Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

lunes, 27 de julio de 2015

“No hay pan por falta de harina”, leo en un cartel improvisado en una panadería cerca de mi casa. "Sólo se pueden lleva 2 canillas por persona, no pueden entonces optar por un "pan campesino" o panes sueltos también" nos dicen en la barra. “Restringida venta de cerveza”, me dicen en la caja del automercado que frecuento, ahora sí que estamos mal

Misión Gula de Miro Popic 



Ni pan ni cerveza, ahora sí que estamos malTAL CUAL 11-07-15
“No hay pan por falta de harina”, leo en un cartel improvisado en una panadería cerca de mi casa. “Restringida venta de cerveza”, me dicen en la caja del automercado que frecuento. Menuda forma de empezar la semana. Aunque, en verdad, no sé cuál de los dos asuntos es más grave. Recuerdo entonces la frase bíblica de que no sólo de pan vive el hombre, y bueno, tampoco consigo harina para las arepas y aunque hoy es mi día de comprar con el número de la cédula, ocurre que no consigo lo que deseo, ni siquiera lo que necesito.

Primer plato
El pan y la cerveza son hijos de la levadura, cuyo proceso de fermentación es considerado una actividad cultural universal basado en la forma más primitiva de procesar los alimentos. Sin ella, el trigo sería un cereal inútil, y fue su acción de procesar el alimento lo que permitió que el hombre avanzara un paso más en la cadena alimenticia. De hecho, hay quienes sostienen que primero se inventó la cerveza antes que el pan, tanto que en un principio era considerada un alimento liquido, lo cual es absolutamente cierto.
La fermentación alcohólica es la más antigua de todas y, seguramente, la más popular por sus resultados. El antropólogo norteamericano Salomón Katz es de la idea de que el hombre se ocupó de la agricultura y dejó la caza y la recolección, para tener un suministro estable de alcohol. Y, tal como lo dice Michel Pollan, “la cerveza se inventó antes que el pan y en cuanto las personas la probaron, buscaron la manera de producir más de lo que conseguían mediante la recolección de semillas, fruta o miel”.
Es más, la elaboración de cerveza es casi de la misma época que la agricultura y significó un aumento nutricional importante para los humanos, que compensó muchas veces la falta de carne en la dieta.
En casi todas las culturas la fermentación tienen un carácter mágico, de origen divino.

Segundo plato
¿Y nuestros aborígenes no gustaban de la cerveza? Bueno, no propiamente como la conocemos ahora, sino en forma de chicha obtenida de la fermentación del maíz o de la yuca o de alguna fruta madura. Galeotto Cey lo constató con estas palabras, en su obra “Viaje y descripción de las Indias 1539-1553”: “De este grano hacen los indios además una bebida, del mismo modo que la de la raíz de yuca, y de otra forma asan el maíz sobre una tortera, después lo muelen un poco y lo ponen a cocer con agua, y un poco de pan, el de las hallacas, masticado, y luego de bien hervido lo ponen en ciertas vasijas a reposar, y el cabo de dos o tres días está listo para beber: lo que sale primero, claro, lo llaman algunos “carato” otros “pichipuro” y otros “chicha”. Luego lo compara con la manera de hacer vino y confiesa que tardó diez años en probarlo. También cita a un francés amigo suyo que bebía chicha “si no hay buen vino”.
Todos los cronistas de Indias mencionan la chicha, la manera de prepararla y el placer que sentían por ella que los llevaba a embriagarse cada vez que podían. Para obtener una buena y rápida fermentación del grano, se masticaba una y otra vez, se escupía con fuerza y se colocaba en una jarra de arcilla.
El padre Miguel Acosta Saignes, en uno de sus escritos, dice que “se hace mascando el maíz y haciendo levadura de lo que así se masca, y después de cocido; y aun es opinión de indios que, para hacer buena levadura, se ha de mascar de viejas podridas”. El padre Felipe Salvador Gilij es de opinión contraria y afirma que los indios del Orinoco “prefieren para este menester indias jóvenes”.
De viejas o de jóvenes, lo cierto es que nuestros ancestros preferían beber maíz a comer maíz. Igual cosa hacía los europeos, que preferían beber centeno transformado en cerveza que transformado en pan.

Postre
O sea que no tenemos salvación, ya que no tenemos ni pan ni cerveza y si al maíz vamos, nos costará conseguirlo. Tampoco podemos esperar un milagro como el de Jesús con la multiplicación del pan y del vino. El vino está carísimo y pan, simplemente, no hay.

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