Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

jueves, 16 de abril de 2015

Cómo asumir la lectura y la reseña de una estupenda obra sin caer en la pasión, en la emoción desbordada de los sentimientos, o en el elogio de unas páginas que amén de gratas son un texto realmente historiográfico? Esta interrogante me interpela frente a la segunda edición de una obra que termino de leer (por bondad del editor José Luis Moreno, quien me la obsequiara), titulada: La Mesa de la Meseta. Historia Gastronómica de Mérida (Editorial Venezolana C.A., 2014), del profesor e investigador Rafael Cartay.

La historia gastronómica de Mérida

En la medida que me adentraba en " La Mesa de la Meseta", llegaban a mi mente sabores, olores....

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jueves 16 de abril de 2015  12:00 AM
Cómo asumir la lectura y la reseña de una estupenda obra sin caer en la pasión, en la emoción desbordada de los sentimientos, o en el elogio de unas páginas que amén de gratas son un texto realmente historiográfico? Esta interrogante me interpela frente a la segunda edición de una obra que termino de leer (por bondad del editor José Luis Moreno, quien me la obsequiara), titulada: La Mesa de la MesetaHistoria Gastronómica de Mérida (Editorial Venezolana C.A., 2014), del profesor e investigador Rafael Cartay. Debo confesar que disfruté muchísimo los días santos en la plácida lectura de esta obra, que no sólo me llevó a conocer muchos aspectos que ignoraba del área, sino también a rememorar muchas cosas de mi niñez y de mi juventud en la bucólica Mérida, de la mano de mi adorada madre, a quien gustaba ensayar en su cocina un montón de recetas de antaño (pasadas de generación en generación), y que hoy han quedado como la huella gastronómica de mi familia y, por supuesto, de mi frágil memoria.

En la medida que me adentraba en las páginas de La Mesa de la Meseta, llegaban a mi mente pasajes vividos, encuentros familiares, lecturas, sabores y olores que han quedado suspendidos en medio de la vorágine que ha arremetido contra la tradición y la cultura de la ciudad, y que gracias a la detenida investigación de Cartay quedan plasmadas en los anales de la vieja ciudad, que se resiste a ser una más del montón para erigirse en arquetipo de una "hidalguía", que es al mismo tiempo orgullo de su propio devenir. Es esta obra un extraordinario recorrido histórico, no sólo por la cocina de la ciudad y de algunos pueblos del estado (que ya es significativo y complejo al hablarnos de recetas, de ingredientes y de platos emblemáticos de la ciudad), sino también por los personajes más connotados que han plasmado en sus obras platos y viejas tradiciones culinarias (Tulio Febres Cordero, Gonzalo Picón Febres, Antonio Spinetti Dini y Mario Briceño Iragorry), así como por interesantes aspectos inherentes a la cultura gastronómica de la Mérida de varios siglos, entre los que destacan: "De cuando la Plaza Bolívar era mercado"; "El edificio del mercado"; "El hielo y los helados"; "Poesía gastronómica merideña"; "Los artefactos de la cocina"; "Caminos y posadas"; "De las casas de comida a los restaurantes" y "Los botiquines de Mérida".

Asombra que siendo el libro una obra temprana de Rafael Cartay (su primera edición data de 1988), plasma en ella un cuidadoso lenguaje, que sin ser estrictamente académico refleja la versatilidad de quien conoce desde joven los intrincados mecanismos de la lengua, y sus conectores para el lector no erudito. No dudo en calificar a la La Mesa de la Meseta como a un libro fundamental para la comprensión de Mérida, equiparable (tal vez la supere) a la obra cumbre de don Tulio: Clave histórica de Mérida. Esperaba hallar en estas páginas la referencia a una empresa confitera de mi bisabuelo, el general Livorio Otaiza M., que surtía de granjerías a las bodegas y tiendas de la región, pero lo hallé también en otro ramo: "Barbería La Elegancia". "¡No salgo de mi asombro!". Seguiré indagando.

