Salud: Los derivados del coco
Los celebran por sus propiedades beneficiosas para casi todo: desde la digestión, la tensión arterial y el sistema inmune hasta el cuidado de la piel. Una nutricionista explica sus propiedades
Se puso de moda de repente. Algunas de sus bondades están probadas y otras siguen en estudio. El aceite de coco es uno de los pocos de origen vegetal que contienen grasas saturadas, las cuales provienen, generalmente, de productos de origen animal. "Pero a diferencia de estos,―con triglicéridos de cadena larga que tienden a elevar el colesterol malo o LDL, el de coco posee triglicéridos de cadena media como el ácido láurico que contribuyen a la regulación de la presión arterial, la prevención de arritmias y un efecto antinflamatorio, lo cual ayuda a evitar la formación de trombos y accidentes cerebrovasculares. Si se consume en crudo, puede elevar el nivel de HDL o colesterol bueno", apunta la nutricionista Luisa Alzuru.
Se ha especulado que este ingrediente también podría ayudar a mejorar la condición de personas con enfermedades degenerativas del cerebro. "Cuando se tiene alzhéimer, por ejemplo, el cerebro pierde la capacidad de aprovechar la glucosa como energía y la busca en cuerpos cetónicos, sustancias derivadas del proceso de metabolizar grasas y proteínas", explica la especialista. "Se dice que, por su composición, el consumo de aceite de coco puede atenuar un poco los síntomas en esos pacientes. Y en personas epilépticas, que también tienden a beneficiarse de una dieta cetogénica, se cree que es un alimento que puede reducir en cierto grado las convulsiones".
Para aprovechar al máximo sus virtudes, Alzuru aclara que el aceite debe ser extra virgen y extraído en frío. "Lo más importante es no calentarlo, sino consumirlo solo o como aderezo. Cuando se usa para freír o cocer alimentos, cambian sus propiedades y se convierte en grasas trans, que producen el efecto contrario. También hay que tener presente que el aceite de coco―está compuesto en 90% por grasas saturadas,― no es igual al aceite de oliva, el cual contiene grasas monoinsaturadas; no hay que abusar".
La nutricionista acota, sin embargo, que es un alimento que también reduce el apetito al favorecer la saciedad, acelera ligeramente el metabolismo y mejora la digestión. Su aplicación tópica contribuye a la suavidad de la piel y el cabello.
Agua poderosa. El agua de coco es otro derivado que aporta beneficios. Para deportistas de alto rendimiento, así como en personas que presentan diarrea y vómitos, es ideal para la reposición de líquido y electrolitos por los minerales que contiene: alta cantidad de potasio, magnesio, calcio, fósforo y sodio. Igualmente, ayuda a regenerar la flora intestinal. "Como ofrece vitamina C, mejora el sistema inmune y previene infecciones. También contiene citoquininas, sustancias que reducen los cambios degenerativos en las células y el impacto de los radicales libres. Por eso se dice que el agua de coco permite en cierto grado prevenir el cáncer y además tiene un efecto antienvejecimiento", apunta. Su aporte de magnesio es positivo para personas con trastornos neurológicos y su contenido de fibra reduce el LDL o colesterol malo.
La experta agrega que, en su estado puro (sin añadidos de conservantes ni azúcar), el agua de coco mejora la respuesta glucémica. Es baja en calorías ―(entre 40 y 46 calorías por taza), favorece la absorción de nutrientes y combate el estreñimiento. A su vez, contribuye a optimizar los niveles de plaquetas, por lo que se recomienda en casos de dengue y chikungunya. Su vitamina A es muy útil para la buena visión. "Pueden tomarla personas de todas las edades, pero habría que tener cautela en personas con daño renal o con cardiópatas que necesiten moderar la cantidad de potasio y de líquidos que ingieren", explica. Para más información sobre la conveniencia de consumir estos alimentos, consulte a un nutricionista.
¿Y la pulpa?
"El coco es una fruta excelente: 90 gramos de coco fresco picado, más o menos una taza, es una porción razonable", apunta la nutricionista Luisa Alzuru. "Lo que hay que evitar es acompañarlo con azúcares añadidos. Tampoco con cremas pasteleras o leche completa, que aportan más grasas saturadas".
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