Cambur, el rey de los postres
Cualquier preparación que se realice con esta fruta tiene el éxito garantizado, pues por su aroma y sabor posee la virtud de estimular el apetito, además de armonizar muy bien los sabores, ya sea en preparaciones dulces o saladas...
por BEATRIZ GARCÍA CARDONA | imagen: SHUTTERSTOCK | JUEVES 5 DE NOVIEMBRE DE 2015
Esta deliciosa fruta es un verdadero regalo de la naturaleza: su bonito envoltorio color amarillo, esconde una pulpa suave, dulce y cremosa que por sí misma puede constituir una merienda sabrosa y completa, pero que también puede otorgar un toque espeso y exótico a numerosas recetas.
El cambur tiene además, unas características únicas que permiten emplearlo en la cocina como si se tratara de una verdura, debido a que algunas variedades son muy ricas en almidón.
Delicia de origen asiático
Es una de las frutas más antiguas en la historia de la humanidad. La musa paradisiaca (su nombre científico), nació en los valles húmedos y cálidos de la península de Malasia. Hace más de 4.000 años, los viajeros llevaron el cambur a África y posteriormente, los árabes lo trasladaron a la India y al Medio Oriente. Los portugueses lo plantaron en las Islas Canarias y, después los conquistadores españoles lo llevaron a Santo Domingo y Jamaica, extendiéndose luego las plantaciones por el resto del Caribe y América Latina.
La planta es anual y posee hojas largas y erguidas; los frutos nacen en racimos y son de sabor dulce y de muchísimas variedades.
Por su rico gusto y su alto valor nutritivo, el cambur se ha convertido en elemento fundamental en la dieta de una gran parte de países en todo el mundo. Contiene carbohidratos (harinas y azúcares), potasio, fósforo y calcio, además de vitaminas A, B, C, D, y ácido fólico; es bajo en grasas y proteínas.
Cremoso y aromático
Su utilidad en la repostería es de sobras conocida, ya que existe un sinfín de formas creativas de incluirlo en preparaciones dulces. Es ideal para elaborar helados, batidos, cremas de frutas o ensaladas. También puede servir para rellenar crep o unos deliciosos buñuelos.
La cremosidad del cambur resulta muy útil cuando se quiere dar consistencia a un batido, combinado con jugo de frutas o cualquier tipo de leche, ya sea vegetal o animal. Además, al cocerlo junto con leche de coco, se obtiene una compota espesa que, al enfriarse, adquiere una consistencia idónea para emplearse de relleno en pasteles dulces.
Cuando se encuentra en su punto óptimo de madurez, es muy útil para dar textura y aroma a natillas o mousses, y para enriquecer cualquier biscocho. Para esto último, basta con mezclar un poco de cambur batido con la masa tradicional, y añadir un poco más de clara a punto de nieve, para aligerar la receta.
El cambur tiene la virtud de estimular el apetito y armoniza muy bien los sabores en platos dulces, sobre todo si se combina con coco, piña, parchita, mango o lácteos, como el yogur y la nata. También casa muy bien con el chocolate y es un gran aliado de los frutos secos, especialmente las nueces.
Un toque salado
Las variedades con mayor cantidad de fécula -por ejemplo topocho, negro criollo, entre otros- se emplean con frecuencia en la elaboración de platos salados, como si se tratara de una verdura. Por lo general, se trata de ejemplares menos dulces que mantienen su textura seca y firme aunque estén maduros, sin perder consistencia cuando se cocinan. Se suelen utilizar como la papa o la batata: a la plancha, frito, cocido, al horno o en forma de puré.
En Indonesia y Extremo Oriente se sirve como guarnición en platos de arroz o verduras al curry, y muy a menudo se prepara rebozado, en una delicada masa hecha con harina de arroz y mantequilla.
En algunos países de África oriental, donde esta fruta es un alimento básico, se emplea para dar consistencia a las croquetas, mezclándola con todo tipo de ingredientes.
En Venezuela, el cambur es ampliamente consumido, ya sea solo para la merienda o acompañando cereales en el desayuno; como postre para después del almuerzo, puede mezclarse con otras frutas, tales como patilla, uva, melón, entre otras, dando como resultado una fresca ensalada. La variedad conocida como topocho, con alto contenido de almidón, es muy utilizado en los tradicionales sancochos cuando está verde y, cuando está maduro, se come crudo o frito.
Consejos de los expertos
Emplear esta fruta en la cocina es muy sencillo. Basta con seguir algunas recomendaciones:
- Pelar los cambures justo antes de utilizarlos o rociarlos con jugo de limón si no se van a emplear de inmediato, para que no se oscurezcan.
- La cocción acentúa su dulzor, lo que obliga a reducir el azúcar de las recetas.
- Las variedades más harinosas tardan más en cocinarse.
Batido fácil de coco y cambur (cuatro raciones)
1. Se pelan dos cambures, se cortan en rodajas y se introducen en una licuadora, donde previamente se han puesto: un vaso de leche de coco, 25 g de coco rallado, dos vasos de leche de su preferencia (vaca, soya, almendras, avena, etc.), algunas cucharas de azúcar o miel.
