Monje nipón completa una prueba de ayuno extremo
Un monje budista nipón de 41 años concluyó hoy un durísimo ritual que le ha tenido nueve días privado de comida, bebida y sueño y que desde la II Guerra Mundial solo 13 personas han completado en Japón, el último hace ocho años.
Solo pocos lo han realizado (Archivo)
EL UNIVERSAL
miércoles 21 de octubre de 2015 11:34 AM
Tokio.- Un monje budista nipón de 41 años concluyó hoy un durísimo ritual que le ha tenido nueve días privado de comida, bebida y sueño y que desde la II Guerra Mundial solo 13 personas han completado en Japón, el último hace ocho años.
Al concluir la prueba, el monje Kogen Kamahori salió caminando, aunque asistido por dos personas, del recinto del sagrado Monte Hiei (oeste de Japón) en el que se recluyó los nueve días, informaron medios locales.
Unos 600 fieles lo recibieron a la salida para felicitarlo por su hazaña, reseñó Efe.
Kamahori ha completado con éxito este ayuno que se conoce como "doiri", que a su vez es la prueba más dura dentro del "kaihogyo", un periodo de 1.000 días de entrenamiento ascético con el que se pretende alcanzar la iluminación.
Para someterse al "doiri", el monje debe antes haber completado, a lo largo de cinco años, 700 días de caminatas en el monte de entre 30 y 40 kilómetros diarios.
Durante el "doiri", además de no comer, beber ni dormir, el monje tampoco puede tumbarse, y durante las 182 horas que dura el rito debe recitar diferentes sutras 100.000 veces.
Dos monjes le acompañan en todo momento durante los nueve días para que el monje, que al realizar esta prueba debe "encarar la muerte", no se duerma.
Originalmente el "doiri" duraba diez días pero fue acortado para evitar el fallecimiento de aquellos que lo realizaban.
El "kaihogyo" es practicado por la escuela japonesa Tendai, fundada sobre el monte Hiei en torno al siglo IX.
Sus 1.000 días de duración deben repartirse a lo largo de unos siete años y se cree que menos de 50 personas lo han completado desde el siglo XIX.
Kogen Kamahori comenzó su "kaihogyo" en marzo de 2011 y tiene previsto consumarlo en septiembre de 2017.
18 DE OCTUBRE 2015 - 12:01 AM
Al concluir la prueba, el monje Kogen Kamahori salió caminando, aunque asistido por dos personas, del recinto del sagrado Monte Hiei (oeste de Japón) en el que se recluyó los nueve días, informaron medios locales.
Unos 600 fieles lo recibieron a la salida para felicitarlo por su hazaña, reseñó Efe.
Kamahori ha completado con éxito este ayuno que se conoce como "doiri", que a su vez es la prueba más dura dentro del "kaihogyo", un periodo de 1.000 días de entrenamiento ascético con el que se pretende alcanzar la iluminación.
Para someterse al "doiri", el monje debe antes haber completado, a lo largo de cinco años, 700 días de caminatas en el monte de entre 30 y 40 kilómetros diarios.
Durante el "doiri", además de no comer, beber ni dormir, el monje tampoco puede tumbarse, y durante las 182 horas que dura el rito debe recitar diferentes sutras 100.000 veces.
Dos monjes le acompañan en todo momento durante los nueve días para que el monje, que al realizar esta prueba debe "encarar la muerte", no se duerma.
Originalmente el "doiri" duraba diez días pero fue acortado para evitar el fallecimiento de aquellos que lo realizaban.
El "kaihogyo" es practicado por la escuela japonesa Tendai, fundada sobre el monte Hiei en torno al siglo IX.
Sus 1.000 días de duración deben repartirse a lo largo de unos siete años y se cree que menos de 50 personas lo han completado desde el siglo XIX.
Kogen Kamahori comenzó su "kaihogyo" en marzo de 2011 y tiene previsto consumarlo en septiembre de 2017.
El gozo de pasear el Orinoco y el Caroní
Ojalá un alma sensible hubiera diseñado Ciudad Guayana. En esta ciudad hace falta darle el frente a ese par de ríos extraordinarios y energizantes. Llegarles caminando, navegarlos a cada rato, diseñar vías fluviales para que el agua le regale alegría a sus habitantes, promover deportes de viento y kayaks. Entender el privilegio de vivir rodeados de río, asumirlo y apropiarse de esa bondad.
