya.
El libro El cocuy en Venezuela de Vanessa Rolfini Arteaga ya se puede encontrar en las principales librerías del país, en todas las que venden publicaciones de Fundación Bigott.
A partir de hoy, Vanessa Rolfini se estrena como colaboradora gastronómica de El Universal, con su columna quincenal "Limones en almíbar".
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