Pisco con cariño
Dicen que esta bebida peruana “se debe beber con cariño, como la primera caricia de un beso que no debe terminar”
Si viaja a Perú, debe saber que el pisco es su bebida emblemática, producto de la fermentación del mosto fresco de la uva, cuyo proceso de elaboración refleja la tradición del aguardiente desde finales del siglo XVI.
Recibe su Denominación de Origen de la localidad de Pisco, zona costera al sur de Lima. En esos valles crecen las semillas de la vid que son ideales para su elaboración. En contraste con otros licores, su proceso de destilación es muy particular ya que no interviene ningún ingrediente adicional más que el mosto fresco, lo que conserva la pureza del aguardiente en su grado más alto.
Desde hace más de cuatro siglos se comenzó el cultivo de uva por las condiciones propias de la zona. Se le llamó pisco porque hace más de mil años existió ahí una civilización precolombina que llamó pisku a las aves que anidaban a las orillas de las quebradas.
Con el paso del tiempo, el nombre se convirtió en pisco, mismo que dio nombre a la ciudad, al río, al puerto y a la provincia.
La bebida también se produce en los valles de Lima, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna. Las uvas pisqueras son únicas en el planeta.
El Museo del Pisco es un reconocido lounge con sucursales en las ciudades de Cuzco (Santa Catalina Ancha 398, Centro Histórico) y Arequipa (Moral 229), donde se puede degustar la bebida junto con exquisitas tapas españolas.
También cuenta con un bar de sushi y ceviches. Este lugar es referencia para realizar degustaciones, catas formales o maridajes. Sus mezcladores o bartenders coinciden en que el pisco “se debe beber con cariño, como la primera caricia de un beso que no debe terminar”.
Variedades. El valor de la vid reside tanto en la cantidad de cepas de uvas pisqueras como en las características que definen a cada una.
Piscos acholados: aquellos que se elaboran con dos o más tipos de uva pisquera, provocando una maravillosa gama de aromas y sabores.
Piscos puros: son los que se elaboran de una sola cepa, como la Quebranta, que le da al aguardiente su sabor inconfundible a plátano, manzana y pasas negras.
Le siguen la Mollar, con aromas a hierba fresca y miel; la Negra Criolla, cuyos toques a chocolate, durazno y lima se disfrutan al llevarse la copa a la nariz; la Uvina, que posee un tono característico a aceituna; la Italia, que reúne aromas a lima, miel y pasas rubias; la Torontel, con sus seductores roces de jazmín, azahar y mandarina; la Moscatel y su embriagante olor a durazno, vainilla y rosas; y, la Albilla, que sorprende por su fino sabor a manzana, así como por sus toques a nueces y vainilla.
Con información de Promperú
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