2. Se bate y con la licuadora en marcha se introducen cubitos de hielo, hasta lograr una mezcla espumosa.
3. Se vierte el batido en cuatro vasos y se sirve inmediatamente.
También es muy sabroso aromatizado con canelo o vainilla.
El cambur tiene además, unas características únicas que permiten emplearlo en la cocina como si se tratara de una verdura, debido a que algunas variedades son muy ricas en almidón.
Delicia de origen asiático
Es una de las frutas más antiguas en la historia de la humanidad. La musa paradisiaca (su nombre científico), nació en los valles húmedos y cálidos de la península de Malasia. Hace más de 4.000 años, los viajeros llevaron el cambur a África y posteriormente, los árabes lo trasladaron a la India y al Medio Oriente. Los portugueses lo plantaron en las Islas Canarias y, después los conquistadores españoles lo llevaron a Santo Domingo y Jamaica, extendiéndose luego las plantaciones por el resto del Caribe y América Latina.
La planta es anual y posee hojas largas y erguidas; los frutos nacen en racimos y son de sabor dulce y de muchísimas variedades.
Por su rico gusto y su alto valor nutritivo, el cambur se ha convertido en elemento fundamental en la dieta de una gran parte de países en todo el mundo. Contiene carbohidratos (harinas y azúcares), potasio, fósforo y calcio, además de vitaminas A, B, C, D, y ácido fólico; es bajo en grasas y proteínas.
Cremoso y aromático
Su utilidad en la repostería es de sobras conocida, ya que existe un sinfín de formas creativas de incluirlo en preparaciones dulces. Es ideal para elaborar helados, batidos, cremas de frutas o ensaladas. También puede servir para rellenar crep o unos deliciosos buñuelos.
La cremosidad del cambur resulta muy útil cuando se quiere dar consistencia a un batido, combinado con jugo de frutas o cualquier tipo de leche, ya sea vegetal o animal. Además, al cocerlo junto con leche de coco, se obtiene una compota espesa que, al enfriarse, adquiere una consistencia idónea para emplearse de relleno en pasteles dulces.
Cuando se encuentra en su punto óptimo de madurez, es muy útil para dar textura y aroma a natillas o mousses, y para enriquecer cualquier biscocho. Para esto último, basta con mezclar un poco de cambur batido con la masa tradicional, y añadir un poco más de clara a punto de nieve, para aligerar la receta.
El cambur tiene la virtud de estimular el apetito y armoniza muy bien los sabores en platos dulces, sobre todo si se combina con coco, piña, parchita, mango o lácteos, como el yogur y la nata. También casa muy bien con el chocolate y es un gran aliado de los frutos secos, especialmente las nueces.
Un toque salado
Las variedades con mayor cantidad de fécula -por ejemplo topocho, negro criollo, entre otros- se emplean con frecuencia en la elaboración de platos salados, como si se tratara de una verdura. Por lo general, se trata de ejemplares menos dulces que mantienen su textura seca y firme aunque estén maduros, sin perder consistencia cuando se cocinan. Se suelen utilizar como la papa o la batata: a la plancha, frito, cocido, al horno o en forma de puré.
En Indonesia y Extremo Oriente se sirve como guarnición en platos de arroz o verduras al curry, y muy a menudo se prepara rebozado, en una delicada masa hecha con harina de arroz y mantequilla.
En algunos países de África oriental, donde esta fruta es un alimento básico, se emplea para dar consistencia a las croquetas, mezclándola con todo tipo de ingredientes.
En Venezuela, el cambur es ampliamente consumido, ya sea solo para la merienda o acompañando cereales en el desayuno; como postre para después del almuerzo, puede mezclarse con otras frutas, tales como patilla, uva, melón, entre otras, dando como resultado una fresca ensalada. La variedad conocida como topocho, con alto contenido de almidón, es muy utilizado en los tradicionales sancochos cuando está verde y, cuando está maduro, se come crudo o frito.
Consejos de los expertos
Emplear esta fruta en la cocina es muy sencillo. Basta con seguir algunas recomendaciones:
- Pelar los cambures justo antes de utilizarlos o rociarlos con jugo de limón si no se van a emplear de inmediato, para que no se oscurezcan.
- La cocción acentúa su dulzor, lo que obliga a reducir el azúcar de las recetas.
- Las variedades más harinosas tardan más en cocinarse.
Batido fácil de coco y cambur (cuatro raciones)
1. Se pelan dos cambures, se cortan en rodajas y se introducen en una licuadora, donde previamente se han puesto: un vaso de leche de coco, 25 g de coco rallado, dos vasos de leche de su preferencia (vaca, soya, almendras, avena, etc.), algunas cucharas de azúcar o miel.
2. Se bate y con la licuadora en marcha se introducen cubitos de hielo, hasta lograr una mezcla espumosa.
3. Se vierte el batido en cuatro vasos y se sirve inmediatamente.
También es muy sabroso aromatizado con canelo o vainilla.
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