La agricultura urbana por Laureano Márquez
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LIMONES EN ALMÍBAR
Se aspira a que 60% de lo que se consume haya sido extraído de un área de 100 km2
VANESSA ROLFINI ARTEAGA | EL UNIVERSAL
sábado 16 de enero de 2016 12:00 AM
Caracas, ¿Km. cero?
¿Podemos los caraqueños alimentarnos de lo que se produce en la ciudad? ¿Cómo sostener una urbe que lo engulle todo? Ciertamente, está ubicada en un valle de condiciones excepcionales para la agricultura y no en vano hasta principios de los cincuenta, era una zona con grandes extensiones agrícolas.
En años recientes, grandes ciudades se plantean las mismas interrogantes. Algunos movimientos promueven volver a lo que se siembra en casa o cerca de ella. Uno es el slow food nacido en Italia, donde se establecen estrechas relaciones con el productor y sus circunstancias. Esta "cocina de la proximidad" lleva treinta años en el tapete.
Otro caso es el llamado "kilómetro cero", derivado del primero y planteado por los escandinavos, con el se aspira a que el 60% de lo que se consume haya sido producido o extraído en un área de cien kilómetros cuadrados.
Ahora es común ver fotografía de azoteas y balcones en Nueva York, Madrid o París con grandes jardines no ornamentales, que en realidad tienen doble función: producir algo de lo que se come y ahorrar energía (fresco en el verano y cálido en el invierno). Otros movimientos interesantes son el farm to table y por supuesto, el mercado para productos ecológicos de años recientes.
Un estudio hecho por Zinnia Martínez para el diplomado de Alimentación y Cultura en la UCV, abordó al detalle las zonas aledañas a Caracas donde se producen alimentos: los Valles del Tuy, el Parque Nacional Waraira Repano, las costas de Vargas, San Diego de los Altos, Guatire y Guarenas, el Junquito, Turgüa, El Hatillo y los Altos Mirandinos.
Lugares que abastecen en parte las necesidades de los caraqueños con alimentos como hortalizas, aves, cerdos, quesos, café, frutas y hasta flores, que se expenden en grandes y pequeños mercados. Incluso, algunos proyectos dentro de la urbe, como huertos urbanos han dado frutos pero con subsidio oficial.
"Caracas es una ciudad con vocación agroproductiva", afirma Martínez quien cita un censo realizado en 2014 por el Consejo Legislativo de Caracas, donde se identificaron más de 250 productores que se dedican a esta actividad, dentro del municipio Libertador.
Martínez plantea que "el campesino y la producción agropecuaria debe batallar contra regulaciones de precios, escasez de agroquímicos y alimentos para los animales, paralización de las importaciones, desaparición de semillas fundamentales", a lo que se le suma ausencia de relevo generacional, inseguridad, y una cultura no dada al consumo de vegetales, que adolece de espacio.
Pocas cosas se comparan al placer de unos vegetales o hierbas recién cortados del conuco familiar, pero no es suficiente. Aunque cada día se hace imperioso consumir alimentos sin pesticidas ni alteraciones genéticas, pero verlo como una contraparte a la escasez es otra cosa.
¿Podemos los caraqueños alimentarnos de lo que se produce en la ciudad? ¿Cómo sostener una urbe que lo engulle todo? Ciertamente, está ubicada en un valle de condiciones excepcionales para la agricultura y no en vano hasta principios de los cincuenta, era una zona con grandes extensiones agrícolas.
En años recientes, grandes ciudades se plantean las mismas interrogantes. Algunos movimientos promueven volver a lo que se siembra en casa o cerca de ella. Uno es el slow food nacido en Italia, donde se establecen estrechas relaciones con el productor y sus circunstancias. Esta "cocina de la proximidad" lleva treinta años en el tapete.
Otro caso es el llamado "kilómetro cero", derivado del primero y planteado por los escandinavos, con el se aspira a que el 60% de lo que se consume haya sido producido o extraído en un área de cien kilómetros cuadrados.
Ahora es común ver fotografía de azoteas y balcones en Nueva York, Madrid o París con grandes jardines no ornamentales, que en realidad tienen doble función: producir algo de lo que se come y ahorrar energía (fresco en el verano y cálido en el invierno). Otros movimientos interesantes son el farm to table y por supuesto, el mercado para productos ecológicos de años recientes.
Un estudio hecho por Zinnia Martínez para el diplomado de Alimentación y Cultura en la UCV, abordó al detalle las zonas aledañas a Caracas donde se producen alimentos: los Valles del Tuy, el Parque Nacional Waraira Repano, las costas de Vargas, San Diego de los Altos, Guatire y Guarenas, el Junquito, Turgüa, El Hatillo y los Altos Mirandinos.
Lugares que abastecen en parte las necesidades de los caraqueños con alimentos como hortalizas, aves, cerdos, quesos, café, frutas y hasta flores, que se expenden en grandes y pequeños mercados. Incluso, algunos proyectos dentro de la urbe, como huertos urbanos han dado frutos pero con subsidio oficial.
"Caracas es una ciudad con vocación agroproductiva", afirma Martínez quien cita un censo realizado en 2014 por el Consejo Legislativo de Caracas, donde se identificaron más de 250 productores que se dedican a esta actividad, dentro del municipio Libertador.
Martínez plantea que "el campesino y la producción agropecuaria debe batallar contra regulaciones de precios, escasez de agroquímicos y alimentos para los animales, paralización de las importaciones, desaparición de semillas fundamentales", a lo que se le suma ausencia de relevo generacional, inseguridad, y una cultura no dada al consumo de vegetales, que adolece de espacio.
Pocas cosas se comparan al placer de unos vegetales o hierbas recién cortados del conuco familiar, pero no es suficiente. Aunque cada día se hace imperioso consumir alimentos sin pesticidas ni alteraciones genéticas, pero verlo como una contraparte a la escasez es otra cosa.
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