"Con mi sazón logré salir adelante junto a mis dos hijas"
Margarita Flores trabaja en la cocina del restaurante La Huerta desde 1978
Flores prepara comida española en La Huerta GUSTAVO BANDRES
JORGE HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
jueves 20 de noviembre de 2014 12:00 AM
En mayo de 1978 Margarita Flores decidió emigrar a Venezuela en búsqueda de un mejor futuro para su esposo e hija de dos años.
Ella dejó a su familia en Ecuador para residenciarse en casa de una hermana en la parroquia La Vega. Al poco tiempo hacía labores de limpieza, los fines de semana, en la residencia de una familia en la urbanización San Luis de El Cafetal.
"El 22 de diciembre del 1978 inicié mis labores en el restaurante La Huerta, en esa fecha quedaba en la esquina Urapal de Candelaria. Luego los dueños se mudaron a la avenida Francisco Solano López de Sabana Grande, a pocas cuadras de la sede que hoy queda en la misma vía", recordó.
Flores aprendió a hacer comida española con ayuda de una amiga nativa de Sevilla. "Lo importante en tener interés en cada cosa que se realiza. Veía como ella cocinaba. Luego compraba libros y enciclopedias para usar correctamente los ingredientes".
La reconocida cocinera del restaurante La Huerta pudo sostenerse en el país, y es hasta 1980 que logra reencontrarse con su esposo y primera hija. "Con el dinero que ganaba le mandaba leche y ropa a mi primera hija en Ecuador. Luego tuve a mi segunda hija en Venezuela. A pesar de que mis padres son de buena posición económica, siempre me gustó valerme por mis propios medios. Luego mi esposo falleció hacia 1990 y me quedé sola con mis hijas. Con mi sazón logre salir adelante junto a ellas".
Con su trabajo en La Huerta, durante 35 años, pagó los estudios de sus hijas y compró su casa en Candelaria.
"Tenía tantas deudas cuando compré mi casa que me fui a trabajar a España durante siete meses, luego volví a La Huerta. Con ese dinero pagué parte del crédito del inmueble y pude seguir cocinando mis paellas, corderos, pescados con vegetales, costillar de lechón y demás delicias en el restaurante para sostenerme y complacer a las personalidades del país", contó.
Flores hoy transmite sus conocimientos a sus compañeros de trabajo. "Con más de 50 años uno debe plantearse volver a su tierra (Santo Domingo de los Colorados) o seguir luchando por este gran país, donde salía cada ocho meses para evitar que me deportaran. Creo mucho en la gente que trabaja, como han hecho los propietarios de La Huerta y sus nuevas generaciones".
Ella dejó a su familia en Ecuador para residenciarse en casa de una hermana en la parroquia La Vega. Al poco tiempo hacía labores de limpieza, los fines de semana, en la residencia de una familia en la urbanización San Luis de El Cafetal.
"El 22 de diciembre del 1978 inicié mis labores en el restaurante La Huerta, en esa fecha quedaba en la esquina Urapal de Candelaria. Luego los dueños se mudaron a la avenida Francisco Solano López de Sabana Grande, a pocas cuadras de la sede que hoy queda en la misma vía", recordó.
Flores aprendió a hacer comida española con ayuda de una amiga nativa de Sevilla. "Lo importante en tener interés en cada cosa que se realiza. Veía como ella cocinaba. Luego compraba libros y enciclopedias para usar correctamente los ingredientes".
La reconocida cocinera del restaurante La Huerta pudo sostenerse en el país, y es hasta 1980 que logra reencontrarse con su esposo y primera hija. "Con el dinero que ganaba le mandaba leche y ropa a mi primera hija en Ecuador. Luego tuve a mi segunda hija en Venezuela. A pesar de que mis padres son de buena posición económica, siempre me gustó valerme por mis propios medios. Luego mi esposo falleció hacia 1990 y me quedé sola con mis hijas. Con mi sazón logre salir adelante junto a ellas".
Con su trabajo en La Huerta, durante 35 años, pagó los estudios de sus hijas y compró su casa en Candelaria.
"Tenía tantas deudas cuando compré mi casa que me fui a trabajar a España durante siete meses, luego volví a La Huerta. Con ese dinero pagué parte del crédito del inmueble y pude seguir cocinando mis paellas, corderos, pescados con vegetales, costillar de lechón y demás delicias en el restaurante para sostenerme y complacer a las personalidades del país", contó.
Flores hoy transmite sus conocimientos a sus compañeros de trabajo. "Con más de 50 años uno debe plantearse volver a su tierra (Santo Domingo de los Colorados) o seguir luchando por este gran país, donde salía cada ocho meses para evitar que me deportaran. Creo mucho en la gente que trabaja, como han hecho los propietarios de La Huerta y sus nuevas generaciones".
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