Regalo alemán para el paladar
Jörg Polster, ministro consejero de la Embajada de Alemania; y Alberto Soria
MAYTE NAVARRO | EL UNIVERSAL
miércoles 6 de mayo de 2015 12:00 AM
Un recorrido por las principales regiones del vino blanco germano tuvo lugar en la residencia oficial de la Embajada de Alemania. Esta vez las anfitrionas fueron Gudrun Blank, directora ejecutiva de la Cámara Venezolano Alemana de Industria y Comercio; y Waleska Schumacher, directora de la casa Maison Blanche, quien estuvo al frente de la cata de seis vinos que hablaron de la calidad de los viñedos germanos.
Waleska no se limitó a conversar sobre los vinos, sino que también hizo referencia a la producción, al empeño que ponen los viticultores alemanes en estos viñedos y bodegas para que se ubiquen entre los mejores del mundo, además de llevarse la bandera cuando de cultivos ecológicos se trata. Son un buen ejemplo de como la tecnología no está divorciada del buen tratamiento ambiental.
La cata la abrió el Knipser, de la añada de 2011, que demostró un abolengo y calidad capaz de superar el tiempo. Le siguió Crusius, de una delicadeza admirable que levantó excelentes comentarios entre los asistentes. Weinreich también emocionó a los catadores, al igual que lo hizo el Zilliken, que presagió que en su futuro estarán los reconocimientos internacionales. Cerró con broche de oro este capítulo de vinos germanos, el Riesling de las bodegas de Domdechant Werner, que fue como el amor a primera vista, emotivo e incitante.
Al culminar la cata se pudo disfrutar un rato más del preferido de cada quien y de esta manera prolongar el diálogo sobre ese gran viñedo que es el alemán y que sin duda, se puede catalogar como un paraíso para el placer de los sentidos.
Hubo tiempo para agradecer a Waleska esta iniciativa que enriquece el paladar y motiva a seguir investigando sobre un tema infinito, y hubo aplausos para la Cavenal y para la Embajada anfitriona.
Waleska no se limitó a conversar sobre los vinos, sino que también hizo referencia a la producción, al empeño que ponen los viticultores alemanes en estos viñedos y bodegas para que se ubiquen entre los mejores del mundo, además de llevarse la bandera cuando de cultivos ecológicos se trata. Son un buen ejemplo de como la tecnología no está divorciada del buen tratamiento ambiental.
La cata la abrió el Knipser, de la añada de 2011, que demostró un abolengo y calidad capaz de superar el tiempo. Le siguió Crusius, de una delicadeza admirable que levantó excelentes comentarios entre los asistentes. Weinreich también emocionó a los catadores, al igual que lo hizo el Zilliken, que presagió que en su futuro estarán los reconocimientos internacionales. Cerró con broche de oro este capítulo de vinos germanos, el Riesling de las bodegas de Domdechant Werner, que fue como el amor a primera vista, emotivo e incitante.
Al culminar la cata se pudo disfrutar un rato más del preferido de cada quien y de esta manera prolongar el diálogo sobre ese gran viñedo que es el alemán y que sin duda, se puede catalogar como un paraíso para el placer de los sentidos.
Hubo tiempo para agradecer a Waleska esta iniciativa que enriquece el paladar y motiva a seguir investigando sobre un tema infinito, y hubo aplausos para la Cavenal y para la Embajada anfitriona.
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