Postres que son más que la guinda de una comida
Mientras en occidente los comensales pasan la velada en el mismo lugar, la especialización de los establecimientos de Hong Kong y su reducido tamaño obligan a los clientes a desplazarse a distintos lugares para degustar un menú completo, tendencia que ha favorecido la apertura de restaurantes dedicados por completo a los postres
Con creaciones como las virutas de champán o los helados de bambú con sabor a carbón de leña, los cocineros asiáticos rivalizan en imaginación para satisfacer los deseos de unos comensales cada vez más aventureros. “Un postre puede ser muy exquisito”, dice Bong Kwok, propietario del Atum, restaurante consagrado al epílogo del ágape que abrió sus puertas el año pasado en Hong Kong.
Desde hace décadas, los hongkoneses frecuentan los pequeños comercios familiares que sirven postres tradicionales como la sopa de sésamo negro. Pero desde hace unos 10 años, estos comercios afrontan dificultades para sobrevivir a causa del precio astronómico del sector inmobiliario y los bajos beneficios de las ventas, explica Judy Fung, empresaria que heredó de su padre el café especializado Tei Mou Koon, donde un cuenco de sopa dulce se vende por unos 20 dólares hongkoneses, casi tres dólares americanos.
En Corea del Sur, cada vez más restaurantes añaden un toque de distinción a sus postres tradicionales. Las variantes del bingsu, bol de hielo rallado acompañado de una guarnición dulce, florecen. Tradicionalmente, este postre, que adquirió fama durante la ocupación japonesa entre 1910 y 1945, estaba acompañado de una pasta fría de judías rojas. Pero, hoy en día, la guarnición puede ir desde virutas de leche aromatizada hasta palomitas, pasando por frutas tropicales o helado de té verde.
La cadena SeolBing, especializada en la materia, ha experimentado un crecimiento exponencial tras la apertura de su primer café en 2013. Actualmente, cuenta con 490 establecimientos en Corea del Sur y una primera incursión en China, en Shanghái. Mientras un bingsu cuesta en SeolBing unos 10.000 wons –alrededor de 7,50 dólares– un cuenco de fresas y Dom Perignon asciende en un hotel de la cadena Marriott a los 80.000 wons, más o menos 66 dólares.
“Los consumidores surcoreanos muestran un enorme interés por los postres de gama alta y sus gustos se vuelven cada vez más sofisticados", confirma a la AFP la portavoz de un hotel de esta cadena en Corea del Sur. "Nuestro principal público objetivo son las mujeres de unos 30 o 40 años con ingresos suficientes y dispuestas a invertir una determinada cantidad en su bienestar", subraya. Esta misma tendencia puede observarse en Tokio, donde los clientes están preparados para dedicar tiempo y dinero al postre del momento. A la hora del almuerzo, unos 40 amantes de la gastronomía esperan frente a Hitmisudo, un café que sirve un postre helado conocido en Japón con el nombre de kakigori. “Servimos un kakigori ligero, con un sirope rico y sabroso”, dice Nobuko Koke, de 60 años. El hielo rallado procede de las montañas próximas a Nikko, a 90 kilómetros al norte de Tokio, y se sirve con fruta fresca. Y el cliente asegura: “Aquí las virutas son únicas”.
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