CARPE VINUM
"Cuando lo probé en barricas, me convencí de que era un vino diferente..."
VLADIMIR VILORIA | EL UNIVERSAL
sábado 25 de abril de 2015 12:00 AM
Peter Sisseck, alias Pingus
Vertiginoso y elocuente, en Pingus hay entrega, dolor, sentimiento. El vino resume lo que define a los grandes: profundidad, armonía y equilibrio.
Bajo el mando del danés Peter Sisseck, Pingus es, seguramente, el vino español más codiciado del mundo.
Cosa de los críticos, del mercado y de los comerciantes -fue el vino estrella en la edición de 1996 de Vinexpo y Robert Parker, Jr. le otorgó 98 puntos sobre 100, en su momento, catapultándolo en el mercado estadounidense- a veces la escena del vino se ensombrece o se llena de luz, y los mitos, según su capacidad para gustar y su constancia en el tiempo, permanecen o se olvidan.
No tuvo la culpa Sisseck de que sus esfuerzos y ambiciones hicieran posible, incluso por encima del legendario Vega Sicilia, uno de los vinos más caros del planeta.
Referencia histórica en el desarrollo de los vinos de España, Pingus es un proyecto al que su enólogo está absolutamente entregado, luego de trabajar en Burdeos y California. En 1990 es contratado para ocuparse de la Hacienda Monasterio, en La Ribera del Duero, y allí la tarea se centró en aprovechar "una serie de circunstancias adecuadas para que los vinos expresaran personalidad propia dadas las condiciones para plasmar las características del suelo".
¿Pero cómo nace Pingus?: "La ocasión me la proporcionó un terruño excepcional de viñedos que descubrí en La Horra, en los límites de Burgos y Valladolid. Fue como una revelación. Eran sólo 5 hectáreas divididas en cuatro parcelas, pero había cepas del mejor tempranillo posible. En 1995 hice el primer vino experimental al que llamé Pingus, porque así me llamaban de chico. Eran menos de 3000 litros.
Cuando lo probé en barrica me convencí de que era un vino diferente...La personalidad de un vino la otorga el terroir de donde procede. Éste se hace en el campo y expresa las características minerales y climatológicas del terreno de donde proviene. La sutileza del terroir trasciende por encima de la vinificación.
Pingus es el resultado del ensamblaje de cuatro pagos que buscan el encuentro de su equilibrio.
La crianza se efectúa en barricas nuevas de roble francés, ajustando su duración a lo que precisa cada cosecha, sin obligarnos a encorsetamientos previos, aunque suele oscilar entre 18 y 20 meses".
De Pingus se vinifican entre 11 y 18 hectolitros por hectárea, lo que resulta casi ridículo en la actividad vinícola más convencional.
Esto equivale apenas a 150 barricas. La producción de cada cosecha se reduce a unas 4500 botellas.
Es lo que hay.
¡Salud!
vladimirviloria@gmail.com
Vertiginoso y elocuente, en Pingus hay entrega, dolor, sentimiento. El vino resume lo que define a los grandes: profundidad, armonía y equilibrio.
Bajo el mando del danés Peter Sisseck, Pingus es, seguramente, el vino español más codiciado del mundo.
Cosa de los críticos, del mercado y de los comerciantes -fue el vino estrella en la edición de 1996 de Vinexpo y Robert Parker, Jr. le otorgó 98 puntos sobre 100, en su momento, catapultándolo en el mercado estadounidense- a veces la escena del vino se ensombrece o se llena de luz, y los mitos, según su capacidad para gustar y su constancia en el tiempo, permanecen o se olvidan.
No tuvo la culpa Sisseck de que sus esfuerzos y ambiciones hicieran posible, incluso por encima del legendario Vega Sicilia, uno de los vinos más caros del planeta.
Referencia histórica en el desarrollo de los vinos de España, Pingus es un proyecto al que su enólogo está absolutamente entregado, luego de trabajar en Burdeos y California. En 1990 es contratado para ocuparse de la Hacienda Monasterio, en La Ribera del Duero, y allí la tarea se centró en aprovechar "una serie de circunstancias adecuadas para que los vinos expresaran personalidad propia dadas las condiciones para plasmar las características del suelo".
¿Pero cómo nace Pingus?: "La ocasión me la proporcionó un terruño excepcional de viñedos que descubrí en La Horra, en los límites de Burgos y Valladolid. Fue como una revelación. Eran sólo 5 hectáreas divididas en cuatro parcelas, pero había cepas del mejor tempranillo posible. En 1995 hice el primer vino experimental al que llamé Pingus, porque así me llamaban de chico. Eran menos de 3000 litros.
Cuando lo probé en barrica me convencí de que era un vino diferente...La personalidad de un vino la otorga el terroir de donde procede. Éste se hace en el campo y expresa las características minerales y climatológicas del terreno de donde proviene. La sutileza del terroir trasciende por encima de la vinificación.
Pingus es el resultado del ensamblaje de cuatro pagos que buscan el encuentro de su equilibrio.
La crianza se efectúa en barricas nuevas de roble francés, ajustando su duración a lo que precisa cada cosecha, sin obligarnos a encorsetamientos previos, aunque suele oscilar entre 18 y 20 meses".
De Pingus se vinifican entre 11 y 18 hectolitros por hectárea, lo que resulta casi ridículo en la actividad vinícola más convencional.
Esto equivale apenas a 150 barricas. La producción de cada cosecha se reduce a unas 4500 botellas.
Es lo que hay.
¡Salud!
vladimirviloria@gmail.com
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