Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

domingo, 22 de noviembre de 2015

Es tan solo leche fermentada con sabor ácido, pero tiene enormes propiedades que ayudan, incluso, a los que son intolerantes a la leche. Es nutritivo, ayuda con los procesos digestivos, se usa en mascarillas y para revitalizar el cabello.

El discreto yogur hace milagros

Es tan solo leche fermentada con sabor ácido, pero tiene enormes propiedades que ayudan, incluso, a los que son intolerantes a la leche. Es nutritivo, ayuda con los procesos digestivos, se usa en mascarillas y para revitalizar el cabello.

por HERCILIA GARNICA  |  imagen: SHUTTERSTOCK | JUEVES 19 DE NOVIEMBRE DE 2015

Sin mayores pretensiones el yogur puede hacer verdaderos milagros.  A simple vista es apenas un tarro de leche fermentada con sabor ácido, pero en realidad se trata de un alimento con más de 100 millones de bacterias vivas que aporta una enorme cantidad de vitaminas del grupo B que ayudan al ser humano a combatir infecciones.

Los que no toleran la leche pueden saborear un yogur sin problemas porque el suave fermento de color blanco es mucho más digerible. De hecho, el yogur ayuda a estabilizar la flora del intestino y los microorganismos del sistema digestivo, ya que sus bacterias convierten el azúcar de la leche (la lactosa) en ácido láctico, el cual imposibilita el desarrollo de microorganismos dañinos en el intestino, provenientes de la descomposición de los alimentos.

Asimismo, el yogur facilita la asimilación de nutrientes, favorece la absorción de las grasas, combate las diarreas y el estreñimiento, disminuye el colesterol y reduce los efectos negativos de los antibióticos; sin olvidar que contiene calcio, magnesio y fósforo, los minerales indispensables para mantener los huesos sanos.

El yogur, además, se usa en cosmética. Hay muchas mascarillas que lo tienen como base.  Su alto contenido en ácido láctico ofrece propiedades exfoliantes y calma los eczemas cutáneos.

Por otra parte, y probablemente sea un dato que no todas las mujeres conozcan, el yogur es beneficioso para combatir los hongos vaginales. Estudios realizados a mujeres que durante un año tuvieron, como mínimo, cinco infecciones vaginales aseguran que, después de haber tomado una taza diaria de yogur durante seis meses, este problema se había reducido a un tercio. Otro remedio consiste en aplicar sobre la zona donde se encuentra la candidiasis una o dos cucharadas de yogur natural, dejarlo durante 15 minutos y después retirar con abundante agua.

Es decir, que cada persona debería comer un yogur, al menos una vez al día, porque los beneficios superan la ración de cada envase.  Lo mejor de todo es que es posible aprender a hacer yogur, la receta básica, y con una variante muy sencilla, se puede lograr el yogur griego que tiene otra consistencia y un toque distinto en el sabor.

Cómo preparar yogurt casero y natural
Para preparar yogurt casero se necesita un pote o una porción de yogurt de base, al menos unas tres cucharadas soperas de este producto. De preferencia, deberá ser de sabor natural, sin endulzar, y sin conservantes ni otros agregados. También se requiere leche, y los utensilios adecuados.

Coloca un litro de leche en una ollita, y llévala a fuego lento hasta calentarla a una temperatura que te permita introducir un dedo por 5 segundos sin quemarte. En ese momento, retira la leche del fuego, e incorpora la porción de yogurt.

Si quieres una consistencia más untuosa y cremosa,  agrégale una cucharada de leche en polvo.

Pasa la mezcla a un recipiente adecuado que cuente con tapa y cierre hermético.

Deja la mezcla allí, cúbrelo con un paño limpio  y deja el envase en un lugar cálido y seco (puede ser el horno), durante aproximadamente un día.

Pasado este tiempo lleva el producto a la nevera y reserva una parte  para usarla  la próxima vez que decidas hacer yogurt casero. El tiempo de conservación es de 10 a 15 días.

Cómo hacer yogur griego
El yogur griego es una variedad espesa, cremosa y extremadamente sabrosa de este producto lácteo tradicional. La única diferencia entre el yogur "normal" y el yogur griego es que a la variedad griega se le ha quitado el suero y eso hace que se concentre su sabor.

Vierte un litro de leche en una olla limpia y deja que se caliente hasta que esté casi hirviendo. Cuando alcance una temperatura de unos 80 C retírala del  fuego.

Deja que la leche se enfríe y luego ponla en un tazón de vidrio o de barro. No uses uno de acero inoxidable porque puede interferir con los cultivos bacterianos. Agrégale el yogur (3 cucharadas pueden servir), cubre el envase con una toalla limpia, ponlo en el horno a temperatura tibia y déjalo reposar durante toda la noche.

A la mañana siguiente, el yogur debe verse como una natilla blanca y firme. Coloca una tela o colador para quesos y pon un tazón de vidrio abajo. Pon el yogur a cucharadas en la tela y deja que se cuele, hasta que tenga la consistencia deseada.

Como el proceso toma varias horas, es mejor que se complete dentro del refrigerador. La idea es que el yogurt elimine todo el exceso de agua y que quede, finalmente, un alimento más espeso y cremoso que es lo que conocemos como yogurt griego.

Usa una camiseta a la que no estés muy apegado, si no tienes una tela para quesos o una tela de muselina para colar el suero del yogur.

Cuando el yogur haya alcanzado la consistencia deseada, estará listo para comerse. Puede disfrutarse solo, con nueces, miel o  frutas. Asegúrate de no colar el yogur excesivamente. Si lo dejas colando por mucho tiempo perderá la mayoría de su contenido de agua, convirtiéndose en queso en lugar de yogur.

El agua o suero que se destiló puede usarse. Es posible tomarlo directamente, aunque es es probable que no sea muy apetitoso. También puede utilizarse para hacer merengadas o batidos, o congelarlo en forma de cubos de hielo.

Una vez que hagas tu propio yogur puedes usar los cultivos bacterianos presentes como iniciadores para la siguiente tanda de yogur. Sin embargo, la tercera o cuarta generación iniciadora podría no ser tan rica como la primera, así que asegúrate de invertir en nuevas bacterias después de la tercera o cuarta tanda.

El yogur es muy rico solo, especialmente si es casero. Pero hay gente que prefiere saborizarlo y las opciones son muchas y variadas:

Por ejemplo, coloca una hoja de laurel en cada vaso, pero con el tallo asomando afuera, para poder retirarlo antes de consumir. De igual modo coloca tiras de cáscaras de frutas, insertadas en un palillo, para poder retirarlas sin dificultad.

La idea es que al colocar dentro este tipo de hierbas o cáscaras, con el transcurso de las horas, el yogur adquiera ese aroma y sabor.

Otras opciones para saborizar el yogur con este método son:

Una rodaja de cebolla o cebolleta (insertados en un palillo para poder retirar).

Un trozo de apio.

Cáscaras de manzana, limón o cualquier fruta.

Una ramita de canela (con una punta fuera).

Hierbas aromáticas como menta, albahaca, perejil, mejorana, etcétera.

Semillas de cualquier tipo, curry, nuez moscada, cacao o canela en polvo.

Cereales, galletitas, granola o cualquier ingrediente que pueda ser desmenuzado. También se pueden usar trozos de frutas.

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