La mesa de la Meseta | |
Autores: | Cartay, Rafael |
Correo Electrónico: | cartay@ula.ve |
Resumen: | Bajo el patrocinio de la desaparecida Mérida, Entidad de Ahorro y Préstamo (MERENAP), Rafael Cartay se vale fundamentalmente del frondoso archivo histórico que se halla en la Sala Febres Cordero del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional de Mérida (Venezuela), para repasar en 47 temas la historia gastronómica de esta ciudad. Es una mezcla de crónicas, noveladas algunas, sobre el Mercado de Mérida, el Carnaval, la Semana Santa, la Navidad, el Año Nuevo, el banquete de Monseñor, los Clubes Sociales, la gente de Elba. Mezcla algunas veces algún poema alusivo a la temática del libro, con numerosos epigramas, para hablar del papelón y la panela, el pan moreno, el pan mojicón, la leche, la conserva de membrillo, la almojábana, las hallacas, los jamones merideños, las arvejas y la carne, junto con los dulces, las posadas, los caminos, los botiquines. En un compendio del proceso gastronómico vivo, de la ciudad fundada por Juan Rodríguez Xuárez en la meseta entre los apéndices montañosos en que se bifurcan Los Andes sudamericanos al llegar al trópico; algo del agua también se cuela en esta obra, para ilustrar su papel en la cocina merideña. |
ISBN: | 980-292-079-7 |
Colación: | 1 - 227 |
Fecha: | 1988 Rafael Cartay quien como bien sabemos, es referencia en la gastronomía venezolana y especialista en historia de la alimentación, además de Dr. en Ciencias Sociales, profesor universitario de la Universidad de los Andes y autor de una cuarentena de libros entre los que podemos nombrar: Historia de la alimentación del Nuevo Mundo, La mesa de la meseta, El pan nuestro de cada día, La Hallaca Un mundo en su taza, Tecnología culinaria doméstica en Venezuela. |
Naranja es más que jugo: es vino y es espumoso
Leímos en el libro “La Mesa de la Meseta” del profesor Rafael Cartay que en la Mérida de principios del siglo XX, predominaba la siembra de naranja y con ella hacían vino. Lamentablemente esta bebida ya no se elabora en Mérida, Venezuela, y consiste en la maceración de las naranjas con azúcar y sus cáscaras añadidas. Encontramos además, que existe el “vino naranja” y el “vino de naranja”. En España, el “vino naranja” es una denominación de origen del Condado de Huelva: “producto obtenido a partir de un vino certificado por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Condado de Huelva o de un mosto de uva fresca procedente de la zona acogida a D.O., el cual ha sido objeto de una adición de alcohol etílico de origen vitícola. Dicho alcohol ha sufrido una aromatización de cortezas de naranja amarga mediante el procedimiento de maceración.”
La historia en tres platos: Breve crónica de la alimentación en Mérida.
Fuente: Revista Bigott Nro. 42 Abril-Mayo-Junio 1997
"Las transformaciones operadas en el paisaje merideño, así como su compromiso poblacional, se reflejan en la pitanza que ha salido humeante de la historia en dirección a la mesa. Este trabajo recoge la peripecia trazada desde la relación indígena, vegetariana en casi su totalidad, hasta el cosmopolitismo gastronómico que registra hoy la turística Ciudad de los Caballeros". Rafael Cartay
Los Primeros Alimentos. Las tierras elevadas de la Cordillera de Mérida fueron el escenario de la gran nación Timote, que poblaba lo que es hoy el territorio de Trujillo y Mérida; y estaba muy vinculada con tierras tachirenses, a través de los Capachos, y del norte de Colombia, a través de los Chitareros y Laches. Timotes y Kuikas, de Trujillo constituían un basto poblamiento indígena con ciertos rasgos comunes: su sedentarismo; su filiación étnica emparentada con los Muiskas de Cundinamarka; sus sistemas de producción agrícola, con cultivos en terrazas y andenes, con sistemas de riego por acequias, depósitos o quimpués y silos subterráneos o mintoyes, etc. Su regimen alimentario era compartido por todas las comunidades de la región. El clima permitía el cultivo de una amplia gama de plantas, algunas ahora muy conocidas, como la papa, al maíz, el frijol, la yuca dulce, la arracacha o apio, el camote o batata, la auyama, el ají, el cacao, el maní, la piña, el aguacate, la guanábana, la lechosa, la chirimoya. Y de otras ahora casi desconocidas como la quinoa, la ruba, el michiruy, la quiba, el istú, el cuyre, la navilla, la chuba, etc. Compartiendo también una serie de recipientes de cocina, como múcuras, chorotes, jicaras, chirguas, moyas, hechas de barro cocido y utensilios hechos de totuma o tapara. Aunque su fauna no era muy rica, particularmente la mayor, los indigenas andinos habían logrado ciertos avances en la domesticación de animales, particularmente de aves, como paujíes, pavas y tórtolas. La alimentación de los indígenas estaba concentrada en algunos productos de base, mayormente tubérculos y raíces, una pocas gramíneas y leguminosas, una esterculiácea como el cacao y muchas frutas que lograban satisfacer los requerimientos de carbohidratos y grasas, así como de algunos microelementos. Algunas plantas, aves y pescados de agua dulce, llenaban deficientemente las necesidades de proteínas, carencia que fue una constante en la dieta rural andina durante mucho tiempo.
