Soñar con Alemania
El Nacional 7 DE MAYO 2015 - 12:01 AM
El delicioso vino alemán tiene como característica fundamental solo una: no se deja. Es poco para la gran demanda mundial, pero no hace más. Se resiste a la moda y a los cambios. No traiciona sus orígenes en la etiqueta.
Así, es difícil de conseguir y conocer. Sobrevive en las informaciones aquí, gracias a los esfuerzos de la Cámara Venezolana-Alemana de Industria y Comercio, que dirige Gudrun Blank, y al apoyo de su embajada.
El vino alemán va a contracorriente. En sus mejores estilos vive más allá de los ocho años sin ser tinto (contra 70% de la tendencia mundial), hace del nivel perfecto de maduración de la uva y la acidez su columna vertebral. No simplifica su etiqueta, sino que la complica permitiendo que grupos de productores establezcan sus clasificaciones de alto nivel.
Ahora que el mundo del vino vuelve a mirar a los blancos, el de Alemania sonríe. Es único. Diferente. Pueden transplantar sus dos uvas más famosas (Riesling, Gewürztraminer), pero jamás sabrá igual. Nadie sabe luchar como ellos con el sol escaso, el frío y la nieve.
I
Alemania decidió temprano que, frente a la globalización, no copiaría ni pediría prestado. El tiempo, la constancia le han dado la razón.
Los viñedos de Alemania son los más incomprendidos del mundo. “Sus mejores viñedos están tan al norte como lo permite la maduración de la uva. Muchos de ellos nacen donde antes solo podían vivir bosques y montes rasos”, explica Hugh Johnson.
“Su secreto reside en el equilibrio de dos ingredientes pasados ya de moda: el azúcar y la acidez”.
II
Si usted ya siente cansancio de repetir las mismas cuatro o cinco cepas blancas internacionales, está en el momento óptimo. Pruebe la diversidad y diferencia construida a partir de los años ochenta-noventa por las nuevas generaciones de cultivadores y enólogos alemanes.
Eso sí. No lo intente solo. Mejor le irá con alguien que pueda traducirle la profusa información de las detalladas etiquetas. Si no la encuentra, llame a la Cámara. Eso hace uno –con gozo– a pesar de haber trabajado, vivido y catado en Alemania. Quizás por ello, los prefiere solos, sin comidas. O como máximo, con pan y quesos.
Recuérdelo: la diversidad y sutileza de los blancos alemanes (y del Pinot Noir) que con fuerza asoman, son el secreto mejor guardado de los vinos europeos.
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