@GilOtaiza

rigilo99@hotmail.com

El mensaje desafiante del páramo andino

Mi corazón se embriagó y latió enamorado de este divino y solemne cuadro viviente andino



FÉLIX CORDERO PERAZA |  EL UNIVERSAL
domingo 12 de abril de 2015
Por azares de la vida pasé una noche en la hermosa ladera del Páramo Sierra Nevada, en Mérida. Allí encontré "refugio" después de la ardua labor en busca de hospedaje. Parado -apenas llegué- en el balcón de mi habitación que sobresale un metro de la falda del cerro, quizás tras perspectiva a las corpulentas montañas que rodean el espacio por los cuatro puntos cardinales y casi llegan al cielo. Estoy a 3 mil msnm y un frío que penetra mi cuerpo hasta los huesos, ronda los 11 0'C. Después de visualizar los alrededores hasta donde alcanzan mis ojos veo a unos 500 m un valle de siembras y casas que veo difusas, separan el pie del nevada con el pie del monumental Parque Nacional Sierra de la Culata. Al Río Chama, sinuoso y petrificado cuyo raudal no veo mover. Una pequeña corriente que supongo va aguas debajo de mi derecha hacia la izquierda. La mano ambiciosa y destructiva del hombre ha hecho del Chama, otrora caudaloso, un hilo silente y perezoso que baja de la cuenca triste y glacial.

A lo lejos y empalmado en la Sierra de la Culata caminos serpenteantes que van y vienen rumbo a caseríos y al pueblo de Mucuchíes, que tengo lejos a mi derecha. Verdes parcelas de papas, ajos y variadas hortalizas, que suben las sierras. Deslumbrado por su infinitud y lujuriosa fecundidad veo venir una descomunal y compacta neblina que desde el Este se mueve lenta e imperturbable envolviendo con su espesa blancura el azul cielo, montaña, lomas, colinas, riscos, pico y cimas y al extendido Valle de Mucuchíes. Me paralizo mirándole. Su movimiento lento e inconmovible comienza a cubrir el balcón que jactancioso desaparece de mi vista y solo diviso la espesa blancura de la niebla que encapucha cada elemento, color, forma y tamaño que antes me enajenaban. Egoísta hace desaparecer de mis ojos lo que deleitó mis sentidos y elevo al infinito mis emociones. Sentí que mi corazón se embriagó inconmensurable y latió enamorado de este divino y solemne cuadro viviente andino. Alrededor de mí la blanca y silenciosa neblina. ¡Solo hay oscuridad! Envuelto en la niebla regreso a la habitación. El frío entumece mis carnes y huesos...

La naturaleza, timón de potencia

¿Quién no se inspira y admira ante estos sublimes paisajes? Su imponencia nos incita a pensar profundo, observar al mundo que nos rodea con el prisma del optimismo y la autoestima, sopesar opiniones y porqué no ratificar y redefinir caminos. Su exuberancia hace fluir en torrente indetenible la imaginación, que como decía Einstein, es más importante que el conocimiento. Su magestuosidad achica nuestro sentido de vida pero en paradoja da fuerza para descollar dificultades, vencer obstáculos y superar tristezas y sufrimientos. Un verdadero acicate a la superación de la amargura y psicótica conducta que caracteriza a un grueso sector del segmento político venezolano. La naturaleza es existencia humana y como la perciban nuestros sentidos forjarán actitudes y visiones del mundo. La naturaleza extasía nuestros sentimientos y actúa como timón de potencia sobre el tiempo y los espacios.

La mitad de los bosques destruidos

Parafraseando al genio Einstein, "La naturaleza maravilla y entusiasma y el que no tenga ese don, más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados". Alumbra la creación hipotética, fantástica y mitológica. De la conexión o enlace que tengamos manará nuestra conducta hacia su protección y conservación. Contemplar estas riquezas naturales no renovables es un propósito inalienable del hombre y un deber supremo su valoración con sentido ecológico para el crecimiento y desarrollo sustentable. Según el Dr. Eduardo Chacón, conferencista en la Jornada de la Raza Carora, "en 50 años se destruyó la mitad de los bosques. Antes eran dos tercios del territorio ahora un tercio. La tasa de deforestación es de 1% anual, de las más altas del mundo. El Chama y el Valle de Mucuchíes son víctimas de la insaciable y delincuencial conducta que quema, tala y destruye nuestros bosques, seca ríos y agota con los químicos las propiedades nutrientes y ferti- lidad de suelos, plantas y animales silvestres. Los paramos andinos, sus ríos y valles y lógicamente su trabajadora y montañés gente son inagotables fuentes de inspiración visionaría y realista concepción de vida y sociedad. 

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@efecepe2010

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