Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

sábado, 6 de junio de 2015

Elogio del vino dulce "Sólo hay que acercarse con nariz y paladar alertas. Y probar, probar y probar".

CARPE VINUM

"Sólo hay que acercarse con nariz y paladar alertas. Y probar, probar y probar"

VLADIMIR VILORIA |  EL UNIVERSAL
sábado 6 de junio de 2015  12:00 AM
Elogio del vino dulce 
El universo del vino tiene en sus pares dulces una pequeña pero deliciosa galaxia.

Nombrar orígenes como Sauternes, Tokaji, Jerez, Málaga, Oporto, Madeira, Barsac, Banyuls, Vouvray o Jura; hablar de Vin Santo o Recioto Della Valpolicella en Italia, Ice Wine en Canadá, o de los muy populares Late Harvest (cosecha tardía) elaborados en Estados Unidos, Chile o Argentina, es hacer referencia a productos de una muy particular tipicidad y expresión.

Concebidos para disfrutarlos como aperitivos o al final de la comida como compañeros del postre, su delicadeza y complejidad realmente son capaces de acercarnos a sensaciones de placer inigualables. ¿Por qué? Porque difícilmente exista un alma sensible que se niegue a la seducción de los sabores dulces, más aún cuando ese dulzor es refrescado por una acidez vibrante capaz de equilibrar la fuerza y densidad del azúcar y el carácter punzante del alcohol.

Precisamente, un buen vino dulce es aquel capaz de lograr el mejor balance posible entre fruta, azúcar, acidez y alcohol.

Vale recordar que los vinos dulces forman parte de una selecta familia, sobre todo en Europa, que está íntimamente ligada a la gastronomía.

Su consumo combinado con frutos secos, dátiles, quesos, patés de foie, terrinas, postres y pastelerías de diversos estilos, es costumbre de mucha raigambre popular.

Nuestro mercado apenas se inicia en el conocimiento de este tipo de vinos, pero goza de un paladar genético que gusta enormemente de este tipo de sabores.

Su untuosidad, sus aromas cercanos al "melao" de papelón yal almíbar de azúcar, la limpieza natural de nuestra miel de abejas, y los sabores de nuestros dulces criollos como el de higo, de lechosa, de hicaco, de toronja o de limón, del juan sabroso, el majarete o el bienmesabe, funcionan increíblemente bien con estos vinos.

De hecho, nuestra dulcería elaborada con "melaos" de papelón hace buena alianza con oportos Tawny 10, 20 o 30 años, y los elaborados con mieles de azúcar funcionan muy bien con jereces dulces.

El mejor vino para postres a base de chocolate posible en Venezuela es el Málaga Virgen Dulce de López Hermanos, cien por ciento Pedro Ximénez.

Poco a poco y como todo proceso cultural de incorporación de nuevos elementos a nuestra sensibilidad gastronómica, los vinos dulces se van colando en nuestras mesas. Y eso está muy bien en un país no productor. Sólo hay que acercarse a ellos con la nariz y el paladar alertas y esencialmente sin prejuicios.

Y probar, probar y probar.

¡Salud!

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