Ignoro si será posible darle la vuelta a Ciudad Guayana para que sus habitantes se dediquen a mirar sus ríos en lugar de darles la espalda. Para llegar al Parque Cachamay solo hay que tomar una autopista. Lo mismo para acercarse al Orinoco y navegar hasta sus playas. Esta ciudad tendría que estar repleta de caminerías junto a las aguas del Orinoco y el Caroní, senderos de bicicleta, muchos muelles para tomar embarcaciones que llevaran a sus habitantes de un sector a otro, cientos de ofertas para que la visita se encarame en kayaks, botes de remo y cuanta cosa flote. Un atómico puerto de cruceros como el que ha propuesto la gente de Puerto Orinoco desde hace más de 15 años.
Hay que ver la euforia y el asombro que tiene que ser llegarle a Ciudad Guayana por el Delta del Orinoco entrando por el pedacito de océano Atlántico que tenemos al terminar nuestra costa Caribe. Sería una auténtica entrada triunfal por ese delta misterioso, todos asomados en la borda después de un desayuno con costillas de morocoto y cachapas con auténtico y fresco queso guayanés. Luego pasaríamos lau lau ahumado en bandejitas del que hace Kurt Hopp con su aderezo de cebollita y alcaparras y de postre unos suspiritos de merey atómicos que inventaron las niñas de Petoto’s cupcakes. Cualquier visita se rinde a los pies de una ciudad cuya entrada sea así de gloriosa.
Surcar los ríos. Carla y su hermano Carlos inventaron Aquaxtremo para que todo el que llegue a Ciudad Guayana se encarame en un kayak a surcar el Caroní. Se sale desde el hotel Venetur, justo frente al salto La Llovizna, y se rema hasta ese remolino glorioso. Luego cruzan a la derecha para llegar a una serie de cascaditas felices, se encaraman por unas piedras y llegan a unos cascaditas más pequeñas que funcionan como chorritos masajeadores. Es una delicia de regalo de la naturaleza. Nadie se quiere salir jamás.
Si suben un ratico más ven la represa y sus compuertas. Adoro esa combinación naturaleza–industria que ofrece Ciudad Guayana y que está medio encaletada porque los ríos solo se ven de lejos. Luego vamos a un jacuzzi encaramándonos por otras piedras y finalmente uno se lanza desde una roca para tomar nuevamente los kayaks y regresar a puerto. Amé este paseo que iniciamos a las 7:00 am con el sol y la luz matutina. Un clima perfecto: ni frío ni calor. En una parte nos dieron merienda con unos ponquecitos muy frescos. Recomiendo este paseo 100%.
Otra opción para quienes quieran llenarse de Caroní sin mojarse tanto es la gente de Puerto Orinoco con más de 15 años ofreciendo su catamarán saliendo desde el Club Náutico, que tiene unas extraordinarias instalaciones, un salón de eventos donde cabe una muchedumbre y está lanzado al Caroní. Desafortunadamente sus socios no han sido muy esmerados en el mantenimiento. Pero el catamarán es una divinidad. Navega hasta La Llovizna, se acerca a las otras cascadas y en algún momento los bautizan con las aguas de La Llovizna (si el caudal lo permite). Hay mesitas para hacer cenas, brindar, comer y tomar algo.
Lo vital es entender que sería un garrafal error visitar Ciudad Guayana y salir de ahí sin flotar por su río. A mi me encanta bañarme en donde se unen el Orinoco y el Caroní. Tener los brazos en uno y las piernas en otro. Creo que no está contemplado, pero pueden pedir permiso. Las playas de estos ríos en época de sequía son la gloria.
Guayana sabe bien. Juan Carlos Sayalero es el creador de “Guayana sabe bien … y Venezuela también”. En esta ocasión organizó una exposición en el centro comercial Altavista II donde participaron 80 emprendedores en turismo y gastronomía. Admirables el entusiasmo y la calidad.
Miguel Farías ofrece más de 20 variedades de café en un carrito en la mitad de la calle. Aprendió en Colombia y ahora ofrece su conocimiento para despertar a los guayaneses. José Martínez hace unos golfeados y unas bombas enormes y gloriosas y los vende en un carrito en la avenida Atlántico por Terrazas del Caroní.
