Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

sábado, 2 de mayo de 2015

Si es verdad este dato: "Al menos 11,3% de las personas en Venezuela consume dos o menos comidas cada día. 80,1% refiere que no le alcanza lo que gana para comprar comida. Al estudiar los datos por estratos socioeconómicos se revela que del grupo de personas que dijo que no podía hacer sus tres comidas diarias, 39,1% pertenece a los sectores sociales que no tiene una vivienda de calidad y tampoco tiene estudios académicos completos, es decir, pertenecen a los sectores sociales más empobrecidos" hay que asumir como cocineros que influimos con nuestro trabajo en la nutrición de los venezolanos, que el asunto es crítico y no para presentarlo como algo "gastronómico" sino como lo definió el prof. Miró Popic con el título de "El crimen del hambre", en su columna "Misión Gula" en Tal Cual, 2 y 3 de mayo 2015, pág. 17 esbozada en la que transcribí titulada "Entre el hambre y las ganas de comer" ¿Estamos a tiempo de enfrentar la crisis que se vive en Venezuela y nosotros como chefs la asumimos superficialmente o con la responsabilidad que nos corresponde?(Parte I).

11,3% de los venezolanos hace 2 o menos comidas diarias

La mayoría de las personas compra harinas, arroz y pastas como primera opción para alimentarse | Foto referencial / Archivo El Nacional
La mayoría de las personas compra harinas, arroz y pastas como primera opción para alimentarse | Foto referencial / Archivo El Nacional
La Encovi 2014 arrojó que la lista de 10 alimentos más comprados la encabeza la harina el arroz y el pan; el huevo desapareció de la dieta clásica
    Al menos 11,3% de las personas en Venezuela consume dos o menos comidas cada día. 80,1% refiere que no le alcanza lo que gana para comprar comida. Al estudiar los datos por estratos socioeconómicos se revela que del grupo de personas que dijo que no podía hacer sus tres comidas diarias, 39,1% pertenece a los sectores sociales que no tiene una vivienda de calidad y tampoco tiene estudios académicos completos, es decir, pertenecen a los sectores sociales más empobrecidos.
    La Encuesta Condiciones de Vida Venezuela 2014 recogió información en 1.479 hogares del país entre agosto y septiembre del año pasado. La investigación fue realizada por la UCV, la USB y la UCAB, y es la radiografía más reciente de la calidad de vida del país con la intención de mostrar un panorama sobre el cual diseñar políticas públicas. La última evaluación de este tipo data de 1998. 
    Los resultados arrojaron que la dieta del venezolano es de baja calidad y rica en carbohidratos porque la mayoría de las personas compra harinas, arroz y pastas como primera opción para alimentarse. Alimentos ricos en proteínas como el huevo ya no están en la lista de los 10 más consumidos, solo se menciona en el quintil poblacional que reúne a los estratos de ingresos económicos medios. La mortadela, en cambio, forma parte de la lista de más consumidos por los más pobres como sustituto de la carne.


    Marianela Herrera Cuenca, investigadora del Cendes y de la Fundación Bengoa, participante del equipo que realizó la encuesta, detalló que independientemente del estrato socioeconómico la mayoría de la gente tiene problemas para adquirir alimentos, lo que se constituye en una fuente de preocupación: 11% dijo que se sentía triste, angustiado o deprimido todo el tiempo, mientras que 31% manifestó que alguna vez experimentó tristeza.
    “Los alimentos más cercanos a la población pobre son harinas, arroz y pastas, son alimentos calóricamente densos y a los que tienen acceso. En los quintiles más ricos son leche, frutas y hortalizas. La mayoría siente que sus ingresos no le van a alcanzar para comprar comida. Todos los quintiles refieren alguna dificultad para comprar alimentos. Sin embargo, la mayoría dice que come lo suficiente. En el quintil 1, que reúne al sector más pobre, 8,6% dijo que su alimentación es insuficiente, que queda con sensación física de hambre”, explicó.
    Herrera Cuenca señaló que al preguntar a la muestra sobre la relación entre el consumo de alimentos y las enfermedades apenas 141 personas dijeron que sí habían tenido algún tipo de dolencia. Las más mencionadas fueron gastritis, parasitosis e intoxicaciones, pero ninguno mencionó la obesidad. Subrayó que 47% de los encuestados no realiza ningún tipo de actividad física.
    Desconocimiento. La Encovi 2014 también evaluó la percepción de las personas acerca de las dos enfermedades más comunes en el país: la hipertensión y la diabetes, ambas a su vez se relacionan con la alimentación y el estilo de vida.
    Marino González, miembro de la Unidad de Políticas Públicas de la USB y parte del equipo investigador, apuntó que solo 2% de los venezolanos reconoció que sufre hipertensión, el resto no fue capaz de relacionar la tensión arterial alta con la enfermedad. Por otra parte, 3% de los encuestados dijo que tiene diabetes.
    González recordó que para el caso de la hipertensión hay una prevalencia de entre 24% y 39% de la población. No hay datos sobre prevalencia en diabetes. Apuntó que la brecha revela la falta de información y el requerimiento de políticas públicas para atenderlas. La falta de reconocimiento de las enfermedades es mucho más marcada en estratos más empobrecidos.
    “Hay muchas personas que tienen hipertensión y no lo saben. La hipótesis es que las personas que están sometidas a las restricciones de alimentos empiezan a estar más familiarizadas con el problema”, dijo.
    La encuesta arrojó que la mitad de los venezolanos no dispone de planes de atención médica. 22% de los que sí los tienen están amparados por los servicios sanitarios del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. Solo 10% de los venezolanos tiene póliza de seguros.

