El lado flaco de comer sin hambre
Esta conducta ha contribuido a incrementar los niveles de sobrepeso y obesidad. Por eso, los consejos más innovadores para perder kilos van más allá de dietas y ejercicios
Brian Wansink, experto en nutrición y comportamiento de la Universidad de Cornell, en EE UU, lleva años estudiando el tema. Su buena reputación hizo que fuera llamado por la primera dama de ese país, Michelle Obama, a la Casa Blanca para elaborar las guías de alimentación nacionales.
Ahora acaba de publicar un análisis de diferentes investigaciones en las que se abordan factores ambientales que contribuyen a la tendencia de comer sin apetito. "La mayoría de nosotros come mucho más de lo que debería, no porque tengamos hambre, sino a causa de nuestra familia y amigos, de los envoltorios de la comida, el tamaño de los platos, la cantidad, las etiquetas, los colores, formas y olores. La lista es interminable, y además, invisible", sostiene.
El problema es que no es un hábito saludable. "La gran mayoría de las personas come en el día más influenciado por factores emocionales o ambientales que por el hambre. Comer sin apetito es uno de los grandes contribuyentes de la epidemia de sobrepeso y obesidad que hoy nos afecta", precisa la doctora Eliana Reyes, directora de la Asociación Chilena de Nutrición Clínica.
En un estudio que realizó junto al doctor Koert van Ittersum, de la Universidad de Groningen, en Holanda, Wansink pudo observar cómo estudiantes que comían unas galletas sin tener apetito tenían luego niveles más altos de glucosa en la sangre que aquellos que ingirieron las galletas para calmar el hambre.
Por ello, aunque suene lógico, "estos resultados sugieren que es más saludable comer cuando se tiene hambre que cuando no se tiene", dicen los autores de la publicación, que aparece en el primer número del Journal of the Association for Consumer Research, una revista científica dedicada a "la ciencia del comportamiento de comer", explica Wansink.
Comer mejor
"Un gran problema en la sociedad contemporánea es que la gente no pone atención a lo que está comiendo, entonces no se dan cuenta si ya saciaron su apetito". Para cambiar este panorama, el experto en nutrición Brian Wansink ha elaborado una serie de consejos que incluyen pequeños cambios, tanto en el comportamiento como en el ambiente que nos rodea, para facilitar la creación de buenos hábitos de alimentación:
-Tomar conciencia de lo que se está comiendo. Evitar distracciones como la TV.
-Ocultar del campo visual aquellos alimentos que engordan más.
-Reducir las porciones y utilizar platos y vasos más pequeños. Eso disminuye hasta en 25% la ingesta.
-Comer y masticar despacio. La sensación de saciedad tarda unos 20 minutos en llegar al cerebro.
-Poner espejos en la cocina obliga a replantearse la idea de comer sin apetito.
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