Sopa de Piña | Dulces Abrillantados | Almojábanas |
Los Nuevos Alimentos. Desde 1534 los españoles buscan asentarse en la región hasta que en 1558 el capitán Juan Rodríguez Suárez funda la ciudad de Mérida, en recuerdo de su Mérida natal en España, y en 1559 el capitán Juan Maldonado, un poco más arriba en la meseta, establece la ciudad de Santiago de Los Caballeros. Desde allí, se extiende el poblamiento posterior y se crean reparamientos y encomiendas. Más tarde, hacia 1628, llega a la región la Compañía de Jesús. Conquistadores y jesuitas impulsan la agricultura y la ganadería. Cuando finaliza el siglo XVIII ya se había creado la mayoría de los centros urbanos merideños que se consolidaron luego al ritmo expansivo de la economía del café y de la caña. Tras la espada de los conquistadores y la cruz de los jesuita llegaron a la región muchos nuevos productos, especialmente el trigo, el ganado vacuno y porcino, las aves de corral y algunas hortalizas, modificando el escenario económico y alimentario. Después vendría la caña de azúcar, a las tierras bajas, y el café, a las tierras de laderas. El aislamiento regional comenzó a romperse de manera notable a partir de 1870, con el desarrollo de la economía cafetalera, que intensificó los cambios e impulsó la base poblacional de los núcleos urbanos existentes, constituyéndose una red de comunicaciones más dinámica.
El trigo se cultivaba en Venezuela desde el siglo XVI. Hacia 1883 en Mérida, entonces Sección Guzmán, había unos 68 molinos de trigo, ubicados en las tierras altas del páramo de Mucuhíes y en los pueblos del Sur. Con el ganado vacuno pasó otro tanto. Venia, por caminos fragosos y accidentados, de los llanos occidentales, hasta que la ganadería se desarrolló en las tierras bajas de Mérida. La población merideña había tenido hasta entonces, un régimen alimentario predominantemente vegetariano, siendo común el consumo de papa, camote, arracacha, auyama, maíz, yuca dulce y ají, mayormente raíces y tubérculos, lo que es habitual en una sociedad agrícola tradicional. Con el proceso de la colonización se introdujeron en los Andes algunas hortalizas, pero su producción se limitaba a los solares de las casas y su consumo se restringía a los pobladores de origen español.
Caspiroleta | Dulce de Lechosa | |
La Síntesis. El estado Mérida, especialmente en sus zonas altas, donde se concentro gran parte del poblamiento, estaba prácticamente aislado, al no contar con un solo camino carretero hasta la segunda década del siglo XX. Al ponerse en servicio la carretera Trasandina, en 1925, los productores agrícolas merideños fueron estimulados por el acceso a mercados más amplios, como el de Maracaibo. Así se desarrollan nuevos centros de producción hortícola como el de Timotes, en 1924, gracias a la iniciativa de dos alemanes que introdujeron en la zona nuevas técnicas de cultivo y maquinarias. Más tarde en las décadas de 1930 y 1940, los agricultores de Mucuhíes imitaron las técnicas agrícolas practicadas en Timotes. Al final de la década de 1940 la horticultura se había extendido hasta Bailadores. Y por todas partes en las zonas altas del estado el paisaje mostraba, además de papa y el trigo, los cultivos de lechuga, zanahoria, repollo, remolacha, coliflor, acelga y, en menos proporción, de espárrago y alcachofa. El paisaje alimentario era ya otro. Además, Mérida destacaba como productor de papa, trigo, arvejas, cacao yuca, cambur, caña de azúcar, carne de res y leche. Esa circunstancia influyó decisivamente sobre su régimen alimentario dominante.
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