Primer plato
¿Qué comen los venezolanos hoy? Básicamente harinas, pastas y arroz, especialmente en los sectores de menos ingresos, donde hasta el huevo ha desaparecido de sus preferencias y la principal proteína es la mortadela que, como sabemos, tiene más harinas y grasas que carne. Los diez productos más comprados son: harina, arroz, pan y pastas, grasas, pollo, carne, hortalizas, azúcar, leche, pescado. Se ve bastante balanceado, pero la realidad es que la proteína animal y las hortalizas sólo aparecen en las compras de los sectores pudientes mientras el resto, el 80%, opta por lo más calórico a bajo precio. ¿Quién va a gastar 120 bolívares en un kilo de tomates, por ejemplo, si con ese mismo dinero se puede comprar 10 kilos de pasta regulada y llenar el estómago de muchos por varios días, aunque nos haga más gordos y mal nutridos? Actualmente en Venezuela, lo digo yo y no la encuesta, se come para subsistir y no para nutrirse.
Todo esto mientras organismos de la ONU, como la FAO, por ejemplo, aseguran que aquí se come cada días más y mejor. ¿Cómo se explica esta contradicción? Muy simple, mientras la FAO basa su análisis en cifras oficiales entregadas por las autoridades, donde los índices marcan importación de alimentos, es decir, cantidades, sin discriminar sobre distribución de esos alimentos o merma (recuerden la comida podrida de PDVAL), la encuesta ENCOVI viene de la gente y de su percepción de la realidad actual, hoy, justo cuanto usted acaba de desayunar una arepa con lo que consiguió o está en una cola a la espera de lo que llegue.
Segundo plato
La historia de la humanidad ha estado marcada por el hambre. Lo más triste es que, como dice Paolo Rossi, en su libro “Comer: necesidad, obsesión, deseo” (FCE, Buenos Aires, 2013), “en el siglo XX el hambre y las hambrunas fueron muy a menudos el resultado de decisiones políticas equivocadas o imprudentes”. Rossi cita una serie de ejemplos, como la hambruna de Irlanda por la enfermedad que acabó con las papas, el tizón, en 1847-1850, hasta la hambruna provocada en Ucrania por un señor de bigotes que firmaba como José Stalin. Ocurrió en 1932-1933 y se conoce como Holodomor (“matar de hambre”) calificada por el parlamento ucraniano en 2006 como genocidio. Dice Rossi que “la hambruna fue provocada por las decisiones políticas del estalinismo lo que a la mayoría de los historiadores le parece una versión acertada. La tragedia fue borrada por el régimen de Stalin y sólo los emigrados la recuerdan y viven en su memoria. Se puede definir como genocidio, es decir, que fue deliberadamente provocada y que las desastrosas decisiones políticas de Stalin relacionadas con la colectivización forzada y la explotación excesiva de las cosechas y del ganado tenían como finalidad consciente y deliberada del exterminio del pueblo ucraniano”
En la China de Mao, de cuyo nombre nuestros actuales prestamistas no quieren acordarse, ocurrió algo peor que, según el historiador Jasper Becker, ocasionó una de las mayores hambrunas de la historia con saldo de 14 a 30 millones de muertos. Cuenta Becker, en su libro “La rivoluzione de la fame” (Milán, 1998), que las causas fueron “la colectivización de las granjas, la promoción de una industrialización forzada, las declaraciones exageradas acerca de las cosechas por parte de los campesinos y un injustificado aumento de las exportaciones de alimentos, junto con una campaña contra las delincuentes que los acaparaban”.
Rossi comenta que “la total supresión en China de toda forma de libre información contribuyó de manera decisiva al agravamiento de la tragedia”.
Si lo sabremos nosotros.
Postre
Cuando la ineptitud como forma de gobierno se vuelve cotidiana, estamos ante un hecho criminal. Y no hay nada más criminal que el hambre.
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