Ninoska Rivas hace salsas italianas y cremas árabes. Las últimas son tan buenas que fueron aprobadas por su suegra libanesa. También tiene Doña Maure para ofrecer sus salsas italianas herencia de su madre. José David Pérez inventó Cup Patacón, las cesticas de plátano verde congeladas para hornear o freír y quedan perfectas. Las rellenas con lo que te provoque y quedas de lujo con la familia y amigos. Juan Portillo se paseó por toda la sala con sus Yukepitas, unas arepas de yuca gloriosas, tanto en versión salada como dulces. Las amé. Rosa María Tedesco hace alimentos sin glúten pero bien sabrosos.
Pa Quién es el restaurante de Juan Carlos Sayalero y John Mora en el Altavista II. Ahí se sirven todos los productos de Guayana, empezando por las obras de arte culinario de Kurt Hopp que llegan directo de su ahumador. Una ricura los callos, el cochinillo, los gustosos pescados de río y las limonadas en su punto. Pidan comprar las sales y el café que procesa Juan Carlos y vende empacados al vacío.
Estuvimos visitando Fish Market para probar sus sushis. Asombrosa la variedad de pescados de mar que venden empacados al vacío, traídos de las costas de Sucre y procesado por ellos. Supimos del centro de eventos y saraos, posada y restaurante La Vaquera en los predios de Upata. Un tremendo sitio que deseamos visitar pronto en alguna parada hacia la Gran Sabana.
Pernocta y desayuno
Para hospedarnos pasamos dos noches en el hotel Plaza Merú de la cadena Eco Inn en versión de lujo. Lo amamos. Extraordinaria y cálida atención. La única queja fueron las almohadas que dejan el pescuezo molido, pero las están cambiando. Pedí una pequeña y me la dieron. Otra noche la pasamos en la Hostería Waipá, con 50 habitaciones y muy cerca del aeropuerto. Cómodas habitaciones que recuerdan muchos rincones de Venezuela. Ojalá resuelvan el servicio de la comida. La lunchería provisional es muy deficiente. Para desayunar en Savoye Bistró donde hubo costillas de mococoto, arepas de chicharrón y dulces, queso guayanés fresquito, morcilla, chorizo…. No comí más hasta la noche. Adorable este lugar de Kahrellia y su marido Darwin.
Datos vitales
Para dormir
Hotel Plaza Merú
Hotelplazameru.com
Ciudad Guayana
Hostería Waipá
Paseo Caroní con carretera Uchire, Manzana 3, Unare II
Teléfonos: (0286) 951 7972
IG: @hosteriawaipa
Ciudad Guayana
Para pasear
Puerto Orinoco
Casa Bote Club Náutico Caroní
www.puertorinoco.com
Teléfonos: (0286) 417 2727/923 5289
Aquaxtremo
Carla Rondón
Teléfono: (0426) 5930936
IG: @aquaxtremo
Para comer
Savoye Bistró
Villa Alianza, calle Nicaragua, frente a bomba PDV
Teléfonos: (0424) 959 6175 y (0286) 715 4247
IG: @savoyebistro
Pa Quién
Centro comercial Altavista II
Teléfono:(0286) 6920310
Fish Market
Carrera Guasipati, antigua tienda Samsung
Manuel Guzmán
IG: @gofishmarket
Aromas café
Miguel Farías
IG: @aromascafe
Frecho Pastelería
José Martínez
Terrazas del Caroní, ave Atlántico.
Teléfono: (0414) 852 8988
Petoto’s Cupcake
Elimar Estaba
Teléfono: (0416) 692 0878
IG: @petoto’s-cupcake
Ninoska Rivas
Doña Maure
Teléfono: (0414) 879 9757
IG: @Doñamaure
Cup Patacón
José David Pérez
Teléfono: (0426) 511 7998
IG: @cuppataconvzla
Yukepitas
Juan Portillo
IG: @yukepitas
Teléfono: (0424) 177 6457
Delicias Rosilú
Rosa María Tedesco
IG: @delicias-rosilu
Teléfono: (0414) 859 6835
Leyendas fotos Pisapasito
Desayuno Savoye
Atómico desayuno con sabor a Guayana en Savoye Bistro
Hostería Waipá
Muy bien montada la Hostería Waipá con sus 50 habitaciones
Juan Carlos Sayalero
Juan Carlos Sayalero es el gran promotor gastronómico de Guayana
Manuel Guzmán
Manuel Guzmán atiende personalmente Fish Market
Salto La Llovizna
Bautizo en las aguas de La Llovizna
Kayak Caroní
La euforia de andar en kayak por el río Caroní
Unión Caroní y Orinoco
Contundente la diferencia entre los ríos Orinoco y Caroní
No hay comentarios:
Publicar un comentario