La dicha de pasear por Tovar y Bailadores
(Extractos)
Cuando vayan a Mérida dense una vuelta por Tovar y Bailadores. Atómicos los panes de Mi Favorita y suculentos los almuerzos de Lourdes en la casa de su hija. Una visita al taller de Martí Morales es un encuentro feliz con la luz y la sensibilidad. En Bailadores nos recibe Estancia La Veracruz apoyando a toda la comunidad. Ahí sabrán cómo probar los bombones de las emprendedoras del chocolate, verán las prendas de Gustavo Contreras, apreciarán las gerberas de Miguel Ferraz y sabrán que hay unos extraordinarios productores de lechugas y hortalizas
En Mérida hay que andar en carro para visitar pueblos y ciudades, detenerse a ver paisajes, comer en cuanto sitio consigan en la vía, comprar hortalizas, probar panes y entrar por caminos que luzcan atractivos. La otra dicha es traerse suculencias y recordar el viaje a punta de sabores. Fue lo que hicimos en esta ocasión y así llegamos a Tovar y Bailadores. El drama es que ahora las estaciones de servicio por aquí son con chip. Se arman unas colas tremendas y aunque las hagas no te ponen gasolina si no tienes chip. Lo descubrimos allá. Tuvieron que darnos de un camión. La recomendación es que llenen el tanque antes de salir de la ciudad de Mérida y como queda cerca, alcanza para ida y vuelta.
Comer, caminar y visitar pintores. Las montañas que abrazan Tovar han hecho que muchos creadores se inspiren e instalen por esos predios. Conversamos con Martín Morales en su taller...
Aquí queda la famosa panadería y pastelería Mi Favorita, de los hermanos Briceño, fundada por su padre. Fue la primera panadería de Tovar y encima fueron los creadores del auténtico pan tovareño, ese que es aliñado y que queda marroncito. Lo hacen largo tipo canilla y las acemas son un delirio. Amé los dulces. Había uno de hojaldre con crema adentro que no recuerdo como se llamaba, pero era muy goloso. Todavía conservan hasta la camioneta del año 53 donde su papá repartía el pan. Es una visita feliz. Ojalá que siempre consigan harina.
Por ahí mismo en el centro pueden almorzar en la casa de la hija de Lourdes Socorro de Rojas. Solo prepara almuerzos de lunes a viernes. Eso se llena de gente porque el precio es muy solidario, y la comida criollita y genuina. Probamos un sancocho de costilla de gallina memorable. Ofrece pabellón, albóndigas con pasta, plátano, pollo al horno y bistec. Lo que consiga lo prepara. Estén pendientes del Festival de Sancocho en Tovar. Se hace el último domingo de agosto y acuden hasta 70 familias con sus ollas. Algunos lo regalan y otros cobran, pero es tremendo sarao donde todos disfrutan. Se hace en el Coliseo del Llano de Tovar.
Recibimiento estelar. La bienvenida a Bailadores la da Estancia La Veracruz, el extraordinario hospedaje de la familia Velazco atendido por su hijo Ricardo...
Ricardo se ha empeñado en promover el talento local. Aquí se sirven y venden los bombones que hace un grupo de emprendedoras del chocolate, formadas por la gente de Trabajo y Persona y con talleres de María Fernanda Di Giacobbe. Son una verdadera exquisitez. Los colocan en las habitaciones y los ofrecen en vitrinas en la recepción. También promueven visitas a la plantación de gerberas de Miguel Ferraz. Es idílico caminar entre tantas flores de colores intensos. El otro paseo que enciende el orgullo nacional es a unas plantaciones de hortalizas y lechugas muy prósperas. Son las que se sirven en el restaurante.
En la terraza frente al lobby se instala Gustavo Contreras, un orfebre cuyas delicadas piezas en plata provoca lucirlas en cualquier sarao. Por ahí se acerca también Gloria Cegarra de Ardila para ofrecer un dulce de naranja relleno de coco y leche condensada. Ignoro cómo lo hace, pero es la naranja tal cual con ese relleno y todo se come.
Me encanta Bailadores. Otra visita vital es a La Capellanía, la plantación de fresas vía La Cascada de la India Carú. Son cultivadas de forma orgánica. Conversar con el señor Zurita es una dicha.
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