Las montañas de Mérida abastecen el buen comer
Teo Zurita se inspira en productos locales para elaborar los platos que ofrece en El Café de La Capellanía
En El Café de La Capellanía se cocina con producto local.
Lo asegura Teo Zurita, chef del restaurante, que comenzó a atender a su clientela hace 12 años cuando Mérida solo ofrecía a sus visitantes pisca, arepas y pastelitos andinos. Nada que ver con lo que ofrece actualmente el cocinero: un menú que combina ingredientes frescos, salteados eso sí, sin maltratar el ingrediente y sabores ahumados.
¿Ejemplos? La trucha del hot dog, el chorizo del ragú de la focaccia, el calabacín y el queso merideño que enriquecen al bojotico de pollo versión del Cordon Blue y el alioli de ajo con el que se adereza la hamburguesa, servida en pan casero, con papas rústicas aliñadas con saní, el condimento local.
Lo asegura Teo Zurita, chef del restaurante, que comenzó a atender a su clientela hace 12 años cuando Mérida solo ofrecía a sus visitantes pisca, arepas y pastelitos andinos. Nada que ver con lo que ofrece actualmente el cocinero: un menú que combina ingredientes frescos, salteados eso sí, sin maltratar el ingrediente y sabores ahumados.
¿Ejemplos? La trucha del hot dog, el chorizo del ragú de la focaccia, el calabacín y el queso merideño que enriquecen al bojotico de pollo versión del Cordon Blue y el alioli de ajo con el que se adereza la hamburguesa, servida en pan casero, con papas rústicas aliñadas con saní, el condimento local.
Hortalizas y frutas llegan de la fi nca familiar, en la localidad cercana a Bailadores de la que el restaurante tomó el nombre.
"Allí aprendí a cosechar y comprobé que como dice mi papá en el campo está la solución", afi rma el chef, hijo de Gustavo Zurita, agrónomo caraqueño enamorado de Mérida.
El cocinero ingresó a la universidad interesado por la Ingeniería Forestal, carrera que abandonó en 2003 para abrir una tienda en la capital andina, en la que ofrecía las fresas que se cultivaban en la fi nca, además de café e infusiones.
"La clientela comenzó a pedir platos salados", recuerda Zurita, que de cocina sabía lo que le había enseñado su madre.
"Decidí aprender por ensayo y error, a partir de recetas propias y con ingredientes estacionales". Abrió una sucursal pero reconoce no tuvo éxito.
Sí lo tuvo con Andes Gastronómico, evento que organizó con su amigo Richard Sosa, en 2010, y que repitió un año después. "Con la primera edición se despertó el interés por la gastronomía merideña; con la segunda, comenzó la apertura de restaurantes dedicados a nuestra cocina", dice Zurita, que la ha llevado a México y España gracias a la Feria Internacional de las Méridas del Mundo.
Doce años después El Café de La Capellanía localizado en el centro comercial Alto Prado, en la avenida Los Próceres, en Mérida privilegia al producto local tradicional y al que no lo es, que se sumó a la lista gracias al tesón de agricultores que aprovechan las bondades de los diversos ecosistemas que ofrece el estado. Lo asegura Zurita, encantado de que todos hablen de la cocina de Mérida, "donde se juntaron el hambre y las ganas de comer".
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