CARPE VINUM
Venezuela es un reservorio estancado de un cacao excepcional
VLADIMIR VILORIA | EL UNIVERSAL
sábado 18 de julio de 2015 12:00 AM
El cacao como problema
Sudoroso, despierto de una pesadilla: hago fila para recibir mi ración mensual de chocolate -30 gramos-, tal y como narrara Orwell en su distopía 1984. Resignado, la guardo en mi bolsillo y decido pensativo si la engullo y saboreo de una vez o la vendo o cambio por algo en el mercado negro. Mi corazón late desaforado. Mi mujer me despierta. Por suerte no era más que un mal sueño, al menos todavía.
El Tercer Encuentro Internacional: cacao y chocolates de Suramérica, organizado por Kakao de Origen, con María Fernanda di Giacobbe al mando y la autoridad en el tema Chloé Doutre-Roussel y el investigador venezolano César Guevara como invitados especiales, tal vez sea el motivo de mi pesadilla.
Allí se analizaron los casos de Bolivia, desde la extraordinaria experiencia de la Cooperativa El Ceibo fundada en el año de 1977, exitosa "cooperativa empresarial" capaz de mantener prósperas y estables a 1.500 familias campesinas que se levantan y acuestan en la brega del chocolate, y el peculiar caso del agresivo "marketing de Estado" que ha emprendido Ecuador, supuesto exportador de miles de toneladas de "cacao fino" que, en realidad, dista mucho de serlo, siendo su chocolate más bien soso y poco expresivo.
Pero el hecho es que tanto Bolivia como Ecuador, más allá del juicio sobre la calidad de sus prodcutos, son dos países que están trabajando muy duro para obtener de su cacao y su chocolate el valor que les permita generar riqueza y bienestar a su gente.
Mal que bien, el Estado hace lo suyo, pero también lo hacen productores y empresarios. Ganan mercados, exportan, convierten la preciada almendra en divisa.
Y Venezuela, mientras tanto, ¿qué? Gracias a la ineficacia histórica de políticas públicas incapaces de hacer del cultivo del cacao un negocio lucrativo y rentable, el país es un reservorio estancado de un cacao excepcional, genética y organolépticamente sin competencia y con un potencial en valor envidiable.
Se produce poco, sí, pero pura calidad. Dormido en su prestigio, siempre a la espera de momentos mejores, "el mejor cacao del mundo" se pierde o se nos pudre en los puertos.
Hoy, a duras penas, la producción de cacao alcanza para suplir el mercado interno y no es capaz de cumplir con pedidos de los mejores chocolateros del planeta dispuestos a pagar su peso en oro.
El cacao venezolano vive la paradoja del abandono, ese que al mismo tiempo lo ha protegido del afán "productivo", de la plaga del clon CCN51 y otras más.
El cacao venezolano espera por quienes de verdad quieran luchar y trabajar por este producto que en el extranjero recibe los mejores elogios de expertos.
vladimirviloria@gmail.com
Sudoroso, despierto de una pesadilla: hago fila para recibir mi ración mensual de chocolate -30 gramos-, tal y como narrara Orwell en su distopía 1984. Resignado, la guardo en mi bolsillo y decido pensativo si la engullo y saboreo de una vez o la vendo o cambio por algo en el mercado negro. Mi corazón late desaforado. Mi mujer me despierta. Por suerte no era más que un mal sueño, al menos todavía.
El Tercer Encuentro Internacional: cacao y chocolates de Suramérica, organizado por Kakao de Origen, con María Fernanda di Giacobbe al mando y la autoridad en el tema Chloé Doutre-Roussel y el investigador venezolano César Guevara como invitados especiales, tal vez sea el motivo de mi pesadilla.
Allí se analizaron los casos de Bolivia, desde la extraordinaria experiencia de la Cooperativa El Ceibo fundada en el año de 1977, exitosa "cooperativa empresarial" capaz de mantener prósperas y estables a 1.500 familias campesinas que se levantan y acuestan en la brega del chocolate, y el peculiar caso del agresivo "marketing de Estado" que ha emprendido Ecuador, supuesto exportador de miles de toneladas de "cacao fino" que, en realidad, dista mucho de serlo, siendo su chocolate más bien soso y poco expresivo.
Pero el hecho es que tanto Bolivia como Ecuador, más allá del juicio sobre la calidad de sus prodcutos, son dos países que están trabajando muy duro para obtener de su cacao y su chocolate el valor que les permita generar riqueza y bienestar a su gente.
Mal que bien, el Estado hace lo suyo, pero también lo hacen productores y empresarios. Ganan mercados, exportan, convierten la preciada almendra en divisa.
Y Venezuela, mientras tanto, ¿qué? Gracias a la ineficacia histórica de políticas públicas incapaces de hacer del cultivo del cacao un negocio lucrativo y rentable, el país es un reservorio estancado de un cacao excepcional, genética y organolépticamente sin competencia y con un potencial en valor envidiable.
Se produce poco, sí, pero pura calidad. Dormido en su prestigio, siempre a la espera de momentos mejores, "el mejor cacao del mundo" se pierde o se nos pudre en los puertos.
Hoy, a duras penas, la producción de cacao alcanza para suplir el mercado interno y no es capaz de cumplir con pedidos de los mejores chocolateros del planeta dispuestos a pagar su peso en oro.
El cacao venezolano vive la paradoja del abandono, ese que al mismo tiempo lo ha protegido del afán "productivo", de la plaga del clon CCN51 y otras más.
El cacao venezolano espera por quienes de verdad quieran luchar y trabajar por este producto que en el extranjero recibe los mejores elogios de expertos.
vladimirviloria@gmail.com
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