    Jóvenes dejan las aulas antes de los 15 años de edad
    Cerca de 65% de las personas que buscaba un empleo entre agosto y septiembre de 2014 admitió que dejó la escuela antes de cumplir los 15 años de edad. 
    La deserción escolar fue abordada en la Encovi 2014 para determinar el número de niños y de jóvenes fuera de las aulas de clase. 56% abandonó sus estudios entre los 15 y los 19 años de edad. 59% de la población mayor de 25 años completó al menos la educación media. 
    La conclusión principal fue que “la interrupción de la trayectoria educativa ocurre muy temprano para un sector importante, sin haber logrado acumular el capital educativo necesario para reducir los riesgos de pobreza”. 
    Las entrevistas realizadas en 1.479 hogares permitieron conocer que solo 63% de los niños entre 3 y 5 años de edad está escolarizado. Por lo menos 100.000 niños con edades entre los 6 y los 11 años no están escolarizados y otros 350.000 en edad de acudir a los liceos, es decir, entre los 12 y 17 años, está en fuera de los planteles. La inequidad en la educación universitaria también es marcada. Solo 20% de los más pobres permanece activo en el sector. Un total de 3 millones de personas no prosiguieron su educación. 
    Otro de los aspectos abordados se refirió a la escogencia de planteles educativos. En los quintiles más pobres 69% dio importancia a la proximidad y 10% a la calidad educativa. En los quintiles más ricos 52% destacó que escogió una escuela por la proximidad, 20% por la calidad.

    Misión Gula de Miro Popic Entre el hambre y las ganas de comer06-10-12
    ¿Qué ocurre cuando se juntan el hambre con las ganas de comer? La historia social se ha construido bajo la amenaza del hambre y lo bien o mal nutrido de los pueblos, donde el suministro de alimentos y el manejo de las cosechas, excedentes y precios ha determinado el curso de acontecimientos que se registran con fechas y nombres de batallas, pero que pocas veces escudriñan al verdadero causal de la gesta conmemorativa. Una historia que se debate entre excesos y carencias donde se enfrentan, por un lado, los gustos y excentricidades de las clases dominantes, y las necesidades de subsistencia de campesinos y trabajadores, por otro. Entender la cocina de una sociedad es llegar a la esencia misma de ella. ¿Cómo se reconocían antiguamente los pueblos civilizados de los bárbaros? En que unos tenían prácticas culinarias elaboradas, como los griegos o los chinos, y otros comían carne cruda, como los hunos. El hambre vive en el estómago, el apetito mora en el cerebro. Y aunque ambos pueden ser saciados comiendo, las motivaciones son muy diferentes.

    Primer Plato
    El hambre ha causado tragedias inmensas a pueblos enteros, pero ha sido precisamente a causa de ella que el homínido ha evolucionando, obligado por las circunstancias, a ingeniárselas para conseguir alimento ante las carencias universales que han azotado al mundo. El hambre, como estímulo, ha sido motor de cambios trascendentales en la historia de la humanidad, pero cuando se vive en primera persona, como dolencia, cuando se siente su punzada penetrante en el estómago, como una puñalada, es una cosa terrible, angustiante, desoladora. Con hambre, uno es capaz de comer cualquier cosa, por más repulsiva que nos parezca, ya que, como dice el dicho, con hambre no hay pan malo, y muchos de los platos de las cocinas tradicionales son producto del ingenio para crear recetas atractivas a partir de lo poco que se consigue y que se pueda transformar en algo apetecible. Hay una capacidad de adaptabilidad regida por la racionalidad y el instinto en la búsqueda de alimentos para ingerir los nutrientes esenciales para la vida.
    Somos lo que comemos es una sentencia recurrente entre los que se ocupan de la comida, pero pocos se atreven a plantearla a la inversa: comemos lo que somos. La mesa del pobre es reducida y limitada, por más imaginación que tenga el o la cocinera. ¿Conocen algo más humilde que la pisca andina? Un simple caldo básico de cilantro y cebolla junca al que, con suerte, se le suele agregar una papa, un huevo y algo de leche si se es afortunado. Sin embargo, con cuanta nostalgia y emoción la saborea un tachirense, donde quiera que se encuentre, para que se le entone el estómago.

    Segundo Plato
    El apetito es diferente, selectivo, condicionante. Mientras el hambre clama porque el cuerpo necesita lo necesario para la vida, el apetito es más sutil, caprichoso, impensado, y viene incluso cuando estamos satisfechos, llenos, alimentados. Ustedes lo experimentan a diario cuando llega el momento de los postres, por ejemplo. Nadie puede tener hambre luego de una comida completa, con todos los servicios incluidos, sin embargo, cómo nos apetece un fondant de chocolate o una crême brulée o un dulce de lechosa a pesar de tener el estómago lleno. Mientras el hambre es supervivencia, el apetito es satisfacción, emoción, placer.
    Un aroma, un recuerdo, una visión de algún producto, pueden despertarnos el apetito sin necesidad de tener hambre, basta con tener la idea mental de una comida para que nos provoque. Y mientras llega, nos emocionamos. La sola idea de que vamos a probar algo que nos gusta, nos produce felicidad, con algo de inquietud, es verdad, pero al menos disfrutamos de una posibilidad de placer a futuro y eso ya es un triunfo, un aliciente, ganancia.

    Postre
    Me parece que así son los momentos políticos que estamos viviendo. Teníamos hambre acumulada y se nos despertó el apetito. Es emocionante. Finalmente se juntaron el hambre con las ganas de comer y la mesa está servida para todos. ¡Qué bien huele! Nos vemos en la cola.

    No hay comentarios:

    Publicar un comentario